ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Periódico Venceremos

Guantánamo. —La Patria, acuchillada en el Callejón del Muro, sangraba. No bastan cinco días para curar una herida tan honda. Cinco días habían transcurrido desde el asesinato de Frank País y Raúl Pujol en Santiago. Erguida en su dolor, Cuba se levantaba.

¡Huelga General!, decretó la Revolución en Guantánamo. De Vilma Espín tomó la orden Demetrio Montseny, en Santiago de Cuba, y la hacía cumplir desde el primero de agosto en predios del Guaso. No era todo. Aviesos criminales del sátrapa en el poder, despiadados sujetos del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) de Batista, sangrientos uniformados sembradores de luto, hombres sin almas, estaban en la mirilla de la clandestinidad revolucionaria. Y junto a ellos, instalaciones de la compañía de electricidad en la urbe, sería también objetivo de próximos sabotajes.

Esta última acción debía ser ejecutada, entre otros, por dos parejas de hermanos: Samuel y Manuel Rodiles, Arnaldo y Teudy Trutié. Dicen que por esos días los revolucionarios sembraron las calles guantameras con «espinas metálicas», el «cuco» de los neumáticos de los vehículos policiales.

UNA CASA, UN DESTINO

Las muertes de Frank y Pujol inflamaron el sentimiento del pueblo; el crimen no quedaría impune. Las acciones de apoyo a la huelga en marcha desde el primero de agosto, reclamaban medios explosivos, y fabricarlos de manera rústica se dedicaban en el hogar de Enrique Rodríguez y Bertha Cuza, pareja en la vida y los ideales.

Un monumento recuerda lo que el cuatro de agosto de 1957 ocurrió en el local, ubicado en una pendiente de la calle Aguilera, esquina a Santa Rita, y más de una vez visitado antes por Frank País. De los testimonios sobre el suceso se infiere que allí el trabajo era sigiloso, ininterrumpido, intenso, y de mucho riesgo. 

Según los historiadores Luis Figueras Pérez y Marisel Salles, los explosivos se fabricaban en «el laboratorio», suerte de «nombre de guerra» que identificaba al espacio destinado para esos fines en el fondo de la vivienda; las armas fabricadas se escondían en un almacén subterráneo construido en la propia casa. Bertha y Enrique habitaban un polvorín; así de grande era su compromiso con Cuba.

«Sobre una mesa de trabajo había una buena cantidad del polvo de dinamita -refiere la investigación de Maricel y Figueras-, Allí se preparaban los artefactos».

LO INESPERADO

Bien disimulada la actividad revolucionaria, una calma tensa envolvía a la urbe en aquel primer domingo de agosto; nadie esperaba la explosión que interrumpió la aparente apacibilidad de la tarde. El estallido accidental derribó paredes y placas; fragmentos de la estructura venidos abajo mataron en el instante a los combatientes Gustavo Fraga y Fabio Rosell, y horas después a Enrique Rodríguez; Demetrio Montseny (Villa), entonces alias Canseco, resultó herido en la casa contigua.

Abelardo Cuza Navarro y Jesús Martín Leyva, colaboradores del movimiento clandestino, acudieron de inmediato al sitio a prestar auxilio; detenidos allí por la policía batistiana, comenzó para ellos un calvario del que da cuenta la guantanamera Martha Gaínza Azahárez, en testimonio recogido por Luis Figueras y Marisel Salles.

«Con gran escándalo el esbirro (Henry Rodríguez) golpeaba a dos hombres -refiere Martha Gainza-. Los bajó del cuartel por la calle Jesús del Sol, con insultos y culatazos de su fusil (…) Uno, descalzo, con ropas raídas, caminaba con dificultad y callado; del otro sangraba la frente; con su pañuelo se limpiaba el sudor y la sangre. No pedía, no imploraba, iba apurado en su andar; los ojos lo decían todo».

«Que el sacrificio de estos hombres libere a las generaciones futuras», exclamó callada Martha Gaínza Azahárez, ante el holocausto de aquellos hombres, que luego aparecieron acribillados. No lo sospechó la guantanamera; su pedido fue una premonición

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.