Al presidente de la unidad básica de producción cooperativa (UBPC) Desembarco del Granma, de Santa Clara, Israel Aguilar Pérez, no había quien le robara un animal. Durante muchísimos años, él constituyó uno de los paradigmas de la ganadería en Cuba; y no solo por la manera en que controlaba su rebaño, si no por los magníficos resultados que obtenía en todos los indicadores que miden la eficiencia en ese sector.
Baste decir que cada año su cooperativa sobrepasaba, ampliamente, el millón de litros de leche; además de los miles de toneladas de carne que entregaba a la industria, la alta natalidad y la disponibilidad de comida para sus vacunos.
Sin embargo, lo que más destacaba era su nivel de exigencia y el respeto que infundía en los malhechores de la zona, a los que conocía al dedillo, debido al eficiente sistema de control y vigilancia establecido por el recio ganadero en su UBPC.
A cualquier hora del día o de la noche, no importaba que hubiera lluvia, o fueran la una o las tres de la mañana, Aguilar Pérez se aparecía en el lugar más insospechado donde pastaban sus reses, operación que era coordinada con los responsables y trabajadores de las distintas fincas, de conjunto con las autoridades del Ministerio del Interior (Minint).
Gracias a aquella colaboración, más de un malandrín fue sorprendido in fraganti mientras pretendía hurtar o sacrificar un añojo, noticia que se difundía como pólvora por la comarca, lo cual creó un ambiente de respeto y de orden en la zona de Antón Díaz, donde está enclavada la referida unidad.
Desgraciadamente, ejemplos como aquel no son los que proliferan hoy en la mayoría de los lugares. Al resquebrajamiento de la exigencia y el control sobre la masa ganadera se ha unido la impunidad con que actúan los delincuentes, que acechan fincas y empresas a cualquier hora.
Las cifras mostradas por Villa Clara en el hurto y sacrifico de ganado merecen la más profunda reflexión. Para tener una idea de la magnitud del problema, baste decir que en 2022 aquí fueron robadas y sacrificadas más de 12 000 cabezas de ganado, según consta en los archivos de Genética y Registro Pecuario de la provincia, lo que representa el 2,4 % de la masa equina y vacuna de Villa Clara, expresó Roberto Pérez García, al frente de esa entidad, quien reconoce que las cifras pudieran ser mayores, porque no todos los hechos son denunciados ni conocidos.
Solo en noviembre, el número de cabezas superó las 1 800, cifra similar a la de diciembre, señala el directivo, quien está de acuerdo en que algo parecido nunca había ocurrido aquí, lo cual tiene que ver con el descontrol de la masa por parte de los encargados de ejercer esta función, y de los tenentes, ya sean privados o estales; además del libertinaje con que han actuado los que se dedican a esas trastadas.
Un dato que muestra el desmedido crecimiento de este tipo de delito en la provincia, es que mientras en 2018 hubo 2 093 hurtos y sacrificios, y en 2021, 4 071; ya el pasado año la cifra alcanzó las 12 237, es decir 8 166 más que en igual periodo del año anterior, según el ingeniero Pérez García.
A ello se suma la alta mortalidad vacuna, debido a la falta de agua, comida, medicamentos…, la cual superó las 22 000 cabezas de ganado.
Acerca de las causas de este crecimiento desmedido, el funcionario reconoce que, aunque es verdad que el dueño tiene que cuidar más a sus animales, ha faltado el control preventivo por parte del organismo que dirige, además de la acción mancomunada de otros entes que también deben desempeñar una labor más efectiva en el enfrentamiento a ese flagelo.
En estos momentos se implementan en el territorio un grupo de medidas para fortalecer el control de la masa, entre ellas, el rescate de la red de controles técnicos en entidades con rebaños altos; la recuperación de la red de registros pecuarios y su digitalización, los cuales presentan un alto nivel de deterioro; además del fortalecimiento del personal que labora en ellos.
CUANDO LA LISTA NO JUEGA CON EL BILLETE
Una muestra elocuente de la impunidad es que, a pesar de la extraordinaria cantidad de hechos ocurridos el pasado año, solo fueron radicados por el órgano de instrucción cerca del 1 % de los casos, según la explicación brindada por el máster en Ciencias Yusniel Benavides Gutiérrez, fiscal jefe del Departamento de Procesos Penales en el territorio.
Al respecto, el especialista reconoce que, en el alza producida en este tipo de delitos, ha influido la situación económica del país, que indudablemente ha impactado en la conducta de algunas personas, además del hecho de que este delito no tiene un alto nivel de repudio social.
«Esas son situaciones complejas de esclarecer, por ocurrir en zonas intrincadas y producirse muchas demoras en radicar las denuncias, lo cual limita la oportunidad de la investigación, a lo cual se une el descontrol existente en la masa ganadera en todos los lugares», aseguró Benavides Gutiérrez.
