Con miras a la detección oportuna del consumo de drogas, se debe educar a la población, y formar a profesionales competentes capaces de identificar y alertar sobre el fenómeno.
Ante el incremento del uso ilegal de drogas en los últimos cinco años, y la disminución en la edad de consumidores, los centros educativos –como la institución más importante de la sociedad– no permanecen de brazos cruzados, sino que contribuyen a promover actitudes de rechazo, y articulados con otros organismos, mantienen un plan de acción para prevenir la injerencia y empleo de estupefacientes.
¿Cuáles son las acciones implementadas por las instituciones educativas en la lucha contra las sustancias sicoactivas? ¿Qué papel desempeñan en la prevención?
Para el doctor en Ciencias Eugenio González Pérez, viceministro de Educación, la escuela tiene el deber de salir de sus muros. Por ello es impostergable preparar a directivos, docentes, educandos y familias.
Sobre las adicciones, considera que son de los problemas actuales más complejos, porque están asociadas a patrones relacionados con la sociedad de consumo, «en la que la pérdida de los valores y la proliferación del mercado ilícito de drogas desempeñan un papel hegemónico».
Los estudios realizados plantean que este es un fenómeno de causa multidimensional y diferente en cada individuo. Por eso se necesita tener en cuenta las variables personales, además de la motivación, el conocimiento o la experiencia, subraya González Pérez.
«Es muy frecuente que algunos adolescentes se inicien en el consumo para comprobar el placer referido por otros, por imitar, por probar que “están en la última” y creen que son invulnerables. Muchos no saben decir que “no” ante la presión de los coetáneos».
El profesor explica que suele suceder que los educadores y la familia no lleguen a conocer a tiempo la necesidad de su apoyo para solucionar sus inquietudes o desconocen cómo ayudarlos.
EL TRABAJO EDUCATIVO–PREVENTIVO ES ESTRATÉGICO
Para entender la prevención social –comenta– en el contexto escolar, familiar y comunitario, es necesario el estudio del impacto que tienen en la formación integral de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, problemáticas que constituyen barreras en el crecimiento cultural y emocional. Por ende, el Ministerio de Educación (Mined) cuenta con las normativas para el desarrollo de este proceso.
Sin embargo, para prevenir hechos de drogas relacionados con los estudiantes, se encuentra la Resolución Ministerial 15 del año 2019, Programa educativo para prevenir el consumo de drogas en el Sistema Nacional de Educación, vigente hasta 2025.
Este programa tiene entre sus objetivos promover el desarrollo de valores éticos y morales que contribuyan a asumir estilos de vida saludables; fomentar el conocimiento sobre los efectos y consecuencias nocivas de las drogas en la salud física, síquica, el daño social, familiar y laboral, modificando los mitos y creencias erróneas en torno a estas. Además, pretende fortalecer las habilidades sicosociales que permitan afrontar los retos cotidianos relacionados con las drogas.
El directivo destaca que otros de los propósitos es preparar a los docentes y especialistas con herramientas metodológicas que garanticen el cumplimiento de las acciones educativas para prevenir de manera eficiente el consumo de drogas.
De igual forma, se debe establecer un sistema de relaciones con órganos, organismos y organizaciones que posibilite el desarrollo del trabajo coordinado, en aras de potenciar las acciones educativas.
También insiste en «fortalecer la labor preventiva, con énfasis en la niñez, adolescencia y las familias que por su situación social, de salud, de comportamiento, o por estar involucrados en hechos de drogas, requieren de la toma de decisiones», dijo.
Puntualiza que la tarea de la escuela es anticiparse, ganarle tiempo y espacio al consumo, a partir de la preparación. «Es, en esencia, instruirlos para que sean capaces de identificar riesgos, tomar decisiones, responder asertivamente y, sobre todo, el autocuidado y la autorresponsabilidad en la protección de su salud».
En este sentido, es importante que, en la institución, el educador desempeñe su papel como «trabajador social», al asumir la responsabilidad en la acción que emprende.
Lo anterior implica, según el Viceministro, que se tengan conocimientos básicos sobre las drogas y las herramientas metodológicas para abordar el tema coherentemente en todos los momentos del acto educativo. «Por eso, en la educación preventiva, el maestro constituye el eje fundamental para modificar el modo de comportamiento de los educandos y favorecer una adecuada formación integral».
PRINCIPALES TENDENCIAS
De acuerdo con González Pérez, en los centros educacionales los hechos por ingerir sicoactivos han ocurrido de manera casuística, pues «es la vía pública el escenario principal en el cual se producen más casos y con la mayor cantidad de participantes, con más frecuencia los fines de semana y después de las diez de la noche».
El directivo detalló que:
- El promedio de edad de los participantes es de 15,2 años.
- Coincide con otros expertos en que la marihuana, los sicofármacos y los cannabinoides sintéticos, por ese orden, son las sustancias más consumidas, aunque en los dos últimos años se expresa un crecimiento en el consumo de cannabinoides sintéticos.
- El género masculino representa el 67 % de los consumidores, el femenino un 32,9 %. Además, la Educación Técnica y Profesional es la más afectada, seguida de la Secundaria Básica y el Preuniversitario.
- Según las características del comportamiento escolar de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que han consumido, el 89,8 % fuman o ingieren bebidas alcohólicas, y poseen tendencia a incumplir con los deberes escolares, por lo que sí es posible identificarlos, de forma oportuna antes de que las consuman.

PERSPECTIVAS PARA UNA PREVENCIÓN EFECTIVA
González Pérez comenta que, desde una concepción metodológica, que prepara al maestro, se requiere fortalecer a las escuelas como instituciones coordinadoras de las influencias educativas en las comunidades, la generación de dinámicas intersectoriales que potencien la integración en los procesos de educación social, y el desarrollo de una conciencia crítica y de participación que permita a todas las personas reconocer las problemáticas y mostrar disposición para resolverlas.
Precisa que urge realizar debates en las comunidades, e integrar a los sectores que el fenómeno social transversaliza.
Destaca que un estudiante involucrado en un hecho, preocupa y ocupa, por el impacto que tiene en el contexto familiar, escolar, comunitario y desde lo individual.
Agrega que, «sigue constituyendo un reto el lograr la sensibilización para desarrollar en niños, niñas, adolescentes y jóvenes, una cultura de rechazo a las drogas».
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Antonio Vera Blanco dijo:
1
24 de abril de 2024
12:16:31
Yunier Lara Sánchez dijo:
2
25 de abril de 2024
13:36:58
Mirta Rosa Martín Fuentes Respondió:
22 de junio de 2024
15:59:41
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