Mareógrafo o ¿trampolín?

A diferencia de la sismología, la indisciplina social es un caos predecible.

Esa debió ser una simple conclusión sacada por Enrique Diego Arango Arias, subdirector del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas, al ver lo que ocurre ahora mismo con el moderno mareógrafo instalado en 2019 en la ciudad nororiental de Baracoa, Villa Primada de Cuba.  

El especialista, apasionado de la sismología, reaccionó con disgusto al ver cómo un grupo de  bañistas, principalmente jóvenes, utilizan como trampolín el citado equipo, el cual permite el oportuno aviso a la poblacón ante la ocurrencia de maremotos y tsunamis.

Preocupado por el lamentable espectáculo, se pregunta en Facebook de forma enfática por qué suceden estas cosas a la vista de todos y no pasa nada.

Dicho mareógrafo es el único que aporta datos en tiempo real al sistema de Alertas de Tsunamis de Cuba, lo que evidencia la importancia de que no se destruya un equipamiento tan importante que costó miles de euros.   

La justa y atinada observación del experto cubano, quien desde 2014 forma parte de la dirección del Servicio Sismológico Nacional (SSN), es al propio tiempo un llamado a estar bien alertas pues si echamos una mirada a nuestro alrededor veremos manifestaciones muy similares que violan las más elementales normas sociales.

En no pocos lugares es común ver a grupos de jóvenes, y niños, lanzándose a los ríos desde lo más alto de los puentes, o haciendo piruetas desde carriolas en importantes arterias, como si la vía fuera un potrero.   

También es penoso ver a bicicleteros y motoristas transitando en sentido contrario, infracción cada vez más habitual, a pesar del peligro que ello entraña.  

Por eso y mucho más, todos compartirán el malestar de Arango Arias, y sobre todo comprenderán la necesidad de actuar como es debido ante tales contraversiones e indisciplinas, las cuales lamentablemente aumenan en el período vacacional y terminan por causar indignación.