Daisny García Reyes cargó por toda su casa con el escaparate de madera para que Ian no le llevara ni el televisor ni el uniforme de su hijita.
Vientos máximos sostenidos de 205 kilómetros por hora azotaron el pinareño consejo popular de Puerto Esperanza cuando el huracán pasó por allí. El agua penetró alrededor de 80 metros dentro del poblado: en las casas flotaban los objetos, los postes de luz tronaban al caer y los techos volaban por toda la comunidad.
«El Gustav también nos hizo daño, pero Ian nos dejó sin nada», asegura Daisny.
Este ciclón, que atravesó con categoría tres a la más occidental de las provincias, dejó varias afectaciones en el fondo habitacional de Puerto Esperanza. Más de mil viviendas sufrieron daños totales o parciales, cifra que representa alrededor del 50 % de las casas del territorio, explica Oslirio Rodríguez González, presidente de la Zona de Defensa.
Cinco unidades de comercio presentan derrumbes totales o parciales, así como varias instituciones médicas: consultorios del médico de la familia, postas y farmacias. Los cuatro centros educacionales: primaria, preuniversitario, secundaria y escuela especial fueron afectados.
Detalla también que el techo del gimnasio quedó en el piso, mientras que el estadio Ernesto Castillo tuvo afectación total de la pizarra, parcial en el techo y derrumbe de 50 metros de la cerca.
En cuanto a la agricultura, numerosos depósitos y casas de tabaco tuvieron daños considerables en su estructura, mientras hubo pérdidas de cultivos como yuca, maíz y frijoles.
Respecto al principal polo productivo de la zona, la pesca, Rodríguez González explicó que en el refugio se hundió una embarcación, el muelle quedó totalmente destruido y la unidad empresarial de base El Rosario presenta daños considerables en sus instalaciones.
Sin embargo, reconoció que desde el primer día la población trabaja en la limpieza de las casas y calles, apoyados por una brigada de más de un centenar de miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que contribuye directamente con el escombreo y la tala de los árboles, mientras que los trabajadores de la empresa pesquera han regresado a sus embarcaciones para devolverles la vitalidad.
El Rosario es la primera comunidad fundada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Conscientes de esa historia que les precede, sus habitantes hoy se empeñan en la recuperación de la zona. «La cosa está mala, ¡pero nosotros la vamos a poner buena!», aseguró Daisny García Reyes.



















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