ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Los agricultores demandan no solo su justa retribución, sino que esta sea en tiempos razonables. Foto: José M. Correa

Las Tunas.–No es casual que se les denomine así, cadenas, porque, explicado del modo más sencillo posible, usted cuenta con lo que le deben para pagar a alguien más. Por ende, si no recibe el pago esperado, no puede efectuar el suyo propio, y así se comprometen las finanzas de más de un actor a la vez.

Tristemente, cuando se habla del sector cooperativo y campesino, hay que decir que es esta una situación muy delicada. Pese a los constantes análisis y medidas, no ha tenido soluciones definitivas; y aquellas de buenos resultados, en muchos casos no han logrado sostenerse en el tiempo.

Es notable el número de productores que, una vez cumplidos los compromisos pactados en un proceso de contratación, tarda meses para poder recibir el pago a esas producciones; lo que, lógicamente, tiene consecuencias en muchos sentidos.

INSATISFACCIONES Y DESMOTIVACIÓN

Maricela Peña Palmero, presidenta de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Sabino Pupo, del Cerro de Caisimú, perteneciente al municipio de Manatí, explica que este es un tema al que se le da seguimiento constante desde la junta directiva, pues existen quejas y preocupaciones de los asociados. No obstante, dice, se mantiene el compromiso, porque los campesinos reconocen que hay sectores priorizados a los que se debe atender, aun cuando Educación, que es uno de ellos, no logra hacer sus pagos en tiempo.

Por su parte, Arelis Calvo Santana, productora y económica de la CCS Conrado Benítez, en el poblado de Corojito, municipio de Colombia, señala que, aunque han existido ciertas mejoras de algunas entidades, casi nunca se logra pagar dentro del mes. Cita, por ejemplo, a Acopio, con atrasos en el pago de maíz y plátano.

«Como económica que soy, algunos se me acercan y me dicen que es mejor vender por fuera, porque tienen el dinero rápido en la mano, y ellos también necesitan comer y alimentar a sus familias. Nuestra CCS cumple con lo que pacta, llevamos tres años siendo vanguardias. Entonces, ¿por qué no se cumple con nosotros?».

Diosmani Ramírez Medrano es productor de leche en la CCS Sabino Pupo, del municipio de Amancio. Explica que se le paga un 50 % mediante transferencia y un 50 % en efectivo. «La transferencia llega en tiempo, pero entonces el efectivo se demora, y tenemos a trabajadores contratados que no tienen tarjetas. Además, hay muchos pagos que todavía son en efectivo, para no decirle que en el municipio no hay cajeros, tenemos que acudir al banco y, aunque nos ayudan, no siempre nos pueden dar la cifra que pedimos», asegura.

Las moras en los pagos traen consigo desmotivación de los productores, señala Yordanys Montejo Vargas, presidente de la CCS Carlos Manuel de Céspedes, de la comunidad tunera de Cuatro Caminos. No obstante, señala que el 64 % de los asociados ya cuenta con tarjeta, y eso ayuda a mejorar la puntualidad del pago, aunque sufren problemáticas relacionadas con la disponibilidad de efectivo en los bancos y el acceso a los cajeros. «Lo que más nos preocupa son las empresas, como Porcino, que compran en MLC y después no tienen respaldo para pagar», señala. Al momento de esta entrevista, se le debía a él, desde diciembre del pasado año, una cifra considerable en dicha moneda.

Explica también que, en determinados casos, las empresas demoran dos y tres meses en hacer los depósitos, luego llega todo el dinero junto, y entonces el banco no tiene respaldo para entregarlo.

LA OTRA PARTE…

Lógicamente, los impagos no tienen una sola cara ni una sola versión. Tampoco podemos llegar al absolutismo de afirmar que, con los problemas que enfrenta la economía cubana hoy, todas las moras respondan a irresponsabilidad o malos haceres. La mayoría de los deudores tiene hoy situaciones muy tensas en la contabilidad de sus empresas; generadas, por citar algunos ejemplos, por las propias deudas por cobrar, créditos vencidos o incumplimientos en sus propios planes productivos.

Mailín Utria Ricardo, directora general de la Empresa Cárnica Las Tunas, explicó a este medio las estrategias de su entidad para garantizar el pago a los productores que le suministran la carne de res, su materia prima esencial, aunque también se les compra arroz y yuca para otras producciones.

«Hemos logrado mantener estabilidad en materia de pagos. Estábamos logrando hacerlos entre 20 y 25 días, pero en ocasiones ese plazo se ha extendido a 30 días.

«Nos hemos visto en la necesidad de solicitar créditos bancarios para poder honrar esos pagos, porque la situación financiera de la empresa es tensa, debido a un alto número de cuentas por cobrar, por impagos de nuestros clientes. Ya hemos solicitado en lo que va de año 130 millones (al momento de esta entrevista solicitaban una nueva suma, ascendente a 80 millones), no solo para el pago a los productores sino a otros proveedores también».

