ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Durante los preparativos de las acciones del 26 de julio. Jesús Montané Oropesa (a la izquierda) de Fidel Castro Ruz. Foto: Archivo Granma

Hace unos instantes, cuando escuchamos el Himno Nacional tan vinculado a tantos momentos decisivos de nuestra vida recordábamos otra tarde, casualmente jueves como hoy, vigésimo Aniversario del Asalto al cuartel Moncada, en la que Fidel sentenciaba: «Ningún revolucionario lucha con la vista puesta en el día en que los hechos que se deriven de su acción vayan a recibir los honores de la conmemoración…, el cumplimiento de un deber nos condujo a esta acción sin que nadie pensara en las glorias y los honores de esa lucha».

Así como lo recordaba el Jefe de nuestra Revolución, no fue con el pensamiento puesto en las glorias y los honores de esa lucha, sino con la profunda convicción de estar cumpliendo sencillamente un deber, que cayeron en aquel primer gran combate contra la tiranía: José Luis Tassende, Boris Luis Santa Coloma, Mario Muñoz Monroy, Renato Guitart, Raúl Gómez García y decenas de inolvidables compañeros más, cuyo espíritu de sacrificio, abnegación, disciplina, desinterés y fervor  por la causa del pueblo pueden sintetizarse en la calidad singularmente revolucionaria del  «más generoso, querido e intrépido de nuestros jóvenes»: Abel Santamaría.

El cumplimiento de ese mismo deber nos trajo aquí al Presidio a un grupo de sobrevivientes. Aquí estuvimos encarcelados durante 19 meses en esa oportunidad y tres meses en la prisión de Boniato, provincia de Oriente, pero no pudieron doblegarnos. (…) Con el ejemplo de tenacidad y coraje de Fidel, que aun incomunicado no desmayó un solo instante, comenzó desde la celda a reorganizar el Movimiento, a reunir todos los posibles nuevos factores para continuar la lucha, a ganar importantes batallas políticas e ideológicas contra la tiranía y las dirigencias de los partidos tradicionales de la falsa oposición, mantuvimos y acrecentamos la fe en nuestros principios en la causa que defendíamos y en la seguridad del triunfo. A la gran tarea histórica que nos habíamos impuesto cuando fuimos al Moncada, se sumaba ahora, al llegar a Presidio, un compromiso de honor: no perder ni un minuto de lucha (…).

Para nosotros ese fue el periodo en la Isla de Pinos. Como lo fue para la antecesora generación de combatientes de los años 30. Aquí estuvimos, por la misma revolución, hombres de la estatura internacionalista de Pablo de la Torriente Brau, de la ejemplar militancia de Gabriel Barceló. Hombres que cayeron en la lucha por los mismos ideales. Hombres que pudieron llegar a nuestros días, como Raúl Roa, como Juan Marinello, y tantos otros para enlazar en un mismo abrazo los sueños revolucionarios del 30 con lo que revivió en el pueblo de la juventud del Centenario.

Isla de Pinos fue para nosotros la proximidad de El Abra, antesala al destierro tras honroso presidio de José Martí. (…)

Una de las más hermosas y aleccionadoras batallas que ganamos en aquellos primeros tiempos, bajo la dirección de Fidel, fue la propia batalla del presidio. (…)

Esa batalla del Presidio comenzamos a ganarla cuando a dos meses de nuestra llegada aquí rechazamos la cena de nochebuena que nos ofrecían los personeros de la dictadura. ¿Cómo aceptar ni un plato de comida ese día de quienes acababan de asesinar infelices trabajadores ajenos a los sucesos y tantos compañeros nuestros, cuyo único delito fue tratar caballerosamente a sus enemigos durante un heroico combate en que defendimos el sagrado derecho de la Patria a ser libre? Ganamos la batalla del Presidio cuando por orientación de Fidel organizamos la Academia Ideológica Abel Santamaría, en la que nos preparábamos (…).

Ganamos la batalla del Presidio cuando creamos la Biblioteca Raúl Gómez García, con la que no solo tuvimos la oportunidad de leer a los clásicos de la literatura universal y obras políticas de la más variada gama, sino también la posibilidad de estudiar El Capital y algunos de los libros de Lenin que, asombrosamente, logramos que burlaran la censura del penal.

Ganamos la batalla del Presidio cuando, frente a todo rasgo individualista, organizamos una cooperativa para mejorar la alimentación de los compañeros, con los modestos aportes de familiares y gente sencilla del pueblo, de forma tal que se fortaleció el sentido colectivista y solidario entre nosotros, consolidados en discusión crítica en asambleas de todos nuestros asuntos comunes.

Ganamos la batalla del Presidio cuando, en ocasión de inaugurar el tirano en el penal una reparada planta eléctrica, acordamos todos, a propuesta de Fidel, cantar el glorioso Himno del 26 de Julio, y cuando algunos de nuestros compañeros resistieron con firmeza y coraje los golpes y represalias de celdas de castigo con que la miserable tiranía respondió a nuestro insumo gesto.

