La Casa de las Américas es un sitio de referencia para el arte y la cultura cubana y latinoamericana. Su labor en defensa de la idiosincrasia de nuestra región la convierte en un ícono de emancipación y lucha. Fue precisamente en uno de sus salones donde conversamos con su presidente, el destacado intelectual Abel Prieto Jiménez, sobre colonización cultural, redes sociales, neofascismo y los métodos para, desde Cuba, enfrentar estos gravísimos fenómenos que amenazan nuestra nacionalidad, valores y raíces.
–Usted ha afirmado que la colonización cultural en Cuba debe enfrentarse con mucha inteligencia y coherencia entre las organizaciones y los organismos. ¿Qué pasos se han dado en este sentido? ¿Son suficientes, están siendo efectivos?
–Uno de los dramas es que hoy esta colonización se ensaña con los niños, adolescentes y jóvenes, quienes, además, crean adicción a los móviles. Eso es un problema global y hace sonar las alarmas con respecto a los retrocesos intelectuales. Estamos viendo una incapacidad para el aprendizaje en el mundo entero, por la dependencia del móvil y la adicción que crean las redes sociales.
«Un muchacho de 15 años puede estar desde que amanece hasta que se duerme interactuando con el móvil. Muchos también se quedan de madrugada jugando en el celular o intercambiando a través de ese dispositivo. Este fenómeno está clasificado como una especie de droga que genera autismo. Hay un nuevo tipo de autismo generado por la adicción a la red y a los móviles.
«Para ilustrarlo mejor: existe un índice llamado la comprensión lectora, que mide la capacidad de un adolescente para explicar algo que leyó. Es decir, no basta con leer, tú tienes que descifrar lo leído, entender qué mensaje quiso dar ese autor. Hay investigaciones que demuestran que esa comprensión lectora se ha reducido drásticamente en todo el orbe. Los adolescentes no saben cómo explicar lo que acaban de leer.
«No son analfabetos, pero les falta algo muy importante que es la capacidad de comprender lo que leen. Saben descifrar esas letras, esos signos, pero no entienden lo esencial de lo que están leyendo. Y eso es un drama, es una preocupación que viene de la izquierda, de la derecha y de gente conservadora.
«Existe una sicóloga norteamericana, muy católica, que cree que hay que volver a introducir la enseñanza cristiana en la escuela porque en el sistema educativo es evidente la pérdida de valores. Porque otra arista es la asociada a esta crisis intelectual, hay también una crisis de valores. Es esa característica de encerrarse en sí mismo, esa especie de incapacidad para acercarte al prójimo, según le llaman los cristianos. Recordemos que Cristo decía “ama al prójimo como a ti mismo”; es decir, nos enseñó en el amor al prójimo, y nosotros, más allá de la religión, lo fomentamos también a través de la idea de la solidaridad; Fidel decía: “médicos y no bombas es lo que necesita la humanidad”.
«Sobre este tema hay un aspecto relacionado con compadecer a la gente que está en situaciones difíciles, darle solidaridad. Y hoy el individualismo, el narcisismo que crean las redes sociales de internet, el fenómeno de contemplarte permanentemente, tiene que ver con la ética y los valores sobre los que se basan las conductas.
«Al igual que la sicóloga norteamericana, hay otros dos siquiatras que han estudiado, en Gran Bretaña y en ee. uu., el índice de depresión grave en la adolescencia y de intentos de suicidio. Descubrieron que, en 2012, el año del boom de las redes en esos dos países, muchas muchachas, entre 15 y 18 años, intentaron suicidarse o cayeron en una depresión gravísima porque en las redes aparecían los modelos de belleza, las mujeres famosas, las actrices…, y de pronto, si la muchacha no encajaba en esos prototipos caía en una crisis. Porque en esa etapa de la vida es muy importante la aceptación, y las redes permanentemente te están sometiendo a un juicio.
«Un adolescente pone una foto y quiere ver cuántos Me Gusta tiene, cuánta gente la compartió. Y si los comentarios son despectivos, humillantes, se vuelve proclive a esta depresión y hasta llega al suicidio. Un dato que arroja el estudio de estos siquiatras es que en el propio internet las personas encuentran los métodos para suicidarse. Esto es terrible.
«Hay casos recientes en Brasil, España, México y Estados Unidos de adolescentes a los que los padres los han castigado quitándoles el móvil, y los han asesinado por arrancarles esa droga que les parece esencial para la vida.
«No creo que en Cuba hayamos tenido un caso de esos, pero sí tenemos adolescentes adictos al móvil, y estoy seguro de que, si estudiamos lo de la comprensión lectora, vamos a encontrar retrocesos. Es imposible vivir en el mundo virtual con esa pasión irracional, tan dependiente de lo que opinen de ti decenas y cientos de gentes en el mundo. Hay que tener presente que estas comunidades digitales son muy numerosas y están integradas por personas que viven en los lugares más recónditos, pero todos están en tiempo real, opinando. Y haciéndolo como se opina en las redes, que no es de manera analítica y razonada. Es opinando con ira, con cólera, a veces con odio. Eso tiene que ver con las tendencias que hemos mencionado y con el fascismo.
