ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Es orgullo de Oriente que un hijo suyo protagonizara heroicas gestas y decididas respuestas. Foto: Juvenal Balán

Más allá de lo mitológico, e incluso de la aleación de cobre y estaño, lo que significa Antonio Maceo Grajales para Cuba –en tanto el epíteto de Titán de Bronce le es inherente– resulta prácticamente incuestionable.

Tal fue su impronta en las luchas libertarias de la segunda mitad del siglo XIX que, desde entonces, solo su nombre es síntesis de valentía e intransigencia: «tiene más coraje que Maceo».

Todavía muchos cubanos discrepan entre si nació en Majaguabo o en la ciudad de Santiago de Cuba, en todo caso aquel sitio está en la geografía de la actual provincia y en la homónima jurisdicción de la Cuba colonial. Es orgullo de Oriente que un hijo suyo protagonizara heroicas gestas y decididas respuestas.

«Guarde usted ese documento, que no queremos saber de él», dijo resueltamente al capitán general Arsenio Martínez Campos, el 15 de marzo de 1878, en Mangos de Baraguá.

Humildemente, asumió el propósito de su existencia: la independencia de la Patria y de todos sus hijos. «Siempre he sido soldado de la libertad nacional, que para Cuba deseo, y nada rechazo con tanta indignación como la pretendida idea de una guerra de razas», dijo Maceo.

Esa determinación la fundamentó en su temprana comprensión de los principales enemigos de la causa. A Federico Pérez Carbó le escribió: «De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso».

De manera que, en cumplimiento del objetivo cespediano, el anhelo martiano y sus profundas convicciones, aseguró que «Cuba será libre cuando la espada redentora arroje al mar sus contrarios (…) Pero quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha».

El 14 de junio de 1845 vino al mundo un Titán que luchó hasta la muerte por su Patria, cuyo futuro, según otro oriental de titánico valor, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz,  «será un eterno Baraguá».

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