
Un día de noviembre, yendo a la Plaza de la Revolución José Martí, me interceptó Gladis, una anciana con los ojos nublados por la catarata; lloraba porque necesitaba que la condujeran hasta la Oficina de Atención a la Población, del Palacio de la Revolución: «Por favor, ayúdeme, que tengo edad para ser su abuela; vivo sola en Alamar y nadie se ocupa de mí».
Gladis Silva Falcón, una santiaguera que desde los años 60 vive en La Habana, reiteraba una y otra vez, mientras yo le servía cual bastón, «necesito ser atendida».
Cuando llegamos a la modestísima Oficina, reconocieron a la señora. «Ayer vino y la llevamos hasta su casa», dijo una de las funcionarias. Enseguida pensé en la parábola de la viuda que, una y otra vez, se dirigía hacia un juez para que «le hiciera justicia ante su adversario».
Ciertamente, un equipo de mujeres y hombres, consagrados al servicio, habita allí. Para el descanso no hay hora, reciben a cuantos llegan y orientan de la manera más certera. Un matrimonio, llegado desde Puriales de Caujerí (Guantánamo), exponía sus inconformidades; una funcionaria tomaba notas y se solidarizaba: «Su caso tenía, desde el primer momento, solución en el municipio; pero aquí estamos para usted, no se preocupe, que nosotros nos ocuparemos».
Pasados unos minutos nos atendió la Jefa de la Oficina, pero en el preludio Gladis pudo degustar una merienda y recibir hasta mimos; pronto la tristeza se convirtió en calma.
María del Carmen Cedeño Rodríguez, la mencionada responsable, tras escuchar detenidamente la historia de Gladis, y su anhelo «de tener una cuidadora que sea como yo quiero», llamó a los responsables de la actividad en el municipio de Habana del Este, e indicó el procedimiento, no sin antes advertir que iría personalmente, para constatar lo realizado.
María, con mucha delicadeza, acotó: «De Fidel aprendimos que no es lo mismo oír sobre un problema, que verlo y tocarlo con nuestras propias manos. Eso lo dijo en fecha tan temprana como el 15 de junio de 1960. Lo que pasa es que, desdichadamente, algunos se olvidan de ese principio, y del de promover el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre, como dijo Martí».
En consonancia con la máxima fidelista de que «encontrar soluciones a los problemas será siempre una victoria, encontrar soluciones será un fortalecimiento más de la Revolución», las asambleas municipales del Poder Popular, los consejos de Administración, los gobiernos provinciales, las entidades, organizaciones y los Organismos de la Administración Central del Estado (oace) cuentan con especialistas para atender las quejas y peticiones del pueblo.
Cedeño Rodríguez precisó que en 2022 «se atendieron en el país cerca de 700 000 casos, que los ciudadanos nos hacen llegar a través de cartas, correos electrónicos, por la vía telefónica, las redes sociales, y de manera presencial».
Los asuntos relacionados con la vivienda, el abasto de agua, la asistencia social, la inflación, la insuficiencia de los salarios, y la demora en la ejecución de los subsidios, resaltan entre los principales que llegan hasta las oficinas, «que son atendidos por los niveles correspondientes y a los que la máxima dirección del país le concede especial y constante seguimiento».
ANTECEDENTES DE UN LOGRO DE LA REVOLUCIÓN
El Programa del Moncada estableció los fundamentos para estrechar en su máxima expresión el vínculo con las masas. Es por ello que, desde el mismísimo triunfo de la Revolución, Celia Sánchez Manduley se dio a la tarea de atender los planteamientos y preocupaciones del pueblo.
En 1962 se creó, dentro del Equipo Auxiliar de la Presidencia de la República y del Consejo de Ministros, el Departamento de Correspondencia, antecedente del hoy Departamento de Atención a la Población.
Posteriormente, se instrumentaron varias normativas, de manera singular el Decreto-Ley 67, del 19 de abril de 1983, que estableció el plazo de 60 días para ofrecer las respuestas a los promoventes. En 1986 se crearon los departamentos de Atención a la Población en los oace y demás estructuras del Estado.
La Constitución de la República, vigente desde 2019, establece en su Artículo 53 que «todas las personas tienen derecho a solicitar y recibir del Estado información veraz, objetiva y oportuna, y a acceder a la que se genere en los órganos del Estado y entidades, conforme a las regulaciones establecidas», al tiempo que enfatiza, en el 61, la prerrogativa que tenemos los cubanos para «dirigir quejas y peticiones a las autoridades, las que están obligadas a tramitarlas y dar las respuestas oportunas, pertinentes y fundamentadas en el plazo y según el procedimiento establecido en la ley».
En el recién concluido Segundo Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su X Legislatura, se aprobó la Ley del Sistema de atención a las quejas y peticiones de las personas, que da, por primera vez, este carácter a la actividad. En esta norma se deja clara la obligación que tienen los órganos del Estado, sus directivos, funcionarios y empleados a la hora de atender y dar respuesta a las quejas y peticiones de las personas, naturales o jurídicas, siempre que se identifiquen.
La Ley encarga a las máximas autoridades de los órganos, entidades y organizaciones responder «por la efectividad del sistema de atención a las quejas y peticiones en su ámbito de actuación», y que esta debe ser «oportuna, pertinente, fundamentada y en los plazos establecidos».
María Cedeño insistió, además, en que, «desde la hora en punto en que cada entidad cumple de manera cabal con su objeto social, se está atendiendo a la población; es un trabajo intersectorial y multidimensional que amerita de integralidad».
Por ende, si el pan no tiene calidad o una recepcionista se comporta de manera indiferente ante quienes llegan a su centro laboral, el sistema de atención a la población comienza a fracturarse, y «una Ley como esta tiene que ser letra viva, porque incide directamente en lo más importante que tiene Cuba: su gente».
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Ramon Luna Carballo dijo:
1
26 de diciembre de 2023
04:44:16
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