Pinar del Río.–Maray García quisiera decir otra cosa, pero no puede. En los últimos 40 días, a su cisterna solo ha entrado agua por la red de acueducto una vez. En medio de una realidad desesperante, asegura que «la situación en esta zona es cada vez peor».
Ante la falta prolongada del vital líquido, no le ha quedado más remedio que comprar pipas, a un precio que oscila entre los 3 000 y los 5 000 pesos. «Es algo insostenible, y ni siquiera entendemos por qué sucede», dice.
En efecto, la conductora de 800 milímetros que abastece esta parte de la ciudad se hizo completamente nueva hace apenas diez años. A principios de 2022, el sistema recibió nuevos equipos de bombeo. Luego del paso del huracán Ian, en septiembre de ese año, se realizaron otras acciones, como la sustitución de más de dos kilómetros (km) de tubería en la zona de los llamados bypass.
Con esas labores, el abasto tendría que haber mejorado, pero para Maray y sus vecinos de la calle a, a un costado del hospital León Cuervo Rubio, de la capital pinareña, no ha sido así.
«En vez de reducirse, los ciclos se han alargado y las presiones han disminuido tanto que el agua ha dejado de llegar».
INVERSIONES EN SACO ROTO
No es el único sitio donde las cosas no han salido como se esperaba. A dos años de haber acaparado titulares, la toma de agua flotante instalada en la presa Guamá, para beneficiar una zona donde residen más de 17 000 personas, sigue sin funcionar.
En teoría, la inversión permitiría el remplazo de una vieja toma de fondo que, según los especialistas, absorbía gran cantidad de sedimentos e impurezas.
De ahí que, con la nueva obra, construida a un costo de un millón de pesos, aumentaría la calidad del agua que se bombea desde el embalse hasta una planta potabilizadora ubicada en el kilómetro cinco de la carretera a Luis Lazo, y desde allí a miles de hogares.
En la práctica, sin embargo, no es lo que ha ocurrido, pues un defecto de fabricación hace que no se pueda utilizar.
A 25 km de acá, en el Entronque de Herradura, la nueva conductora para mejorar el servicio en este territorio del municipio de Consolación del Sur tampoco ha tenido el efecto deseado.
Robert Hechavarría, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, explica que las personas se fueron conectando directamente a la tubería, muchos de ellos con gruesas acometidas de una pulgada y hasta más, y eso terminó provocando que el problema que originó la inversión, persista. «Los extremos de la red siguen afectados porque el agua no llega a ellos».
MORIR DE SED, TENIENDO TANTA AGUA
A diferencia de otras regiones de Cuba donde las fuentes de abasto en ocasiones se agotan, Pinar del Río posee reservas suficientes para cubrir la demanda de su población. El dilema ha estado en los sistemas encargados de conducirla hasta los consumidores.
El asunto no es nuevo. En marzo de 2006, Granma lo definía como «un gran problema para la población». La capital provincial con los ciclos de agua más largos del país, volvía a publicar este diario en junio de 2021. Entonces, la oficina de Atención a la Población del Gobierno de Vueltabajo aseguraba que la actividad de Acueducto era la que mayor cantidad de quejas generaba, por encima de otros asuntos como el transporte o la vivienda.
En su primera visita a la provincia, el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, hizo un llamado a trabajar en todo lo que pudiera paliarse con medidas organizativas, y evaluar qué se podía hacer en materia de inversión.
Como resultado de ello, no han sido pocas las acciones que se han acometido. En junio de 2022, la prensa reportaba la llegada de diez nuevos equipos de bombeo, la mayoría para el campo de pozos que abastece a la ciudad capital.
Antonio Rodríguez, presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, explicaba que las frecuentes roturas de los existentes había sido una de las causas del alargamiento de los ciclos. Por tanto, con los nuevos motores, eso debía mejorar.
Poco después, tras el impacto devastador del huracán Ian, las labores se multiplicarían. En enero de 2023, en estas mismas páginas se daba a conocer que brigadas de Santiago de Cuba, Camagüey, Ciego de Ávila, Cienfuegos, Matanzas y La Habana se hallaban en el territorio para ayudar a mejorar el abasto.
Los trabajos comprendían, entre otras tareas, la interconexión de dos de las principales conductoras que abastecen a la capital provincial y la construcción de un bypass entre los kilómetros cinco y 2 ½ de la carretera a La Coloma, para reducir las pérdidas en ruta, y otro desde el kilómetro 2 ½ hasta el rebombeo de lo que se conoce como el anillo uno.
