Contra el cerco, corazón e inteligencia

No están tratando de aplastar a un Gobierno, están intentando aplastar a un pueblo. No se trata de un plan para dañar a una cúpula o sentenciar a los líderes de alguna ideología, como se pretende esgrimir para justificar el cerco.

Es una operación macabra, diseñada para inflingir el mayor daño posible a millones de seres humanos a cambio de intereses políticos, cálculos electorales y una que otra migaja para los cómplices del genocidio, dentro y fuera del país.

Para estos fines tan perversos, todos los medios se justifican y llegan a experimentar el desagradable placer que el dolor ajeno solo es capaz de provocar en las almas enfermas de odio. Únicamente así es posible entender el entusiasmo patológico y el aplauso enfermizo ante las carencias y las vicisitudes de quienes hemos sido condenados a padecerlas, por el solo hecho de vivir en un país que se niega a caer, como fruta madura, o regresar a un pasado que tanto oprobio significó.

Todos sabemos que aflojar las tuercas del bloqueo, solo aflojar un poco, bastaría para mitigar muchas de las carencias que ahora nos hacen la vida más difícil, pero no lidiamos con un adversario que se detenga ante consideraciones humanas de ese tipo, sino que ha preferido negar hasta el oxígeno en tiempos de pandemia y observar en silencio, frotando sus manos, cualquier percance que le sea útil en su macabro empeño.

Pero dentro de aquellas fronteras no solo crecen los odios. Hay por allí muchos que apenas imaginan el daño que su propio Gobierno inflige a un pueblo tan noble como el cubano. Recia es la campaña mediática que se hace para que los buenos sentimientos no decidan en favor de un cambio en esa política que, lejos de sumar méritos a un país tan poderoso, agrega la mancha de intentar rendir por hambre a una pequeña Isla.

De los gobernantes de aquel imperio, poco podremos esperar. Conociendo la historia de nuestro diferendo y las apuestas que hacen con nuestro destino, solo dos opciones resultan reales: lograr que nuestra verdad se escuche cada vez más fuerte en la sociedad estadounidense y en el mundo, y encontrar, con nuestra creatividad y eficiencia, las grietas que terminen haciendo inútil la finalidad del cerco brutal del bloqueo.