Al respecto, aclara que en los últimos años la política penal respecto a ese delito se ha arreciado, estableciendo, para el sacrifico ilegal, de cuatro a diez años de privación de libertad; mientras el traslado para la comercialización de la carne se condena de tres a ocho; y para el receptador de tres meses a un año, todo lo cual se realiza en base al debido proceso y el respeto a lo establecido en la Constitución de la República.
En la actualidad, el delito que más se radica está relacionado con la ocupación de las carnes, las que son transportadas por los imputados mediante el empleo de volantas, carretones, y en ocasiones, vehículos estatales, señaló el fiscal; quien reconoce que, ante el alza de este tipo de hechos, aún no hay una respuesta efectiva.
Testimonio de eso es lo ocurrido al campesino Roberto Rodríguez Alfonso, vecino del poblado de Vega Alta, en Camajuaní, quien, a sus 81 años, concuerda con que nunca antes se había vivido igual vandalismo con el ganado. Él ha perdido en los últimos tiempos un total de seis bueyes, lo cual lo privó del medio principal para poder trabajar en su finca.
«A veces dicen que a los campesinos nos matan las reses porque no las cuidamos, lo cual puede ser cierto, pero yo le aseguro que ya lo único que nos falta es poner el ganado a dormir dentro de la casa. ¿Usted sabe dónde tenía mis bueyes cuando me los llevaron?, en el portal de la vivienda, y aun así no tuvieron compasión con un viejo de más de 80 años», dice con dolor el labriego.
Sobre los delincuentes, Roberto Rodríguez señala: «Aquí todo el mundo sabe quiénes son los posibles autores, que visten mejor que nadie, toman bebidas caras y, sin embargo, no pasa nada. Hay mucha impunidad y demasiada blandenguería con esa gente».
CUANDO EL CONTROL IMPERA
En la zona circunscrita a la unidad empresarial de base (ueb) Juan Pedro Carbó Serviá, de Placetas, era raro el día en que no se producían cuatro o cinco hechos vinculados al hurto y sacrificio de ganado, fenómeno que mantenía en vilo a los campesinos y trabajadores de la zona, algunos de los cuales hasta sintieron miedo ante las amenazas y extorsiones de los malhechores, que llegaron a creerse impunes.
Tal estado de cosas comenzó a cambiar cuando una joven valiente y talentosa como Midiala González Madero, tomó la dirección de la entidad y decidió enfrentar aquel flagelo que amenazaba con la desaparición de la masa ganadera.
«Lo primero que hice fue convocar a mis trabajadores y a los vecinos de la zona, y comprometerlos en la solución del problema, para lo cual conté con el concurso del consejo de dirección y del delegado del Minint en el municipio.
«Sin inflar la plantilla, creamos un cuerpo de custodios encargado de velar la zona día y noche. Ellos realizan un conteo diario de la masa y todos los días les controlamos los resultados de su labor; a lo cual agregamos el recorrido en días alternos por parte del consejo de dirección de la ueb», expone Midiala González, quien pondera el acompañamiento que ha tenido de los combatientes del Minint del municipio en esa tarea.
Como fruto de esas acciones, mientras en otras entidades suman cientos los animales desaparecidos y continúan los hechos vandálicos contra el ganado, allí, desde el mes de abril del pasado año, no se pierde una sola vaca, toro o caballo.
Al igual que la líder placeteña, a Yamilé Báez Fernández, presidenta de la cooperativa de producción agropecuaria Bernardo Díaz, de Cifuentes, hace diez años que no le roban ni sacrifican un solo animal, lo cual demuestra que sí se puede tener control sobre el ganado.
Para lograrlo, ella ideó un sistema de patrullaje, en el que participan los 60 miembros de la cooperativa, a razón de ocho por semana, acción que ha mantenido a raya a los malhechores de la zona, quienes se lo piensan más de una vez antes de entrar a las áreas de la entidad.
«También ha resultado vital la coordinación con las autoridades del Minint, el Partido y el Gobierno del municipio, que nos han apoyado en ese propósito», reflexiona Yamilé Báez, una mujer de armas tomar, que como mismo controla a la delincuencia de la zona, obtiene rendimientos cañeros superiores a las 70 toneladas por hectárea.
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Francisco Álvarez yero dijo:
1
17 de enero de 2023
05:56:53
José García dijo:
2
17 de enero de 2023
10:22:42
ASP dijo:
3
17 de enero de 2023
11:52:30
casiano dijo:
4
17 de enero de 2023
20:18:49
juana dijo:
5
18 de enero de 2023
11:17:22
Pedro Echevarría Fernández dijo:
6
18 de enero de 2023
12:49:30
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