Además, la sustitución de más de dos kilómetros de tubería de centroacero, correspondientes a los bypass de la ciudad, la cual ya tenía muchos años de explotación y numerosos salideros.
Por otra parte, se inició una inversión que aún está en marcha, para mejorar el servicio a alrededor de unos 10 000 residentes del consejo popular Celso Maragoto, y parte de Jagüey Cuyují.
A todas estas labores, se sumó hace pocas semanas la llegada de deiz nuevos equipos para los sistemas de rebombeo.
GRANDES ESFUERZOS, FALTAN RESULTADOS
Como resultado de ello, ha habido mejoras incuestionables. Es el caso de la cabecera municipal de Viñales, donde la instalación de una estación de bombeo flotante en la presa El Salto, hace que más de 7 000 personas hoy reciban un agua de mejor calidad. También el de Minas de Matahambre, donde el trazado de una nueva conductora ha permitido reducir los ciclos, que llegaron a sobrepasar los 50 días.
Sin embargo, también hay lugares en los cuales la población no percibe ningún cambio. Así lo declararon a Granma Caridad Castillo, de la calle Máximo Gómez, en el centro histórico de la ciudad; Casimiro Urra, en el reparto Fénix; Orestes Romero, de la calle 1ra. del reparto Celso Maragoto; y Bivaldo González, del km 4 ½ de la carretera a Luis Lazo.
Recientemente, en visita de trabajo a la provincia, la vice primera ministra Inés María Chapman señalaba que, por ejemplo, en la ciudad de Pinar del Río –el territorio de mayor población y donde se vive el panorama más complejo– «se han hecho muchas cosas, pero las personas no ven el impacto».
«Aquí seguimos pasando trabajo. El servicio no ha mejorado», coincide Yenisel Valdés, vecina de la calle Primero de Enero, de La Flora, uno de los repartos en los que deberían ser palpables los resultados de lo que se ha hecho.
Otros, como Roberto Brea, vecino de la calle Mariana Grajales, en el reparto Carlos Manuel de Céspedes, opina que, en vez de resolverse, la situación se ha agravado. «El agua en esta zona se recibía un día sí y un día no, y luego se fue alargando a dos, a tres, a diez, y en estos momentos está entre 15 y 20 días. Con esos arreglos que se hicieron después del ciclón, estamos peor que antes».
Ni siquiera la inversión en el consejo popular Celso Maragoto, una zona con serias dificultades desde hace mucho, ha dejado de generar criterios encontrados debido a los salideros, la destrucción de las calles y los sitios a los que el agua sigue sin llegar.
Raudel Morejón, vecino de la calle Acueducto Final, afirma que para algunos «el problema sigue siendo serio». Frente a su casa pasa una de las conductoras que se adentran en el reparto, pero ni él ni sus vecinos se han beneficiado de ella.
«Dicen que eso es para tirarle agua al reparto viejo. Cuando pusieron la tubería, pensamos que íbamos a mejorar, pero al ver que empezaron a tapar sin habernos conectado, se nos cayeron los ánimos».
Sustituir kilómetros de tuberías en mal estado por tuberías nuevas y colocar equipos de bombeo es algo que, indudablemente, tiene que significar más agua. No hay manera de que la ecuación pueda arrojar un resultado distinto.
Pero los errores humanos y la falta de rigor en ocasiones han estado empañando lo que se hace. Motores que se queman al poco tiempo de haberse instalado, salideros en redes nuevas e irregularidades en la operación de las válvulas han sido males recurrentes que limitan el alcance de inversiones y rehabilitaciones, y provocan que muchos pinareños hoy sientan que no hay correspondencia entre los recursos que se han destinado para aliviar el problema del agua, y el efecto logrado.
Ante esa realidad, la vice primera ministra Inés María Chapman insistía, hace un par de semanas, en la necesidad de concentrar los esfuerzos y trabajar integralmente.
«Hay que organizar y planificar que lo que vayamos haciendo tenga un impacto medible en la población y en la economía», advirtió la funcionaria, y añadió que, además, es preciso que se sostenga en el tiempo.
De lo contrario, por más millones de pesos que se inviertan, seguirá habiendo mucha gente con la sensación de que las soluciones a un servicio imprescindible se escurren como el agua.
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Ricardo dijo:
1
15 de julio de 2024
02:31:48
Carlos Rafael Rosa Saavedra Respondió:
16 de julio de 2024
17:37:49
Lina dijo:
2
15 de julio de 2024
08:30:01
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15 de julio de 2024
13:12:01
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22 de julio de 2024
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