ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Los operadores, mecánicos, torneros y aniristas hacen lo posible para que la falta de maquinaria no constituya alarma o impedimento para trabajar en la Paquito González. Foto: Ortelio González Martínez

CIEGO DE ÁVILA.–Pipo (Edelio González), es lo que se dice una verdadera cátedra en los conocimientos de la producción de alimentos y en la vida, fundador-presidente de una de las mejores cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) del país, siempre creyó en el trabajo y en la fuerza del ejemplo. Trabajó y enseñó hasta los últimos días, antes de acogerse a la jubilación, hace casi dos décadas.

No fue por arte de magia, pero sí por amor, que pronunció aquellas palabras el día de la despedida: «Ustedes han sido los mejores campesinos del mundo, los mejores socios, los que a mi lado iniciaron el camino. Me voy con la certeza de que la CPA Paquito González seguirá siendo abanderada y ejemplo del movimiento cooperativo y campesino que soñó Fidel».

 

UNA CPA QUE JAMÁS ESTÁ EN PAUSA

El colectivo aprendió, desde hace mucho, a extraer con arte las producciones de la tierra.

En los años que se nos vinieron encima, signados por escaseces de todo tipo, la Paquito González jamás ha estado en pausa, ni siquiera en medio de las complejidades económicas por las que atraviesa la nación, una de las razones principales por las que este 25 de abril celebra su aniversario 45 de fundada, además de ser escogida, nacionalmente, para los festejos por el aniversario 65 del Congreso Campesino en Armas.

Y como José Alberto González –único miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba que es presidente de una CPA, desde hace 19 años– no cree en milagros, atribuye los sostenidos resultados a diferentes razones, entre ellas, «haber aprendido de Pipo, el fundador; el amor de los asociados por la labor que realizan, a la unión entre todos, incluida la junta directiva y a ponerse metas para no permanecer inactivos cuando queda mucho por hacer en el campo».

Más que todo ello, sin embargo, ha sido el aporte invisible de esa cultura de años para lidiar con un colectivo muy exigente, que ahora exhibe un know how moderno –incluidas la lumbricultura y otras técnicas orgánicas– para levantar los cultivos, en combustibles, aceites, grasas, fertilizantes, herbicidas y cuanto es necesario para la lucha contra las aguas turbulentas de un mercado leonino, del que parece regla que el productor gane menos, mucho menos que el comercializador.

La creación de riquezas propias los ha llevado a convertirse en una CPA de futuro, con más de 40 casas construidas para los asociados y sus familiares, círculo social para el disfrute de los cooperativistas y de la comunidad, 12 casas de cultivo, 20 estaciones de bombeo, 15 máquinas de pivote central.

Por ahora, la obra más importante es la terminación del acueducto de la comunidad, que beneficiará a más de 300 hogares y a unas mil personas, para muchos algo imposible cuando uno ve las rasgaduras recientes en la tierra, menos para los cooperativistas, que serán los mayores beneficiados.

«Año tras año hemos ido creciendo en producción, en área; hemos mejorado la tecnología. No podíamos permitirnos que las parcelas quedaran desiertas, con tierras infestadas de marabú. De la extinta CPA 26 de Julio asimilamos mil hectáreas, que se suman a las 1 600 que teníamos. Te aseguro que hoy pocas CPA en el país disponen de tanta área para producir. Para algunos será un lamento, ante las carencias actuales; para nosotros, una bendición», afirma José Alberto.

La cooperativa y sus 342 asociados trabajan en empinada cuesta para que no haya imposibles. Así, en las más de 2 000 hectáreas fomentan cultivos varios, frutales, ganadería, áreas boscosas. El esfuerzo los llevó a tener las 15 máquinas de riego en explotación y, en un futuro no lejano, llegarán a las 644 hectáreas bajo riego eficiente, con unas 200 de plátano extradenso bajo esa tecnología. Se dice fácil, lo difícil es hacerlo.

«Para la campaña de primavera –asevera José Alberto–, tenemos comprometida 666 hectáreas, algo grande. Pronto liberaremos de la cosecha de la papa 133 hectáreas que, inmediatamente, sembraremos de yuca y boniato, y un día le tiraremos al récord de 232 000 quintales; el de la época de la abundancia, cifra a la cual no vamos a renunciar. Sabemos que hay dificultades de combustible, pero eso no será la carencia eterna.

