ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Sandra junto a «Mamá Yasmín», en el portal de la casa que el Estado cubano le entregó. Foto: Luis Alberto Portuondo

Un lunes abrileño, luego de clases, la conocí. En 2008, Sandra entró a estudiar en el preuniversitario. Era la niña de La Colmenita, ya hecha una jovencita.

La profesora de Historia estaba en su casa, impartiendo la clase. Me asomé por la ventana y, enseguida, la perspicaz muchacha dijo: «Vas a entrar porque debes ser el de la FEEM, me das un beso en la mejilla, y de paso me acompañas. Sepa usted que no soy la muñeca sin brazos a la que Magdalena enterraba en la arena, soy Sandra Iglesias Torres».

Era conocida en todo Santiago de Cuba. Cuando nació, el 30 de septiembre de 1992, en el Hospital Ginecobstétrico Sur Mariana Grajales, llamó la atención al no tener brazos ni fémures, y por su diminuta estatura. «Fue mi primera casa, donde celebraron mi primer cumpleaños, en pleno periodo especial. Luego me trasladaron para la Escuela para niños con discapacidades físico-motoras e intelectual América Labadí, pero se percataron de que lo que me falta en extremidades lo tengo en inteligencia. Ese fue mi segundo hogar hasta los seis años, alternado con un círculo infantil cercano, en el que aprendí mucho. Incluso, cuando llegué a la Escuela Solidaridad con Panamá, ya sabía leer». Así lo cuenta otro lunes, pero de febrero de 2024

 

CUBANA Y FELIZ

Llegué en horas de la tarde a su casa, «hecha a mi medida, porque cuando el Gobierno comenzó a construirla, les dije que todo debía estar asequible: interruptores, llavines, la meseta, tomacorrientes, el televisor y el resto de los muebles que me entregó Asistencia Social». Es la reina de su hogar y del vecindario.

Toñita, una joven que trabaja como cuidadora de Sandra, realiza los quehaceres, mientras ella envía un sms a Mamá Yasmín, quien le ha timbrado en varias ocasiones.

«Aunque no recibí el amor y la comprensión de algunos, la mayoría de las personas me han demostrado afecto, porque cuando esta oriental llegó a La Habana, a la Escuela Solidaridad con Panamá, y aprendió a valerse, en la medida de sus posibilidades y potencialidades, y a reconocer que es especial; cuando ingresó a la Compañía de Teatro Infantil la Colmenita, y conoció a Fidel y a Raúl –muy preocupados y ocupados por la institución y por nosotros–, y tuvo la soñada y espectacular fiesta de 15 años, entendió que la obra de la Revolución Cubana hay que contarla porque su luz opaca a las vicisitudes», dijo la joven.

«Tengo un hogar, prestaciones económicas y de recursos; participo en proyectos socioculturales; despido duelos –por mis dotes como oradora–, me encanta la locución y, en ese sentido, los micrófonos de la emisora Radio Majaguabo están abiertos. Mamá Yasmín –la presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular–, me ha acogido de la misma forma que lo hace con su hija; y, sobre todo, la dicha de haber nacido en Cuba», expresó, visiblemente emocionada.

Grandes alas han sustituido a sus brazos y le permiten superar el metro sobre el nivel del suelo: «La Cuba que soñamos solo es posible con la Cuba que estamos construyendo. Cuán bueno es saber que tenemos una Patria con todos y para el bien de todos, donde prima el culto a la dignidad plena del hombre».

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fabriciano dijo:

1

31 de marzo de 2024

09:01:22


Que decir de si articulo y foto PORTUONDO Sencillo, MUY LINDO, MUY LINDO, QUE LLEGA AL ALMA