Ganamos la batalla del Presidio con el ejemplo de combatividad, dignidad y decoro con que Fidel reaccionó ante el confinamiento solitario hasta que meses después se le une Raúl en una celda sin luz, durante más de un mes, donde ni siquiera podían leer.

Ganamos la batalla del Presidio también en la cárcel para mujeres de Guanajay, con la actitud siempre rebelde, militante y revolucionaria de nuestras compañeras: Melba y Haydee, que resistieron al igual que sus hermanos de Isla de Pinos.

Ganamos la batalla del Presidio cuando nos negamos a aceptar el indulto con que la tiranía pretendió humillarnos, hoja de parra con la que politiqueros intentaron cubrir sus apetencias electoralistas.

Ganamos la batalla del Presidio cuando rechazamos la amnistía condicionada por parte de la dictadura a nuestro silencio e inactividad cuando fuésemos encarcelados. (…)

Al enviarnos aquí, la tiranía utilizó indignamente todos sus recursos propagandísticos para desprestigiarnos ante el pueblo (…). Pero en esa misma medida en que nos atacaba, (…) el pueblo iba conociendo la verdad de lo ocurrido.

Aumentaba su repudio al régimen mientras se descaracterizaban tanto los políticos pseudorrevolucionarios como los que hacían el juego descarado a la dictadura. Por canales que la tiranía nunca pudo detectar ni atajar, al pueblo llegaban, una y otra vez, más informaciones sobre los objetivos de nuestra lucha, los medios que propugnábamos, los principios en que nos sustentábamos. Desde aquí llegó a manos del pueblo la reconstrucción del alegato La Historia me absolverá, hecha por Fidel. (…)

El mismo hecho de estar encarcelados llegó a ser transformado por Fidel en un dilema insoluble para la tiranía.

Nos temía libres. Pero fue tal el descrédito en que se hundió en su polémica con los revolucionarios condenados por la acción del 26 de Julio, que llegó a temer aún más por las consecuencias inmediatas de mantenernos encarcelados.

Fue así como el pueblo ganó la batalla de la movilización cívica por la amnistía para los presos políticos (…).

Al disponer la excarcelación, la tiranía creyó asumir la acción que menos atentaba contra la estabilidad del régimen. No pudo imaginar que sus días estaban contados. De haberse cumplido en su totalidad las sentencias a que fuimos condenados (…), en 1968 era que nuestro Comandante en Jefe hubiese salido de la prisión. (…)

Nuestro pueblo en Revolución asumió el poder, y ese mismo año, en el centenario del alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, rendíamos al Padre de la Patria el dignísimo homenaje de la Revolución victoriosa.

Hace 20 años, cuando salimos de las rejas de estos edificios que entonces eran el Presidio, habían transcurrido diez años desde la derrota del fascismo en Europa. La Alemania nazi había sido sustituida por el imperialismo yanqui, que reforzaba la más feroz represión anticomunista en los países de Nuestra América. Coincide el 20 aniversario de nuestra salida con el 30 de la derrota fascista, y el mapa político del mundo muestra hoy el cada vez más numeroso grupo de países socialistas con la Unión Soviética al frente, muchos otros transitando sendas hacia el progreso social, todos en un poderoso frente antimperialista. Vietnam, que entonces llevaba diez años de guerra, ya hoy es libre. Cuba, entonces oprimida, ya hoy es socialista y el pueblo se apresta para la reunión más importante de su historia: el Primer Congreso de su Partido.

Han pasado 20 años desde aquella tarde que salimos de las rejas de estos edificios que entonces eran el Presidio. Algunos desarrollamos, junto a todo el pueblo con Fidel al frente, la guerra revolucionaria en los llanos y las montañas. Algunos de aquel grupo volveríamos para cumplir nuevas honrosas condenas. (…)

Como todo día señalado en la historia de nuestra Revolución, hoy recordamos y sentimos junto a nosotros a todos aquellos que un día cayeron por transformar aquel pasado en este presente revolucionario. (…)

Qué diferencia ahora cuando con las ideas y el ejemplo de Martí, Mella y Fidel, se forman bajo una orientación marxista y martiana las nuevas generaciones en nuestra nueva escuela, como estas de Isla de Pinos, generaciones herederas del ejemplo de hombres de la estirpe revolucionaria de Antonio Maceo, de Julio Antonio Mella, de Rubén Martínez Villena, de Antonio Guiteras, de Jesús Menéndez, de José Antonio Echeverría, de Frank País, de Camilo Cienfuegos, de nuestro heroico Guerrillero, el Comandante Ernesto Guevara.  Hombres de la gloriosa estirpe de Martí y Bolívar, cuya sangre no se ha derramado en vano, porque es savia que fecunda la libertad de los pueblos.

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Daniel Noa Monzón dijo:

1

17 de abril de 2023

10:38:39


Excelente. Gloria eterna al querido ¨Chucho¨Montané Oropesa...ejemplo de cuadro revolucionario y militante comunista. Sencillo, honrado, humilde...