ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Betty cree que, si ella ha podido sacarle frutos a la tierra, cualquiera puede. Foto: Juan Carlos Dorado

Lajas, Cienfuegos.–La finca Santa Bárbara, en las afueras de Lajas, cuenta con amplios terrenos que bullen con el verdor del verano. Sus cultivos, árboles y surcos han sido bañados con el sudor de Ana Beatriz (Betty) Ponce Mora, campesina que ha sabido ganarse la estima de todos aquellos que han llegado a conocerla o compartido labores en los sembradíos.

Cuenta que todo allí estaba lleno de marabú, prácticamente inhabitable, y se dio a la tarea, junto a su hijo Pedro, de empezar a desmontar la vegetación ociosa. Lo primero que sembró fue plátanos, y la única manera de hacer prosperar aquello fue regarlos de manera cotidiana cargando cubos, pues no tenía ninguna instalación hidráulica.

Así fue como poco a poco avanzó, limpiando y haciendo suyo cada rincón del terreno, hasta que en 2018 concibió la idea de potenciar la vivienda, con sus distintos espacios; el jardín, las plantaciones, corraletas... siempre acompañada por su hijo, al cual ha tenido que guiar en cada paso, dice esta sexagenaria mujer, mientras se acomoda su tradicional pañuelo en la cabeza.

La presencia cercana de su primogénito Pedro Miguel Nodal Ponce, alega, ha sido el faro de su vida. El laborioso joven tiene 33 años, pero aún necesita de la tutela de su madre, debido a su condición especial.

Tanto ella como el hijo no solo han logrado encumbrar la finca Santa Bárbara con la producción de alimentos, sino que tienen como lema compartir todo lo que se hace allí, con la comunidad.

Ayudan, por ejemplo, con la entrega de compotas a los círculos infantiles, a las dos casas de abuelos que posee Lajas y, por decisión de Pedro, atienden directamente a cuatro personas vulnerables, entre ellas una mujer inválida, un adulto mayor y dos niños que están encamados. Hasta ellos llevan el yogur, la leche, los jugos y las frutas que producimos, afirma.

Betty revela que le reza cada día a Shangó por la salud de su hijo, sus ahijados, su gente y por el progreso de la finca.

Pero también hace plegarias cotidianas por su Presidente, Miguel Díaz-Canel, para que la luz lo guíe siempre por el buen camino de la Revolución, como literalmente sostiene.

El gran sueño de ella, confiesa, es dirigir algún día una minindustria para desarrollar y poder ofrecer de manera óptima el fruto de lo que producen.

Betty asegura tener una fuerte afinidad con las personas de la tercera edad, y ha podido fortalecer ese vínculo a través de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), de la cual forma parte desde los 14 años. Refiere que su trabajo está insertado a la cooperativa de créditos y servicios Abel Santamaría, del territorio, la cual ha pasado por un periodo muy difícil, y han sido ellos su principal ayuda, con el auge de las ventas sobre todo.

Entre la Abel Santamaría y la Federación hacen funcionar correctamente el barrio conocido como El Guayabal. Hace años tiene impacto allí un proyecto que ella misma dirigió, sobre el envejecimiento. Muchas de esas personas adultas, que son amparadas en las casas de abuelos, fueron atendidas a través de esos lazos, comenta.

Dice que la FMC la empoderó de tal manera que está segura de que no necesita depender de nadie para seguir adelante.

Si una mujer de 60 años y un joven con discapacidades pudieron levantar una finca como la suya, y cumplir estos objetivos, ese anhelo de país es perfectamente posible para muchos.

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