
Camina despacio y mira al auditorio. Toma el micrófono, sonríe y piensa sus palabras. «Yo pasé de vender periódico a ser vicepresidente para América Latina del Programa Internacional del Desarrollo de las Comunicaciones», dice y llama la atención del público que ansía conocerlo.
Con Raimundo Gómez Navia coincidí en una charla por la jornada del día de la prensa cubana. Él es de esas personas con las que te apetece dialogar, porque su existencia está cargada de historia.
Confiesa haber empezado a trabajar desde los seis años con su padre; primero como vendedor de frutas, luego llegaron a sus manos los periódicos.
«Me preguntas porque me llamó la atención el periodismo, más allá de eso lo que me atrae, lo que me vuelve un apasionado a todo meter, son los procesos de comunicación. Y la Revolución cubana ha completado ese interés».
Tras la firma de la Ley de Reforma Agraria, a Raimundo lo llaman para formarse como contador agrícola. Un giro en su rutina lo hizo prescindir de sus quehaceres para encargarse de la distribución de la revista Mella, «y por esas circunstancias aprendí a dominar uno de los principios de la comunicación: el de convencer a los destinatarios».
Con sus manos inquietas evoca las vivencias de los primeros años de su formación periodística. Cuenta sobre su ingreso a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la preparación en la Escuela de Cuadros Nacional Fulgencio Oroz, y sobre su profesor, ese Ricardo Cardet que le mostró la chispa de la profesión.
«Inicié el trabajo de reportero en el diario Juventud Rebelde. Luego integré la Columna de Che y Camilo, que recorrió desde Oriente hasta Santa Clara».
Su historial es vasto y 30 minutos de charla es muy poco si de contar sus hazañas se trata. Destaca que fungió como jefe de los corresponsales provinciales y de redacción en la revista de la Federación estudiantil de enseñanza media (Feem) y Juventud Técnica. Posteriormente pasó a dirigir el Centro de Estudios de los Medios de Difusión Masiva de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec).
«Como parte de la Comisión Cubana de la UNESCO sobre los medios de comunicación que me correspondió atender, integré el Comité Coordinador del Programa Internacional del Desarrollo de las Comunicaciones y asumí la vicepresidencia de América Latina y el Caribe.
«En ese período me encargué de preparar a los órganos nacionales y algunos provinciales para elaborar proyectos de apoyo financiero en el terreno del periodismo y de las comunicaciones. Entre ellos estaba el archivo fílmico del ICRT y del ICAIC, además un sistema de documentación que constituyó el desarrollo de la informática entre los periodistas cubanos».
Su otra pasión, Haití
Con razón dicen que la haitianidad es el tema de Raimundo Gómez. Si bien la comunicación lo atrapa en sus vaivenes interminables, la migración haitiana en Cuba es su bandera, el contenido que le apasiona.
Rememora las antesalas de la fundación de la primera cátedra de estudios de ese país en la Isla. Y dice que el interés comenzó cuando decidió narrar su traumático encuentro con un grupo de trabajadores haitianos.
«Llevo 33 años trabajando la historia de la haitianidad. Pues en 1991 la organizadora de la comunidad del hermano país caribeño en Cuba me pidió colaborar en la creación de un proyecto y así lo hice. Desde entonces he sido un asesor de esta comunidad».
Respecto a la vigente situación política y social que afronta Haití, añadió: «lo que acontece es un resultado promocionado durante dos siglos por el imperialismo norteamericano. Es un modelo neocolonial impuesto como castigo al ejemplo que dio la nación con su revolución. Estoy convencido de que se restablecerá su soberanía y autodeterminación».
Raimundo termina su intervención. Se asombra al percatarse de los minutos que dice haberse robado. Quizá desconoce que para los que estábamos escuchándolo nos pareció poco.
Para él no hay barreras, porque como expresa: «nunca me he conformado con ser un observador».



















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Victor Manuel González Albear dijo:
1
15 de abril de 2024
12:22:07
iry dijo:
2
15 de abril de 2024
22:48:21
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