ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Martirena

El pueblo de Cuba no le falló a Fidel ni a Raúl, ni tampoco a la continuidad que dirige hoy el país en la persona de nuestro Primer Secretario del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

Las elecciones nacionales del pasado 26 de marzo, que contaron con una asistencia a las urnas del 75,87 % del padrón electoral actualizado, representaron, efectivamente, un abrumador respaldo político a la línea seguida por nuestro Partido y Parlamento, de transformaciones económicas y sociales, de luchar para alcanzar ese Socialismo próspero posible, en el que todos los cubanos logren la mayor cuota de felicidad, con inclusión desde todo punto de vista; y en el cual nuestros compatriotas pueden realizar sus proyectos de vida personales.

Indudablemente que en las urnas prevaleció esa cultura política, forjada por el magisterio de Fidel y de Raúl a lo largo de estos años de Revolución.

Lo cierto es que, y a pesar de las malsanas campañas anticubanas de nuestros detractores, los 470 candidatos del pueblo a diputados a la X Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular fueron elegidos con más del 61 % de los votos válidos emitidos, por el voto libre, igual, directo y secreto de los electores.

Los odiadores de turno, y sus patrocinadores en Washington, aún no se reponen del duro golpe que supuso la contundente realidad de que del total de seis millones 167 605 electores, que acudieron a las urnas, el 90,28 % de las boletas depositadas fueran válidas, y el 72,10 % lo hiciera por el voto unido.

El voto selectivo se fijó en el 27,90 %, mientras las boletas emitidas en blanco solo alcanzaron el 6,22 % y las anuladas el 3,50 %.

De plano, el pueblo cubano rechazó las exhortaciones descaradas a la abstención, al voto en blanco; en fin, a un voto de castigo contra nuestras autoridades, en cuyo cálculo, nuestros enemigos cifraron esperanzas en las serias dificultades económicas de la nación.

Nuestro pueblo oteó en el horizonte los peligros y comprendió la importancia de acudir a votar y apostar mayoritariamente por el voto unido como herramienta política de la Revolución.

Herramienta política que fue exquisitamente razonada y argumentada por Fidel, hace exactamente 30 años, cuando en circunstancias similares, en pleno apogeo del llamado periodo especial, explicó:

«Nosotros tenemos muy sólidas razones para fundamentar la idea del voto unido como una estrategia revolucionaria, como una estrategia política, como algo muy moral, como algo muy justo, como algo muy legal.

«Es el derecho que tenemos los revolucionarios a exigirnos, a pedirnos; el derecho que tenemos los patriotas a exigirnos, a pedirnos algo, pero por una razón profunda, y debemos hacerlo así, y nos sentiríamos más felices de que lo hiciéramos así: que nadie lo hiciera como un acto de disciplina, sino que todo el que lo haga, lo haga como un acto de conciencia; que todo el que lo haga, no lo haga como quien cumple con una consigna, sino como quien cumple con una estrategia revolucionaria, y el porqué de esa estrategia, el porqué de esa conciencia».

Y nuestros electores no le fallaron a la Revolución y eligieron a nuestros representantes a la Asamblea Nacional, no por acumular riquezas ni alcurnia, sino por sus demostrados méritos y capacidad de escuchar, en la seguridad de que elaborarán las leyes que exige el momento actual de la nación con el oído pegado a la tierra y la sensibilidad a flor de piel.

Cultura política y cívica de un pueblo, que entronca con lo más descollante de las enseñanzas legadas en este ámbito por el Apóstol, para quien «el voto es un depósito más delicado que otro alguno, pues va con él la vida, honor y porvenir».

Aunque son procesos diferentes, estos comicios nacionales fueron superiores en puntos porcentuales a las otras dos elecciones llevadas a cabo el pasado año, en 1,75 % en relación con el referendo popular del Código de las Familias (25 de septiembre de 2022) y en un 7,35 % con respecto a las elecciones municipales (27 de noviembre de 2022), en las que ejercieron el sufragio el 68,52 % de los electores.

A no dudarlo, el 26 de marzo constituyó otro demostrativo respaldo a nuestras autoridades en medio de un implacable bloqueo económico, insuficiencias internas, una significativa inflación, intermitentes apagones, dificultades con el transporte público, los alimentos, el combustible y un huracán Ian que causó cuantiosos destrozos en el occidente de la nación.

Pero el pueblo comprendió, una vez más, por qué votaba y la importancia de hacerlo unido por toda la candidatura, como lo enseñó Fidel hace tres décadas.

En la dirección del país no hubo vacilación política alguna para convocar a estas elecciones nacionales, a pesar del adverso panorama, como tampoco lo hubo con el llamado al referendo popular del Código de las Familias o a los comicios municipales, pues así, además, lo mandató la nueva Constitución de 2019.

Desde enero de 1959 todas las batallas políticas de la Revolución Cubana se han ganado con la unidad de un pueblo, sustentada en una innegable obra de justicia social, junto a la sabiduría de nuestros líderes, para hacer fracasar cuanto complot imperialista ha aparecido en el horizonte. El 26 de marzo pasado no fue la excepción.

Los revolucionarios hemos aprendido bien la lección luego del fracaso de la revolución de 1868; y tenemos bien presente también las enseñanzas de Raúl, quien el 26 de julio de 2013 expresó: «Jamás podrá descuidarse la importancia estratégica que tiene la unidad de todos los cubanos dignos».

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