ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Foto: Archivo de Granma

El tema de la alimentación animal, recurrente en plenarias, consejillos e intercambios de ocasión durante buena parte del año, tiende a desaparecer tan pronto caen los primeros aguaceros primaverales y se olvidan, por algunos, las penurias y desasosiegos vividos para salvar los rebaños de una muerte segura.

Es como si la amnesia se apoderara de ciertos productores que se desentienden de sus obligaciones para con la masa ganadera, y en cada campaña son «sorprendidos» por una sequía que se prolonga en el tiempo, con secuelas sumamente difíciles de superar en un corto plazo.

El asunto salta de nuevo a la palestra ahora que las lluvias resultan casi insignificantes en los campos cubanos, por lo que, de no concretarse una base alimentaria sólida que no dependa de suministros externos, será muy difícil transformar el estado de cosas en la ganadería vacuna.

Aunque distante aún de sus potencialidades, el consenso a favor del cambio cobra fuerza en provincias como Camagüey, donde el sector cooperativo-campesino aporta más del 70 % del total de las ventas de leche al Estado, pero dispone de reservas inexplotadas para multiplicar los niveles de acopio del alimento.

Más que recursos (también necesarios), el buen desempeño de algunas cooperativas y campesinos demuestra que quien siempre decide es el hombre con su entrega al trabajo, vergüenza, honradez, iniciativa, ansias de mejorar, capacidad para sobreponerse a las dificultades y seriedad en la palabra empeñada.

Mientras en las propias llanuras camagüeyanas existen unidades que acumulan una encomiable trayectoria de buen hacer ganadero y vaqueros que asombran a muchos por sus niveles de eficiencia, en otros lugares, a veces colindantes, los resultados son apenas una mala caricatura de esos excelentes ejemplos.

¿Qué puede esperarse entonces de vaquerías en las que se encierran los animales al caer la noche, sin agua y sin comida? ¿Cómo cambiar si prevalece, en no pocos, la inercia en espera de suministros que, se sabe, por ahora no van a llegar? ¿Puede considerarse buen productor quien así actúa?

Lo cierto es que con animales depauperados, de escaso valor genético, como ocurre hoy en algunas unidades, es muy difícil aspirar a mejorar el acopio de carne y de leche, cuyos niveles actuales están lejos de los años de bonanza de una provincia que se enorgullece de su arraigada tradición ganadera.

Poco a poco, bajo el apremio de la propia necesidad, se abre paso en las fincas una voluntad dirigida a la limpieza de potreros, la recuperación de los pastos, el acuartonamiento del ganado, la conformación de bancos de leguminosas ricas en proteínas y la elaboración de forraje para próximas campañas.

Ello forma parte de un programa integral de rehabilitación de vaquerías, el cual, junto a la construcción de plantas elaboradoras de pienso en las empresas agropecuarias, aporta recursos imprescindibles que van dejando poco margen a las justificaciones y a los pretextos para no cumplir con las cifras contratadas.

La palabra de orden en el sector ganadero es, por tanto, sembrar y conservar alimentos para los animales, sobre la base de un cálculo correcto de necesidades, única manera de enfrentar el periodo seco sin que el rebaño sufra serias afectaciones ni colapsen estrepitosamente los rendimientos lecheros.

Para evitarlo, junto a la conciencia que de ello debe tener cada campesino o cooperativista, se impone una mayor exigencia y control por parte de las administraciones y las juntas directivas, a través de un vínculo mucho más estrecho con la base, a sabiendas de que allí se concretan los propósitos productivos.

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Eddy dijo:

1

9 de diciembre de 2022

08:12:11


Muy buen artículo sobre la ganadería, realidades son realidades y esto ayuda a mejorar el trabajo de todos los implicados