–Es preocupante observar el ascenso del neofascismo en el mundo, incluyendo nuestra región geográfica. ¿Cuál es su opinión sobre el tema? ¿Cómo enfrentar estas manifestaciones?
–Estas tendencias fascistas se han valido de las redes para la formación de grupos de odio, racistas. Muchos adolescentes se inician en la política con expresiones racistas contra los negros, contra los árabes, con expresiones misóginas, extremistas...
«En muchas redes está el fenómeno de los símbolos nazis, las imágenes de Mussolini, de Hitler. Es un lavado de imágenes a las figuras del fascismo en las plataformas digitales. En Europa se aprecia, en las elecciones para el Parlamento Europeo, cómo la ultraderecha está ganando un espacio verdaderamente inquietante.
–Lamentablemente, también este ascenso de la ultraderecha es de una manera abierta. Los discursos políticos no tratan ni de matizar estos fenómenos, altamente racistas y discriminadores.
–Es así, lo hacen sin ningún pudor. Ramonet decía que Donald Trump ayudó a que la gente se quitara el complejo de ser seguidor de estos partidos extremistas. Antes, a las personas les daba un poco de pena decir que eran partidarias de un grupo neonazi. Hoy la gente hasta siente cierto orgullo. Son manifestaciones muy graves de una crisis sin límite en términos culturales, éticos, políticos. La política se ha convertido en un show. Seguro viste el lamentable debate presidencial en Estados Unidos, es el Imperio en su decadencia. Hoy es más importante la teatralidad de un candidato que sus ideas, que su programa, que las promesas electorales que haga. Su gestualidad, su teatralidad, su dominio de la escena son factores de gran peso.
«Recuerda que Lula ganó estas últimas elecciones por un margen muy estrecho frente a un Bolsonaro que ya había demostrado que su programa era realmente inviable para la gran población pobre de Brasil. No obstante, muchos pobres votaron por Bolsonaro, muchos mestizos y negros de la favela de pronto se vieron conducidos. En esa situación también influyeron los componentes de grupos evangélicos que apoyan al fascismo de una manera muy apasionada, y que ayudaron mucho a Bolsonaro.
«Te digo que es un momento complejo. Está probado que existe una conexión entre el colonialismo cultural y las tendencias fascistas.
«Para no pensar que es algo remoto, hubo una provincia en Cuba que en un Halloween, un espacio típico de la colonización cultural, jóvenes se disfrazaron de miembros del Ku Klux Klan. Y en otro Halloween, en una institución de la música hicieron un concurso y ganó un joven con un disfraz de oficial nazi. Es decir, tenemos que hablar de estas cosas con nuestros estudiantes, tenemos que provocar un análisis.
«Tú preguntabas ahorita cómo enfrentar este tipo de manifestaciones. Pues creo que es muy importante que nuestros educadores, los líderes estudiantiles, convoquen a un análisis conjunto, que haya una evaluación colectiva del fenómeno. No es presentarte a un adolescente y decirle: este videojuego tiene una imagen de la Guerra Mundial que es afín al imperialismo yanqui y no puedes jugarlo. O: no debes ver esta película, esta serie, este dibujo animado o este reality show porque te dañan, te debilitan desde el punto de vista de tus ideas, de la ideología y los valores que defendemos. En cuanto hagas eso, la obsesión por consumir esos productos va a ser incontrolable. No puedes llegar a un aula con una lista de qué ver y qué no. Hay que invitar a una reflexión, y esa aula debe convertirse en un taller de pensamiento colectivo y tratar, entre todos, de generar una visión crítica de los productos de la industria cultural hegemónica y de las propias redes sociales.
«Hay que estar en las redes sociales, sin duda, y no podemos, en ningún momento, ni pensar en prohibir que nuestros jóvenes estén ahí. Pero, al mismo tiempo, debemos hacer lo posible porque estén en las redes de una manera más responsable, que no repliquen una fake news, que no se sumen a una campaña, que no se dejen conducir de un lado a otro, lo cual pasa en muchos lugares, porque se trata de una manipulación de la información y de las emociones.
«Todo esto viene acompañado por una guerra de símbolos, un fenómeno global. Es una globo-colonización, como la definió Frei Betto, y junto con esto hay dos aristas que como país enfrentamos: la idea de que la restauración capitalista puede ser la solución a los problemas económicos que enfrentamos, y la emigración, que entre sus causas puede estar la percepción de que no hay futuro en Cuba».



















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Alberto Gonzalez dijo:
1
21 de agosto de 2024
13:30:10
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