ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Cuando ya sentía el aliento del final sobre la nuca, el periodista Luis Ortega escribió sus memorias. Lejos de ser un comunista, ni siquiera un revolucionario, le llegó la Revolución ya como periodista consagrado e incluso acusado de colaborador de Batista, lo cual negaba enfáticamente y, para demostrarlo, recuerda su exilio en 1953.

El resultado de esa introspección fue el texto Cómo se viene la muerte, y al comienzo mismo se pregunta «¿Por qué fue inevitable que ocurriera una Revolución como la cubana, precisamente a 90 millas de las costas de los Estados Unidos?». Todo el libro es un intento de contestar la pregunta.

«El intelectual en Cuba era un ser anormal y era rechazado. De los poetas ni hablar», inicia el prólogo. Y que comience por ahí, solo puede llamarme la atención cuando otro tanto sigue ocurriendo en la orilla de enfrente. En estos tiempos, el antintelectualismo feroz se alimenta bien en la Florida, donde pensar se hace sospechoso y, al decir de una congresista de origen cubano, «los comunistas te enredan enseguida si se les deja hablar». El intelectual que no sea becario oficialista de la maquinaria de fango, poco puede hacer para vivir de su profesión.

«Para cualquiera de las gentes, más o menos jóvenes que viven hoy en la Isla donde yo nací, la lectura de estas notas debe ser algo así como un consuelo. ¿Por qué? Porque podrán apreciar que el pasado no era tan hermoso como algunas gentes les han hecho creer. Era riesgoso ser joven en la Cuba en que yo viví. Lo mismo te podía matar un policía que morirte de hambre o de tuberculosis (...). Si el país de hoy es difícil, el de ayer fue peor, con la diferencia de que no se podía uno consolar, como se puede hoy, con la hermosa idea de que se es hijo de un país con dignidad».

Vale la pena leer a Ortega, se coincida o no con todas sus apreciaciones. Leerlo narrar cómo, luego del golpe de estado, Prío Socarrás, el presidente derrocado, ya en Estados Unidos, le manda, por medio de Luis, un recado a Batista, para que este le devolviera el dinero que tenía guardado en la gaveta de su mesa presidencial, porque él sabía que Batista era «un hombre de honor». Esa república ficticia, en palabras de Ortega, de pandereta, donde el presidente a quien le han violentado el mandato dado por las urnas, llama al asesino Batista un hombre de honor, con tal de que le mande el dinero robado.

«Cuando uno se adentra en la historia íntima de Cuba y descubre que se proviene de un país que ha sido víctima durante muchos años del país vecino, uno se entera de que los males de Cuba, ahora y antes, provienen de las duras presiones americanas». Lo dice un intelectual que combatió a la Revolución cubana la mayor parte de su vida, y ahora, viejo, reconoce que Fidel «se dedica a la tarea de reanudar el proceso independentista que fue interrumpido en 1898, cuando los americanos se lanzaron sobre la Isla». 

Y así andamos hoy, con apagón, pero con luz; con universidad; con Patria; sin amo; pero venceremos. Sí, venceremos. Cuba socialista saldrá adelante.

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César Gómez dijo:

1

20 de mayo de 2024

10:09:26


Excelente!

Taína dijo:

2

20 de mayo de 2024

12:52:40


Así es y así será!

con criterio propio dijo:

3

20 de mayo de 2024

14:43:14


Excelente vista atrás. Se dice constantemente que la historia no se puede olvidar. No es vivir del pasado ni en el pasado, es saber que nuestros intelectuales aún tienen mucho que leer y aprender de los años pasados

Edwin dijo:

4

21 de mayo de 2024

07:06:11


Muchas gracias Ernesto por este necesario artículo. Claro que saldremos adelante. No hay otra alternativa. Pobre de quien ingenuamente piense que en Cuba cabe otra posibilidad.