Alberto es un hombre de mar. Ha pasado más de cuatro décadas asido a un bichero, un chinchorro, una tarraya, haciendo de las redes de pesca una extensión de su cuerpo, navegando entre tiburones y arrebatándoles la comida. Sin embargo, cuando el huracán Ian arremetió con toda su fuerza contra el puerto pesquero de La Coloma, en Pinar del Río, su existencia toda se estremeció.
Con orgullo cuenta que es el más joven Héroe del Trabajo de la República de Cuba, distinción que le fue conferida el 1ro. de mayo de 2014. Hoy es dirigente sindicalista en la Empresa Pesquera Industrial de La Coloma (Epicol), la más importante de ese sector en el país, y una de las más reconocidas en América Latina.
Subordinada a la Industria Alimentaria y con siete unidades empresariales de base, su principal tarea consiste en la captura, industrialización y comercialización de langosta y otras especies de la plataforma, tanto para la exportación como para el consumo interno. Es, además, la responsable del 70 % de la producción pesquera del país.
En el sur de Vueltabajo, en el poblado de La Coloma, se encuentra la Epicol. Por esa zona tocó tierra cubana el ciclón Ian y, bajo su influjo, el mismo mar que es la razón de ser de la empresa y fuente de alimentación de la comunidad donde esta se enclava, el mismo mar donde navega Alberto Gandoy Menéndez, inundó la institución, causó daños severos en los almacenes, las conserveras, la planta de hielo, las pizarras eléctricas, los laboratorios. Se llevó consigo alrededor de una docena de embarcaciones y dejó varias con daños en toldillos y motores.
Este fenómeno natural también provocó afectaciones severas en el techado y la estructura de las naves de almacenes y las plantas de procesos, así como en los grupos electrógenos con los que allí se trabaja.
«Aunque aún estamos cuantificando los daños, ya comenzamos las labores de recuperación, no solo de la empresa, sino también de la comunidad, para lo cual contamos con el apoyo de una brigada de Santiago de Cuba», explica Gandoy Menéndez.
La planta de hielo de la Epicol fue una de las instalaciones más afectadas de esa empresa. De ella depende buena parte del proceso productivo, de ahí que avanzar con agilidad en su restablecimiento, es una prioridad inmediata.
Su director, Idelfonso Díaz Reyes, no cree en lamentaciones, sino en voluntades y disposición.
Mientras el ciclón del pasado 27 de septiembre arrasaba con ese centro, Eddy –como le llaman– se refugiaba con su familia en el closet de la casa. Allí permaneció hasta que el agua les llegó a los hombros y veían «navegar» el refrigerador, la lavadora, los muebles, todas sus pertenencias.
«Fue impresionante». Nunca le había temido al mar que durante años ha sido como su segunda casa. Esta vez, él, así como Alberto Gandoy, sintieron que se convertía en su enemigo.
Sin embargo, tanto como su hogar, le preocupaba el estado de la empresa. Y allí se le puede encontrar, a cualquier hora del día. «Estamos evacuando víveres, rescatando piezas para poner en funcionamiento la planta lo antes posible. En octubre comenzamos la campaña de langosta, y no podemos fallar».
Los primeros pisos de los edificios de La Coloma quedaron inundados. Evelia Nodarse Izquierdo tuvo que llevar a su papá, de más de 90 años, para la segunda planta. Sentían en los oídos un zumbido estruendoso y el agua poco a poco subía. Aunque viven en una zona portuaria, nunca habían presenciado algo así.
Luego, cuando Ian salió de la más occidental de las provincias, Evelia fue hacia la Epicol, donde dirige la casita infantil.
Desde el martes lleva botas de goma y las uñas oscurecidas «de tanto fango que entró en la empresa, y aún hoy, no hemos podido sacar».
Mira su impresora, antes nueva, ahora inservible. Saca todos los archivos que celosamente guardaba en la oficina, «somos una empresa de referencia, no hace ni 15 días que habíamos arreglado este sitio y míralo. El agua subió al menos un metro y dejó inutilizables muchos equipos. Por suerte, las computadoras se salvaron», dice casi suspirando y vuelve, escoba en mano, a «fajarse» con el agua pantanosa.
Aun cuando la Epicol fue de las instalaciones con las que Ian se ensañó, en pocos días los pescadores saldrán nuevamente a altamar.
«Ya no podemos lamentarnos. Es tiempo de recuperarse y salir con los recursos que hay. Nos queda la fuerza de saber que de nosotros depende la exportación de langosta y la alimentación de la comunidad y de buena parte del país. El ciclón acabó, pero vamos a echar pa´lante y a priorizar a la población con lo que pesquemos», asegura Alberto Gandoy Menéndez.
No le guarda rencor al mar. Volverá, porque en él le espera el sustento de su hogar, de su barrio, de su país.
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La Verdad dijo:
1
1 de octubre de 2022
17:10:17
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