Si –metafóricamente y apelando a una vieja frase popular– alguien dijera que los espirituanos han estado pidiendo agua por señas, la afirmación no estaría muy lejos de la realidad.
Recurrente, la sequía vuelve a hacer de las suyas, «en estrecha cooperación» con un fenómeno que suele provocar estragos en todo el país: el mal estado de las redes, cuyos salideros debilitan considerablemente el flujo del preciado líquido y propician la fuga de grandes volúmenes de agua (en muchos lugares se estima alrededor del 40 %), con sensibles pérdidas para la economía.
El abasto mediante carros cisterna, o «pipas», ha vuelto a insertarse en la cotidianidad del panorama espirituano, donde más de 23 000 personas han estado perjudicadas por los efectos directos e indirectos de una sequía que inscribió registro inferior a la media histórica en abril, después de un trimestre en el que, desde las ranas hasta los arroyos, ríos y embalses hubieran agradecido un comportamiento más amigable por parte de las lluvias.
De acuerdo con información ofrecida por Yusliadys Lorenzo Coca, directora técnica de la Delegación Provincial de Recursos Hidráulicos, tal situación ha venido influyendo de manera más acentuada en zonas de Yaguajay, Jatibonico, Cabaiguán, Fomento, Trinidad y Sancti Spíritus.
De hecho, los territorios con más obras de captación (fuentes) perjudicadas corresponden precisamente al municipio cabecera (seis) y a Fomento (cinco), aunque Trinidad emerge con la mayor cantidad de población dañada por el deprimido estado que presentan El Pedrero y San Juan de Letrán, decisivos para asegurar el servicio.
De las nueve presas existentes, solo tres intervienen en el abasto a la población, y no preocupan porque hasta hace unos días Lebrije –suministradora de Jatibonico– estaba al 65 % de su capacidad; Tuinucú –que tributa a la cabecera provincial– retenía el 68 %; y Siguaney, el 74 %, para tranquilidad del poblado homónimo, Tuinucú, Zaza del Medio y la zona industrial de Sancti Spíritus.
Afortunadamente, la presa Zaza, el mayor embalse cubano, no entrega al consumo de la población. Aun así, especialistas y autoridades permanecen inquietos como consecuencia del muy bajo nivel de agua en estos momentos (apenas un 13 %) con la consiguiente afectación para programas de alta prioridad nacional, como el del cultivo del arroz en las extensas áreas que cubre la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro.
PARA ALIVIAR UN POCO
Recientes declaraciones de Pedro Jiménez Pérez, director provincial de Acueducto y Alcantarillado, indican que no todo es desgracia.
Consciente de la situación y de la impostergable necesidad de mejorar el abasto, el país ha tomado cartas en el asunto, y Sancti Spíritus pudo adquirir seis equipos nuevos, e incluso repuestos, para estaciones de bombeo como la de Manaquitas: la mayor del territorio, que asegura servicio a la cabecera provincial y a Cabaiguán.
Por concepto de cambio de matriz energética, entraron casi un centenar de equipos, híbridos, que pueden funcionar con luz solar o con electricidad.
Es permanente el empuje para reparar dentro y fuera del territorio equipos que, por su obsolescencia, se rompen constantemente, y la entrada de algunos carros-cisterna, aunque no satisface la creciente demanda, al menos alivia las necesidades de abasto en comunidades y barrios afectados.
Entonces, es vital la preocupación por el ahorro.Lo que se esfuma por redes, salideros, zapatillas defectuosas y otras «modalidades de fuga» no es agua: es economía, y Cuba no está como para estar dilapidándola mansamente.
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