SANCTI SPÍRITUS.–Sucedió muy recientemente, pero tengo la certeza de que en las instituciones y barrios visitados aún se habla –y se hablará– con una mezcla de agrado y de esperanzas.
Aunque no es la primera vez que las autoridades del territorio espirituano realizan un contacto así, la presencia de visitantes como Jorge Luis Perdomo Di-Lella, vice primer ministro, y de la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera, tiene favorable efecto entre personas de todas las edades.
El tema, por demás, no puede ser más a la medida del momento. Se pretende observar con ojo clínico para poder poner el dedo en la llaga sobre asuntos que de manera directa inciden y hasta pueden perjudicar el desarrollo integral de la niñez, la adolescencia y la juventud, además de examinar, con igual sentido preventivo, la atención cada vez más puntual que requieren personas, grupos o segmentos desfavorecidos dentro de la sociedad cubana actual.
Tratados al más alto nivel político y gubernamental, esos temas cobran mayor trascendencia en medio del proceso de medidas que el país sigue aplicando para enfrentar la compleja situación interna, con impacto en la población.
Por ello, acompañados todo el tiempo por Deivy Pérez Martín y Alexis Lorente Jiménez, primera secretaria del Partido y gobernador, respectivamente, en Sancti Spíritus, Di-Lella y la titular de Trabajo comprobarían lo estratégico que resulta la labor de las estructuras encargadas de la prevención, para conocer en cada lugar, con nombre y apellidos, quiénes son realmente las personas más vulnerables, las más urgidas de atención y de ayuda.
Aunque se ha dicho bastante, no hay duda de que lo importante es poner en práctica acciones concretas, no para cumplir una tarea o indicación, sino para transformar y revertir el panorama, concepto válido tanto para el tratamiento a los casos socialmente más necesitados como para la atención integral a los jóvenes, de manera que estos encuentren dentro del archipiélago las motivaciones y oportunidades que siempre tuvieron.
El asunto remarca interés si se tiene en cuenta que, según el propio Di-Lella al resumir la jornada, un tercio de la población tiene menos de 30 años, mientras, al mismo tiempo, hay marcada tendencia al envejecimiento dentro de ella, en una coyuntura que, por demás, registra más muertes que nacimientos.
Haber bajado a repartos como el de Kilo 12, en la ciudad cabecera; al Hospital Provincial Camilo Cienfuegos; al Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología; a la minindustria Lucumí o a la casa muy sensiblemente concebida para niños sin amparo familiar, volvió a demostrar lo positivo que son –y cuánto agradece el pueblo– espacios y momentos así, bien enyugados con análisis a instancia central, como los que cada mes realiza el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez para seguir, palmo a palmo, cuestiones relacionadas precisamente con la niñez y la juventud.
Siempre se hizo de ese modo. Lo aprendimos de Fidel, el mejor maestro que ha tenido Cuba en toda su historia, para aterrizar teoría sobre práctica, sin distinción de etapas fáciles o complejas.
Y no hay que ser experto ni vidente para saber que ese nexo directo, franco, cordial, claro y optimista con la gente deviene receta muy efectiva hoy para detectar dolencias, curar males, sembrar confianza y plantar bandera.



















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