«Con un poco más de combustible y cerrando aún más los grifos del control, llegaremos, aunque parezca imposible. Hoy, sin mucho que ofrecer a las plantaciones, sobrepasamos las 4 600 toneladas (unos 100 000 quintales producidos, lejos del récord de 232 000 quintales».

En la CPA avileña «se trabaja hasta que el Sol se oculta», frase de su Presidente, que revela el admirable aprovechamiento de la jornada laboral que, dicho en otras palabras, equivale a toneladas de alimentos, a litros de leche, a granos, hortalizas y frutales, que le vienen asegurando el desempeño más integral del país en 2024.

 

LOS TRACTORES NO SON PARA PASEAR Y LOS MEDIOS DE TRaNSPORTE SON DE USO COLECTIVO

Cuando muchos en la agricultura claman por equipamientos nuevos –y aclaro que en la Paquito González los necesita–, aquí operadores, mecánicos, torneros y aniristas hacen lo posible para que la falta de maquinaria no constituya alarma o impedimento para trabajar, pese a los 20 años de labor en el campo, y más, que llevan muchos de los equipos.

Lo valida que la maquinaria aun existente (25 tractores de carácter universal, tres Komatsu, aperos de labranza, entre otros) supera el 95 % del coeficiente de explotación, a pesar de los años de fabricación, allá por la década de los años 90.

A una pregunta, José Alberto es concluyente: «Por ahí dicen: ‘‘la Paquito tiene maquinaria’’, y yo digo que ha recibido maquinaria y ha sido beneficiada y se le agradece al Estado la atención y dignificación, pero la Paquito en los últimos 35 años ha recibido solo un mtz-80, a finales del 89; y hace siete años recibió otros cinco tractores. Los otros son fundadores de la cooperativa, los Yunz, muy fuertes y duraderos, siempre que se les pase la mano y se les cuide.

«Tengo un k-700, el pobre, que trabaja entre 12 y 14 horas al día, algo así como dar un viaje a La Habana, diariamente. Imagínate el tren de pelea de ese bicho», afirma.

La cooperativa es algo más que una simple hacienda, una finca colectiva; es todo un organismo social, tan vivo y complejo como una ciudad, una definición que retrata al colectivo.

Cruz Antonia León Castillo es una de las agradecidas que este 25 de abril recibirá una nueva casa, en sustitución de un rancho de madera y guano, y en cuya construcción participaron familiares y algunos vecinos.

Ella, con gran afectación en la visión, diabética, hipertensa, se siente como niña con casa nueva: «Jamás pensé que por este tiempo tendría un hogar digno, porque realmente hubo un momento en que no tenía esperanzas, pero tengo la dicha de vivir en la Paquito González, que hace mucho nos abrió los brazos a mi esposo y a mí, que llegamos desde el municipio  de Bartolomé Masó, en la provincia de Granma, pero decidimos hacer nuestras vidas en esta comunidad de muchas personas buenas y humanas».

Alexis Pulido Villa, tornero, habla de la parte más triste de la historia: «Tengo un niño con leucemia y cada un mes y medio debo trasladarlo a Camagüey, y jamás ha habido un no cuando pido el transporte para llevarlo al hospital. Me siento muy agradecido de todos en la CPA, en especial de su junta directiva, que siempre me extiende la mano pa’ lo que haga falta», comenta.

Con el aval de haber cerrado años con ganancias de cuatro millones de pesos y otros con 27 millones, como el pasado 2023, con el ansia de siempre saltar sobre las dificultades –aunque el listón esté por encima de los 2,45 metros, el récord mundial impuesto por Javier Sotomayor hace más de 30 años– la CPA se convirtió en la primera del país en cumplir las 30 medidas prioritarias, entre las 63 que en abril de 2021 el Gobierno cubano aprobó con el objetivo de incrementar la producción de alimentos y satisfacer demandas no cubiertas de productos agrícolas.

Imposible mantenerse imperturbable ante los avances de una organización que impregna una singular simbiosis entre el campo y los asociados, no solo con los oídos pegados a la tierra, sino a la fragua, al yugo para los bueyes, al abono orgánico para las plantaciones, al soldador que ayuda a componer el gasificador del fogón, al vecino enfermo «al doblar la esquina»; a los niños de la comunidad… a todo cuanto se mueve en diez, 20 o 30 leguas a la redonda, que todavía es la forma en que los guajiros miden la distancia en aquellas zonas.

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