BAYAMO, Granma.–Martha Ramírez Martínez no recuerda con exactitud cuándo fue la primera vez que extendió su brazo para donar sangre y, con ello, ayudar a la recuperación de un enfermo, salvar una vida…, devolverle la alegría a una familia. Ella solo sabe de la satisfacción de sentirse útil y de la necesidad de mantener ese gesto de infinito amor y altruismo.
«Desde que empecé a donar sangre hasta la fecha han pasado muchos años y, sin embargo, el compromiso sigue siendo el mismo de la primera vez, porque sé que una bolsita de sangre puede hacer la diferencia, por ejemplo, en un paciente que requiera una transfusión», dice orgullosa, a este diario, quien ya acumula 48 donaciones realizadas y podría cerrar este año con su primer medio centenar.
Enfermera de profesión, con 34 años de experiencia, asegura que ser donante de sangre la ha convertido en una mejor persona, mejor profesional, «pues se trata de un gesto muy sencillo, que apenas toma unas horas de un día, cada cuatro meses, y que en cambio puede salvar una vida.
«No todo el que quiere donar su sangre puede hacerlo, porque a veces se lo impide su condición física o alguna limitación de salud, por eso creo que extenderé mi brazo para donar hasta que el cuerpo me lo permita», añade esta bayamesa de 54 años de edad.
«Mi sangre pertenece al grupo O positivo, que es un tipo que se requiere mucho en los centros hospitalarios; por ello, cuando me preguntaron si quería donar no dudé en hacerlo», subraya Martha, a la que le gusta resaltar también la entrega de otros tantos donantes, cuyos récords no se cuentan en beneficios económicos, sino en números que hablan de la grandeza humana.
«En mi caso he tratado de ser sistemática con las donaciones. Solo una vez que estuve operada de una rodilla dejé de hacerlo por un tiempito, y en cuanto pude me incorporé de nuevo al programa, porque soy consciente de su importancia para el país», comenta Ramírez Martínez.
Trabajadora del Laboratorio de Medicamentos Líquidos Orales (Medilip), enclavado en Bayamo, esta abnegada enfermera y donante destacada de la cabecera provincial de Granma afirma, además, que no hay búsqueda de reconocimiento personal en ese dar y compartir vida a través de su sangre, «porque lo que realmente importa es que sirva para ayudar a alguien a superar una situación de salud o incluso a salvar una vida».
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