
Ya sin aliento, tras varios días de evadir cercos, emboscadas y la persecución implacable de los soldados de la tiranía, el 8 de diciembre de 1956 fue descubierto y asesinado a mansalva el expedicionario del yate Granma Cándido González Morales.
Quedaron truncas, de esa manera horrenda, las esperanzas de un joven de apenas 27 años al que el Comandante Ernesto Che Guevara, no precisamente pródigo en ofrecer excesivos elogios, calificara en su momento como «revolucionario sin tacha».
La valoración del Guerrillero Heroico resumió las cualidades que convirtieron a Cándido en líder de la lucha contra la dictadura de Batista en tierra camagüeyana: lealtad, honradez, valentía, sencillez y entrega en cuerpo y alma a la causa de la Patria.
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Es Puerto Padre, en la actual provincia de Las Tunas, su lugar de nacimiento el 6 de enero de 1929, pero por decisión familiar se mudó a vivir a la ciudad de Camagüey, cerca de la Plaza de Santa Ana, donde el niño culminó la enseñanza primaria.
Ingresó más tarde a la Escuela Profesional de Comercio y no demoró en sobresalir por enfrentarse a la actitud corrupta y las injusticias de la dirección del centro. Sus compañeros lo eligieron secretario de la Asociación de Alumnos y luego presidente.
En una de las actas del consejo disciplinario del plantel se señaló: «Dirigió, en unión de otros acusados, un movimiento de plena insubordinación… excitando además moralmente a los otros alumnos a pronunciarse en absoluta rebelión…»
Por su enérgico actuar se decretó la expulsión de Cándido, aunque más tarde se revocó tal decisión. Ya para entonces era un destacado dirigente estudiantil que se integró a la Juventud Ortodoxa, en cuyas filas amplió su horizonte revolucionario.
Se destacó, junto a otros patriotas camagüeyanos, en la repulsa popular al cuartelazo del 10 de marzo de 1952 y a las maniobras constitucionales impulsadas por el dictador, acciones que contribuyeron a radicalizar sus convicciones.
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Es, sin embargo, el heroico asalto al cuartel Moncada el acontecimiento que marcó de manera definitiva el destino del joven revolucionario, al calificarlo como «el episodio de más elevado contenido histórico de los últimos años».
En manifiesto de la Juventud Ortodoxa, cuya redacción fue atribuida al propio Cándido, se precisó: «Ya hoy tenemos un camino, el camino que señalaron esos bravos que fueron el 26 de julio de 1953 a entregar sus vidas en holocausto de la Patria…»
Desde ese instante, todas las energías y capacidades organizativas del máximo dirigente de la organización juvenil en Camagüey se concentraron en crear las condiciones para dar continuidad a la gesta iniciada por los moncadistas.
Estuvo entre los principales activistas camagüeyanos por la amnistía de los revolucionarios y, una vez liberados el 15 de mayo de 1955, viajó hasta Batabanó para recibirlos, conocer a Fidel y ponerse de inmediato a su disposición.
Se ocupó personalmente, junto con otros compañeros, de la distribución en la provincia de los ejemplares del alegato de autodefensa de Fidel por los sucesos del Moncada, conocido como La Historia me absolverá.
No menos intensa resultó la actividad desplegada por el joven revolucionario durante la segunda mitad de ese mismo año, esfuerzo que condujo a dar forma efectivamente organizada al Movimiento 26 de Julio en Camagüey.
Por su carisma y ejecutoria ejemplar asumió Cándido las funciones de coordinador provincial, responsabilidad a la que se entregó con fervor hasta que, víctima de detenciones y amenazas, marchó a México el 17 de febrero de 1956.
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Una vez en la patria de Juárez, Cándido se ganó pronto la confianza de Fidel y se convirtió en uno de sus más cercanos colaboradores en la organización de la expedición encargada de reiniciar la lucha por la definitiva libertad de Cuba.
El 21 de junio de ese año fue detenido y sufrió prisión durante 19 días junto a una veintena de compañeros, quienes fueron sometidos a intensos interrogatorios y torturas para que dijeran el lugar donde se escondían las armas y el resto de los pertrechos.
En el caso de Cándido, Fidel denunció: «lo sacan a altas horas de la noche con los ojos vendados, completamente desnudo, atado, y lo sumergían repetidamente en un tanque de agua helada y lo golpeaban fuertemente en los oídos con las palmas de la mano hasta hacerle perder el conocimiento».
Nada, sin embargo, lo amilanó. Al salir de la cárcel continuó sus actividades conspirativas. Fue tal su actitud, que no solo mereció el honor de ser seleccionado uno de los expedicionarios del yate Granma sino que, además, formó parte de su dirección.
Desde el exilio en México les escribió a sus seres queridos: «…la vida no tiene sentido si no se lleva con honra y dignidad… Jamás claudicaré. Es mejor morir, vivir para la eternidad después del deber cumplido, que vivir sin decoro…»
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Como oficial adscrito al estado mayor, el recién nombrado teniente Cándido González Morales acompañó orgulloso a Fidel en la histórica travesía desde Tuxpan hasta Las Coloradas, inhóspito lugar donde se produjo el desembarco el 2 de diciembre de 1956.
Sufrió, junto al resto de la tropa, los angustiosos momentos de la dispersión luego del revés de Alegría de Pío, el dolor por los primeros caídos en combate, la presión del cerco de la soldadesca y el ensañamiento sin límites contra quienes caían en sus manos.
Se unió al grupo más numeroso de combatientes que logró reunirse tras la retirada, pero su presencia fue delatada al enemigo por personas a las que pedían ayuda. Aunque logró escapar de los asesinos en un primer momento, fue encontrado y ultimado.
Su cuerpo, junto al de otros jóvenes masacrados el mismo 8 de diciembre de 1956 en la zona conocida como boca del río Toro, fue abandonado a la intemperie con total desprecio y cobardía en una playa cercana a Niquero.
Hasta el último minuto de vida supo Cándido honrar la palabra empeñada: jamás claudicó. Su ejemplo quedó para la eternidad porque cumplió bien su deber, lo que lo ubicó, por derecho propio, entre los héroes imprescindibles de la Revolución.
Expedicionarios del Granma asesinados el 8 de diciembre de 1956 en Boca de Río Toro
-Antonio «Ñico» López Fernández
-José Smith Comas
-Cándido González Morales
-Tomás David Royo Valdés
-Miguel Cabañas Perojo
-Raúl Suárez Martínez
-René Reiné García
-Noelio Capote Figueroa
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