ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Sancti Spíritus.- María Reyes no se conformó con regalarle a la octogenaria anciana que vive sola al lado de su casa una linterna recargable, «para que pueda escapar un poquito mejor ante la dura situación que atravesamos todos con la energía eléctrica» y, además, casi todos los día le alcanza algo de comer, ya elaborado.

Entre tanto, el colectivo de la mini industria Don Mero Cinco Palmas, dona nuevos productos en conserva para familias muy vulnerables, a cuyos integrantes se les humedece la pupila, agradecidos.

Ochenta kilómetros en dirección Este, un mototaxista a quien todos llaman simplemente Pepe comparte comida y atenciones con Rigoberto Triana, un también octogenario anciano que vive, igualmente solo, en la vivienda contigua.

No lejos de allí, el jardinero avileño Rodolfo y su multifacética esposa Xiomara están cocinando gracias al prototipo criollo de hornilla para carbón que les facilitó el vecino y que, a su vez, ellos les han mostrado a otras amistades, para que lo generalicen en su hogar, «hasta ver qué sucede con el gas licuado y la electricidad».

Y cuando no hay corriente “se montea” con carbón. Foto: Pastor Batista

En Las Tunas, Orlandito: un hombre que produce y vende riquísimas barritas de maní, se apareció ayer con un arroz congrís «al carbón», como para que la anciana Claribel Proenza y su hija se saborearan hasta los dedos por el buen gusto y por el no menos buen gesto.

Esos casos -como el de Angelito y Minén, empecinados en compartir con un colega el poquito de arroz y la caldosa que entre malabares habían logrado preparar- son apenas un puñado entre los miles de ejemplos que usted y yo podríamos arrancarles a las crudas entrañas de estos días, durante los cuales la solidaridad propia del cubano ha contribuido a aliviar un poco los oscuros moratones que nos sigue dejando dentro del alma la falta de fluido eléctrico.

No eran solo las tinieblas. Era la secuela de estragos, como el constante riesgo de que se echen a perder los pocos alimentos disponibles; era el calor y/o los mosquitos en la noche, la oscuridad informativa, la incertidumbre de hasta cuándo se prolongaría esto y cómo el país lo resolvería. Hay gente acostándose sin probar bocado alguno.

Nadie malinterprete, ni se llame a engaño: son vicisitudes que todos estamos atravesando. Son interrogantes que muchísimas personas se hacen, sin ánimo de atacar, sin estar mordidos por la desconfianza.

Redes adentro he visto de todo: desde quejas, ataques e incluso ofensas, hasta hermosas expresiones de una virtuosa resistencia y de un aliento que no los puede matar ni ese bloqueo cada vez con más intenciones de asfixia, ni quienes pagan para vernos «boquear», ni la muy probable mano que recibe billetes, ejecuta y daña, aunque fastidie hasta al propio vientre que la trajo al mundo.

Del modo en que piensen, sientan y actúen otros no sé, ni por ellos puedo responder.

A mí mente, en las últimas jornadas, ha venido mil y más veces Fidel: ese gigante que, como he oído infinidad de veces, siempre sacaba una mágica solución de la manga de su camisa verde olivo.

Si de reveses o adversidades dependiera la vida, él hubiese colgado la espada de guerrero cuando el asalto no condujo a lo deseado en el Moncada; se hubiera entregado mansamente durante el juicio, habría renunciado a continuar en Alegría de Pío o se hubiese desmoronado al reencontrarse aquel puñadito de hombres y fusiles en Cinco Palmas, donde, para sorpresa de todos y de la historia, estremeció a la Sierra en peso al afirmar: ¡Ahora sí ganamos la guerra!

Virtuoso, maestro, genial, pedagogo, poeta, luchador… me ha estado acompañando también Silvio, por medio de canciones preñadas de vigor, en particular ese mensaje de su Girón, Preludio, en que sentencia: Nadie se va a morir, menos ahora, que esa mujer sagrada inclina el ceño; nadie se va a morir la vida toda, es un breve segundo de sus sueños; nadie se va a morir, la vida toda, es nuestro talismán, es nuestro manto, nadie se va a morir, menos ahora, que el canto de la patria es nuestro canto…».

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Ramón Nicolás Cardoso Pérez dijo:

1

23 de octubre de 2024

14:25:28


Felicitaciones! Bonito comentario. Aunque en el fondo, la mayoría de los cubanos tenemos muy arraigado en la consciencia el valor de nuestra resistencia y por tanto no es noticia, no es novedad, resulta muy necesario destacar lo que somos capaces de resistir y de hacer, porque eso nos permite darnos cuenta de que vale más la dignidad y la Bondad que la riqueza material

Pastor Batista Respondió:


23 de octubre de 2024

23:43:28

Gracias Ramón Nicolás. Su comentario nos anima, como colectivo del periódico, a reflejar cada vez más y mejor eso que usted destaca como una virtud de nuestro pueblo: su capacidad de resistencia. Primordial, en mi opinión, es legarle eso en herencia perpetua a nuestros hijos, nietos y demás descendientes. ¿Acaso no la llevamos nosotros de Mella, Gómez, Maceo, Céspedes, Martí, Hatuey...?

Anaisis dijo:

2

29 de octubre de 2024

09:58:44


Hermoso. Siempre se disfrutan sus escritos.