ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Juvenal Balán

Mochilas a las espaldas, y al frente sueños y nuevas metas, Cuba reedita otro amanecer de iniciación y continuidades, de pañoletas, uniformes y alborozo escolar. Vuelve aprendiz y maestra la Isla este lunes, a fermentar el conocimiento; se ha regalado ese don, ese encanto liberador repetido como un ritual en más de sesenta septiembres. Vuelven los libros, los cuadernos y las libretas, a pesar de los tiempos duros y de los vientos de Idalia.

Esa malvada embistió 52 inmuebles escolares en Pinar del Río. Pero los niños allí, como sus coterráneos, tienen aulas, educadores, piezas unos y otros del paisaje insólito y homogéneo, que en su vertiente oriental, Guantánamo, registra cerca de 87 400 alumnos, 11 819 docentes y 806 centros educacionales.

Casi 1 700 000 niños, niñas, adolescentes y jóvenes desbordando comunidades, barrios, bateyes, predios urbanos y montañosos, «en condición de equidad y justicia», anticipó la doctora Naima Ariatne Trujillo Barreto, ministra de Educación.

¡Otro 1 700 000 claridades en el camino de Cuba! Hasta las perseidas han de sentir envidia, pues su brillo distante y fugaz solo puede verse cuando no existen nublados. En cambio, las de este archipiélago refulgen a pesar de tormentas, nubes y obstáculos.

Aquellas son polvo, gases, fragmentos calcinados de cometas errantes; no tienen rumbo. Las de aquí son retoños, nacen y crecen a diario, como las casitas infantiles que suman ya más de 130 en la Isla. Aquellas, descubrimientos; estas, descubridoras, humanistas, seres que sienten, ciudadanos que piensan, gente que crece; son la esencia, el porvenir, el brillo de un archipiélago con altura de astro, sin que haya fuerza capaz de desviarlo en su trayectoria.  

 

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