Cienfuegos.–Mónica Sánchez Suárez del Villar ha laborado en el puerto de Cienfuegos por 34 años. Es una mujer querida y respetada allí, donde el trabajo es duro y sin receso los 365 días del calendario.
Al amparo de la Empresa de Servicios Portuarios del Centro ha transcurrido la vida laboral de esta mujer, quien además reconoce en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) las muchas oportunidades de crecer personal y profesionalmente.
De la mano de Julia Olivia, su madre, maestra y alfabetizadora, se inició en las tareas de la organización y, a su lado, aprendió las una y mil maneras de hacer por y para la mujer en la sociedad cubana.
Cuenta que comenzó a trabajar en 1989, cuando entró al puerto para cubrir una licencia de maternidad, y se quedó para siempre. Entonces hacía el técnico medio por las noches. Con el apoyo de la familia pudo terminarlo y, de esta manera, escalar varias posiciones en la misma empresa.
A la par del trabajo ha llevado la familia. Tiene hijas, una nieta, y unos padres maravillosos que, afirma, han resultado su sostén y apoyo.
Cuando ya Mónica creía haber aprendido casi todo, llegó la Universalización, y de este modo pudo matricular en la carrera de Licenciatura en Estudios Socioculturales.
Dice que no creía poder enfrentarla con las responsabilidades que ya tenía sobre sus espaldas, pero pudo con todo, y logró graduarse. Narra, ufana, que esta carrera le cambió como ser humano, al estudiarla ya no podía desandar su Cienfuegos sin reparar en la riqueza patrimonial.
Más tarde pudo acceder a la Maestría en Estudios Históricos y Antropología Sociocultural Cubana, y entonces se vinculó mucho más a la FMC, porque precisamente su tesis de maestría investigó el tema de la mujer en el entorno laboral machista del puerto.
Mónica asegura que, durante la compilación de materiales para su tesis, surgieron temas o dilemas interesantes, incluso esposos que les daban a escoger a sus mujeres entre el puerto o el matrimonio.
Cuenta la entrevistada que, sin la ayuda de la Federación, no hubiese podido echar adelante este proyecto. La tesis resultó un éxito, porque cambió la visión de muchos de sus compañeros de trabajo, hombres y mujeres, sobre el trabajo en el puerto. Surgieron entonces los trabajos de género, encuentros, talleres, entre otros eventos, todos con el coauspicio de la FMC.
Entre las evocaciones, Mónica no puede dejar de mencionar a su padre, Rafael Sánchez Garrido, quien dormía a sus niñas para que ella pudiera estudiar. De él también aprendió cómo sobrevivir y ser considerada y hasta admirada por los hombres en un escenario machista.
Mónica es una expresión más de la mujer cubana, respetada y merecedora de todos los derechos que le asisten, con el respaldo de una política de país y de una organización femenina que la privilegian. En ella se manifiesta la palabra mujer en toda su dimensión.
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