ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Lidia Doce y Clodomira Acosta. Foto: Tomado de ACN

Aquella noche, toques estridentes estremecieron la puerta. Era el 12 de septiembre de 1958. En un modesto edificio de la calle Rita, en el reparto Juanelo, cuatro muchachos y dos mujeres se escondían. La demora no fue mucha, el apartamento donde habitaban carecía de condiciones para refugiarlos de las fuerzas policiales de la dictadura batistiana.

Abierta la puerta, fueron acribillados a balazos los jóvenes revolucionarios Reinaldo Cruz Romeo, Alberto Álvarez Díaz, Onelio Dampiell Rodríguez y Leonardo Valdés Suárez.

Entonces, sin más salida que la propia entrada, las dos mujeres, Lidia Doce y Clodomira Acosta, mensajeras del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, fueron apresadas y sometidas a torturas indescriptibles, con el propósito de hacerlas confesar los planes de la lucha. Comenzaba para ellas su calvario:

«Al bajarlas al sótano, Ariel Lima las empujó y Lidia cayó de bruces. Él le dio un palo por la cabeza, saltándoseles casi los ojos al darse contra el contén. Clodomira me soltó y le fue arriba a Ariel arrancándole la camisa mientras le clavaba las uñas en el rostro. Traté de quitársela de arriba y se viró, saltando sobre mí (…)», relató en el juicio, luego del triunfo revolucionario de 1959, uno de los sicarios.

Luego de fracasar en las torturas, sin lograr sacarles información, en la madrugada del 15 las metieron en una lancha, moribundas; y en sacos llenos de piedras las hundían y las sacaban del agua. Finalmente, al no obtener resultado alguno, las dejaron caer en el mar, y sus cuerpos desaparecieron el 17 de septiembre de 1958.

Se dice de ambas que eran muy diferentes. Lidia, de 42 años, había nacido en el poblado de Velasco, en Holguín. Era una mujer de estatura media, madre de tres hijos, y mientras viajaba, entre sus manos conservaba un libro de novela policíaca o poesía.

A mediados de 1957 se incorporó a tareas de apoyo al Ejército Rebelde, principalmente con la columna que comandaba el Che Guevara, quien la calificó como una persona instruida y dispuesta: «En los días de la gran ofensiva del ejército, llevó Lidia, a cabalidad su misión. Entró y salió de la Sierra, trajo y llevó documentos importantísimos...».

Cuando a Clodomira la asesinaron tenía 22 años. Nació en Cayal, comunidad rural cercana a Manzanillo, en la provincia de Granma.

Fue Clodomira mensajera de la Columna No. 1, dirigida por Fidel, quien dijo que poseía «una inteligencia natural grande» y «una valentía a toda prueba».

La historia de ambas no es un relato de martirio, sino un testimonio del espíritu indómito de muchas mujeres que transgredieron el patriarcado para posicionarse en el camino emancipador.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.

Eduardo dijo:

1

17 de septiembre de 2024

15:31:23


No olvidemos nunca el buen ejemplo de nuestras heroicas mujeres cuyo sacrificio redentor nos continua beneficiando a todos los cubanos, ahora y en lo porvenir. Gloria eterna a nuestras Lidia y Clodomira !!!