El hecho de ser un sector presupuestado pudiera llevar a alguien a pensar que no es posible que Educación tenga hoy deudas notables –varias de las cuales rondan el año– con productores tuneros. Las causas de esta situación las esclareció Yaimara Martínez Rodríguez, jefa del Departamento de Contabilidad y Finanzas de la Dirección Provincial de Educación.

«En nuestro caso, tenemos deudas ascendentes a 30 millones de pesos, de cuentas por pagar, dentro de las que se incluyen las del sector cooperativo y campesino. Esos saldos tan elevados no responden a negligencia o descontrol, sino a la situación tan apretada que tenemos con el presupuesto.

«Nuestro sector está necesitando hoy más de cien millones para cerrar el año. Al inicio de este dejamos de recibir más de 180 millones en relación con nuestro anteproyecto y, por encima de eso, hasta este minuto nos han retirado 23 millones. Además, pagamos deudas de 2022 con presupuesto de 2023. Las direcciones de Finanzas no han podido respaldar nuestras necesidades».

Como en economía no hay eslabones sueltos, ello responde a que aquellos organismos encargados de tributar a los presupuestos locales no están cumpliendo con los ingresos y, por tanto, no se puede disponer de las cifras demandadas para el sector presupuestado.

Ante esa realidad, explica Martínez Rodríguez, en la mayoría de los municipios solo reciben dinero para salarios y para los aportes al Presupuesto del Estado. No obstante, asegura, cuando existe la más mínima holgura, se les paga a los suministradores con los que se tienen las deudas más viejas, con prioridad en las conciliadas. En todo ello ha tenido también un impacto notable el alza de los precios.

«Se está despachando con las direcciones de Finanzas y Precios, para ver si al menos se nos repone la parte del presupuesto que utilizamos para pagar deudas del año anterior. También estamos utilizando como medida extender los contratos de 30 días a 60 y 90, para que no se conviertan en deudas envejecidas tan rápido, al no haber liquidez para pagar».

Otra de las entidades que enfrentan deudas por pagar con el sector cooperativo y campesino es Acopio. Esta empresa experimenta hoy una situación sumamente compleja, debido a altas sumas de créditos vigentes y vencidos, que les impiden disponer de todos sus ingresos en función de honrar deudas pendientes.

Así lo explicó a Granma, Javier Velázquez Morales, comercial de la Empresa Provincial: «Tenemos hoy 67 millones de pesos comprometidos por créditos que no hemos podido amortizar. Debido a las nuevas medidas adoptadas por el país, comercializamos solo el 5 % de lo que se produce, con destino, por ejemplo, al consumo social y a las dietas médicas. Debido a los créditos, el banco nos retira el 80 % de los ingresos diariamente, y lo que hemos comercializado este año es ínfimo. Esperamos que ahora, con una cierta intención de fortalecer la parte estatal, podamos también obtener más producción. Hemos estado negociando con el banco la posibilidad de un nuevo financiamiento, para poder recuperarnos como empresa».

Por su parte, Maikel Cera Concepción, director provincial de Acopio, señaló que la concertación diferenciada de precios en los municipios los pone en una situación de desventaja, con márgenes de ganancia de centavos en algunos casos, y con la competencia, además, de intermediarios que pagan al contado y a precios superiores.

Hasta el Banco de Crédito y Comercio llegó también este diario. Leancy Richard Collazo Tabaso, director de la sucursal 6441, a la que pertenece Acopio, dice que, en lo que va de año, les han dado «tres financiamientos. Tienen alrededor de 66 millones de créditos vigentes, 23 millones de los cuales están vencidos. Con tratamiento, hemos reestructurado 18 millones, y así ayudarlos a tener solvencia para solicitar nuevos financiamientos y liquidez para adquirir producciones».

También esta sucursal mantiene relaciones con un número importante de bases productivas y productores individuales; quienes, asegura Collazo Tabaso, son atendidos de forma diferenciada y prioritaria.

«Con este sector hemos sido flexibles, y siempre tratamos de pagarles. Hay atrasos, por la situación puntual que tenemos con el efectivo, pero dentro del mes se ha cumplido. Los productores que han acreditado su tarjeta de producto 37, vienen hasta aquí, y dependiendo de la disponibilidad, siempre se les trata de dar lo que solicitan».

Un impago representa pérdidas para una empresa, deterioro de sus indicadores, pero para un productor, el impacto es directo a su economía familiar. Por otra parte, ¿cómo pueden reaprovisionarse de los insumos necesarios para una próxima campaña, si no son retribuidos a tiempo por el fruto de su trabajo? Si la alimentación del pueblo es un asunto de seguridad nacional, si constituye máxima prioridad para el país, también tiene que serlo el pago a quienes producen.

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