Si directivos y trabajadores concentraran pasiva e irremediablemente la mirada en las insuficientes asignaciones de energía eléctrica y de combustible, la justificación estuviera vistiendo sus mejores galas, el grueso de la fuerza laboral ya no estuviera allí y los enormes hornos tiritaran, suplicándole hasta al mismísimo sol un poquito de calor.
El asunto no es de juego. El pasado año, a pecho y pulmón, produjeron apenas la mitad de lo que, por capacidad, podrían entregarle al país (en medio, por demás, de una necesidad nacional tremenda) y todo indica que en 2024 podrán asegurar la mitad de lo hecho durante ese 2023.
La fábrica de cemento ubicada en Siguaney, sin embargo, no será nunca el lugar escogido por las dificultades para hacer mella en la voluntad de los hombres.
EMPINARSE O EMPINARSE, NO HAY OTRA OPCIÓN
Conversar con el joven Gonzalo Reina Aguilar, director general, es la forma más expedita de comprender el milagro –palpable a ojos vista– que significa ver cómo una envejecida industria presenta roturas casi diariamente, y en el propio día hay manos y cerebros que la vuelven a poner en funcionamiento, así como el rosario de alternativas que, a contracorriente, están poniendo en práctica para ampliar horizontes en los terrenos de la producción, independencia energética, soberanía alimentaria y creación de condiciones para una mejor atención a los trabajadores.
Como sus similares en el país (seis en total), esta fábrica no escapa al brusco descenso que registra la producción de cemento, imprescindible para la actividad constructiva mediante las conocidas estructuras de hormigón (losas, vigas…), con marcado empleo en proyectos de alto valor económico y en programas como el de la vivienda.
Según acota Saúl Rodríguez Pérez, director técnico, el mortero –al parecer no siempre visto en su justa y muy práctica dimensión constructiva– se ha instalado con muy buenas intenciones y resultados dentro de Siguaney, mediante la creación de condiciones que hoy permiten darle magnífico uso a la hora de situar azulejos, mosaicos, bloques, ladrillos, realizar salpicado, estuque y otros usos.
En cooperación mutuamente ventajosa con dos mipymes, cuyo equipamiento posibilita fabricar cinco tipos de bloques e igual cantidad de adocretos (especie de adoquín para pisos o pavimentación), esta entidad corrobora cómo, usando la inteligencia y la voluntad de hacer bien las cosas, una empresa puede saltar la inercia generada por escaseces y producir materiales de construcción, altamente demandados en todo el país.
«Afortunadamente, no tenemos problemas con la materia prima para nuestras producciones. La principal cantera está ahí, a 500 metros y a cuatro kilómetros la otra, el caolín viene de Gaspar y el yeso de Punta Alegre, ambos en Ciego de Ávila; el hierro nos llega por ferrocarril, desde Sola, Camagüey».
EL SOL Y OTROS «MILAGROS»
Como, lejos de concentrarse en manchas, los agradecidos miran la luz, directivos, especialistas y trabajadores buscaron –y han hallado– soluciones nada despreciables en el llamado Astro Rey… y en otros «cuerpos terrestres», bajo el empeño de ir estructurando una independencia energética.
Así, sobre la base de un estudio de factibilidad, se han propuesto sustituir parte de la energía eléctrica de la red, y en estrecho nexo con Copextel, ya fue montado el primer panel solar para utilizar energía fotovoltaica, perfectamente viable para cubrir necesidades del lugar donde está instalada esa tecnología, e incluso aportarle el excedente a la fábrica, ventaja que también esperan aprovechar cuando dispongan de otro panel en el área destinada al autoconsumo.
No es esa la única variante. Animado, el propio Saul –quien le ha dedicado su vida entera a esa fábrica– comenta el provecho que está reportando la quema de lodos de desecho de la generación distribuida y de la refinación del petróleo.
Para ello, han destinado dos pailas que acopian ese lodo en plantas asentadas en otros puntos del archipiélago, sobre todo de la zona central. Por esa vía, el pasado año la entidad ahorró o sustituyó unas 400 toneladas de crudo.
Súmese el oportuno uso que se le está dando a un elemento que en el mundo entero suele generar gran preocupación y problema ecológico o medioambiental: los neumáticos fuera de uso (NFU).
La quema de unos 4 000, entre Siguaney y Cienfuegos, no dejan la menor duda acerca del conveniente destino que se les puede dar a esas gomas, básicamente para el calentamiento de los hornos.
La práctica, al menos en la fábrica espirituana, indica que en cada arrancada se pueden ahorrar o dejar de emplear entre 20 y 30 toneladas de petróleo, en dependencia del nivel de calentamiento.
Entonces, ¿hay manga o no de dónde sacar conejos todavía?
SOBERANA-MENTE ACTUANDO
Otro de los ejes, para cuya cimentación Siguaney mueve (más que cielo) tierra, es el de la alimentación.
A ritmo de bota bien calzada, Gonzalo y su tropa hoy tienen una idea más clara de lo que puede significar la soberanía en ese sentido.
Arroz, viandas, frutas, aves, huevos, carneros, cerdo, ganado, leche, plantas proteicas para alimentación animal y hasta peces en un pequeño embalse… han dejado de ser una posibilidad o aspiración, para cobrar forma concreta a instancia de comedor obrero o mediante venta que el trabajador no halla cómo agradecer.
Por ahí orbitan parte de las razones por las cuales, a pesar del polvo, del vapor, de faenas realmente duras, muchos trabajadores no han querido abandonar la fábrica, ni en sus momentos más severos o inciertos.



















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