ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El uso abusivo del alcohol y el tabaco podría abrir las puertas al consumo de otros tóxicos aún más nocivos y fulminantes a corto plazo. Foto: Juvenal Balán

Prevenir desde edades tempranas el consumo de las denominadas drogas porteras (el alcohol y el tabaco) es una responsabilidad fundamental, oportuna y determinante para la escuela, la comunidad, los grupos formales e informales, para los medios de comunicación y otros agentes socializadores, pero en primer lugar para los padres y la familia más cercana, dados los riesgos de que «el placer» de beber y fumar no solo atente contra la salud, sino que conduzca a otras adicciones, conductas desajustadas e ilegalidades.

Nos desafían a todos, crudas realidades del comportamiento mundial del fenómeno globalizado del consumo cada vez más temprano de sustancias tóxicas (desde los 12 años o menos) y de la consideración del tabaquismo como una enfermedad pediátrica, debido a que la mayoría de los adultos empieza a fumar en la adolescencia, antes de llegar a la mayoría de edad.

Son verdades que no podemos ignorar y nos conciernen a todos los padres, por lejanas que parezcan las amenazas, ya sea por desconocimiento, descontrol o exceso de confianza.

Alejar a los hijos de las denominadas toxicomanías comienza con los esfuerzos comunes por garantizar un hogar estable, en el que haya amor, armonía, cariño, comunicación, solidaridad, protección sin excesos, confianza, estímulo y reconocimiento a las conductas positivas, la crítica oportuna a las negativas y la ejemplaridad de la familia.

Coinciden los expertos que, entre las medidas preventivas más importantes, será vital inculcar a nuestros hijos el amor consciente a la pareja, al estudio, al trabajo, al deporte y a la recreación sana, como antídotos a las adicciones, sobre las cuales será necesario orientarlos respecto a sus peligros, mitos y engaños, sin demasiada información, pues a determinadas edades puede despertar intereses no deseados.

En sentido general, se impone ahondar en la percepción de riesgo y consolidar el rechazo a estas sustancias y hábitos nocivos.

Al mismo tiempo, debemos estar conscientes de que entre los principales motivos del inicio del consumo de drogas legales se ubican: la curiosidad, la imitación a los padres, la presión del grupo de amigos, la aceptación social, la anticipación a la edad adulta y la rebeldía.

El destacado académico, doctor en Ciencias Médicas Ricardo González Menéndez, insistía en sus conferencias y libros que el uso abusivo del alcohol y el tabaco podría abrir las puertas al consumo de otros tóxicos aún más nocivos y fulminantes a corto plazo, de ahí sus riesgos como especie de trampolín rumbo a la iniciación del camino a la esclavitud.

Alertó de los peligros y desafíos del frecuentemente subestimado problema del consumo alcohólico irresponsable, que «se considera entre los tres grandes enemigos de la salud, junto a las enfermedades cardiovasculares y el cáncer».

Y no solo lo confirmó en sus más de cinco décadas de consagración como experimentado psiquiatra, profesor e investigador, sino que, constantemente, acudía a las estadísticas y experiencias internacionales para persuadirnos.

PELIGROS DEL CONSUMO IRRESPONSABLE DEL TABACO Y EL ALCOHOL

Precisamente, la Organización Mundial de la Salud (oms) y otras fuentes afirman que el consumo de alcohol causa anualmente tres millones de muertes en el planeta; es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos; provoca defunción y discapacidad a una edad relativamente temprana, pues entre las personas de 20 a 39 años, aproximadamente el

13,5 % del total de muertes son atribuibles al alcohol.

Mientras que cada año fallecen en todo el mundo más de ocho millones de personas a causa del tabaco. Más de siete millones de estas defunciones se deben al consumo directo, y alrededor de 1,2 millones son consecuencia de la exposición de no fumadores al humo ajeno.

Es un cálculo muy aproximado de la oms, ya que no todos los países disponen de métodos fiables para cuantificar el tabaquismo y sus consecuencias.

Por su parte, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (iarc) ha detectado la presencia de 70 agentes cancerígenos en el aire contaminado por humo de tabaco, por lo que concluye que respirar ese aire puede producir cáncer.

Si fumar es una amenaza potencial para la vida, las consecuencias del consumo de alcohol son múltiples: violencia, lesiones, enfermedades no transmisibles, traumatismos, problemas de salud mental, accidentes cerebrovasculares y aparición de diversos tipos de cáncer.

 Además de problemas sociales y psicológicos, el alcohol es la sustancia tóxica que más problemas genera en el entorno social cercano.

Cuando en la familia hay una persona con trastorno por uso de alcohol, pueden aparecer problemas en las relaciones familiares, económicas, conductuales, sociales y legales.

Además, el alcoholismo se convierte en un «secreto» que dificulta la búsqueda de ayuda. El estigma potencia que la persona que sufre esta adicción y su familia no quieran acudir a tratamiento, por el miedo a ser etiquetados, y que se escondan y silencien el alcoholismo que padecen en el hogar.

Si las drogas porteras u otras circunstancias llevan a la iniciación de adicciones más dañinas, entonces los peligros se multiplican y se acentúa aún más el temor de asistir a consulta en búsqueda de ayuda especializada para tratar de salir del bache.

Si falla la barrera preventiva y se hace imprescindible la atención especializada para los enfermos por adicciones, existen pruebas científicas fehacientes de que un tratamiento bien organizado, con personal capacitado, que preste el apoyo necesario, puede surtir efectos rápidos y duraderos en las personas afectadas.

Desde hace décadas, Cuba dispone de los centros comunitarios de Salud Mental, especializados en estos tratamientos, al alcance de cualquier ciudadano que lo necesite o busque orientación.

Asimismo, ha sido una prioridad de la Revolución, desde sus primeros días, ofrecer una atención de salud primaria, capaz de prevenir, detectar y gestionar a tiempo tales afecciones, así como la labor de los centros de promoción para la Salud, encargados de promover hábitos sanos de vida, o las clínicas de Higiene Mental, que ofrecen servicios de forma ambulatoria.

El Código de las Familias establece, en su artículo 2.3, que «los miembros de las familias están obligados al cumplimiento de los deberes familiares y sociales sobre la base del amor, el afecto, la consideración, la solidaridad, la fraternidad, la coparticipación, la cooperación, la protección, la responsabilidad y el respeto mutuo».

Más adelante, el artículo 5, Derechos de la infancia y la adolescencia en el ámbito familiar, plantea que «es responsable de asegurar a las niñas, los niños y adolescentes el disfrute pleno y el ejercicio efectivo de sus derechos», entre ellos, recibir acompañamiento y orientación en consonancia con la evolución de sus facultades para el ejercicio de sus propios derechos; el libre desarrollo de la personalidad; crecer en un ambiente libre de violencia, y a ser protegido contra todo tipo de discriminación, abuso, negligencia, perjuicio o explotación; a la información que favorezca a su bienestar y desarrollo integral; la comunicación familiar; el honor, a la intimidad y a la propia imagen; así como un entorno digital libre de discriminación y violencia.

Nuestra Constitución, en su Artículo 46, defiende que en Cuba todas las personas tienen derecho a la vida, a la integridad física y moral, a la libertad, a la justicia, a la seguridad, a la paz, a la salud, a la educación, a la cultura, a la recreación, al deporte y a su desarrollo integral, caminos todos que conducen a la realización humana, y antídotos para hacer frente a la esclavitud de las drogas.

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