ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: José Manuel Correa

En sus 67 años jamás había vivido una noche así: «como cuando la neblina lo tapa todo y te deja a ciegas. La lluvia no era tan fuerte, pero el aire sí».

Corrían alrededor de las tres de la madrugada y los vientos del huracán Ian comenzaron a fustigar al ipvce Federico Engels. Es el cuarto evento de este tipo que el profesor de Física, José Arturo Betancourt, ha pasado en esa emblemática institución, y en algún momento pensó que sería el último.

El centro de documentación, en el cual están atesorados los textos más importantes de la escuela, sitio seguro para quienes buscan la sabiduría de los libros y la tranquilidad propia de una biblioteca, perdió parte de la cristalería de uno de sus costados, cuyos restos el aire arrastró hasta los pasillos del segundo piso.

Al suelo cayeron los recién colocados ventanales de algunas aulas, muchos laboratorios quedaron sin puertas; hasta que, al entrar en el ojo del ciclón, llegó la aparente calma, y el reincorporado profe José Arturo salió a comprobar el estado de la escuela.

Foto: José Manuel Correa

Junto a él otros siete trabajadores del centro, cuando las ráfagas les «daban chance», salían a recuperar los objetos que habían sido movidos de sus sitios: lámparas flojas, carteles caídos. «Después de la tranquilidad fue que de verdad nos apretó el ciclón», recuerda.

Cuando las condiciones climáticas lo permitieron, pudieron corroborar lo que ya intuían: la Engels estaba maltratada ferozmente. Entonces la conciencia no les dictó otra cosa que regresar el miércoles, aun cuando desde el pasado lunes habían permanecido allí como fieles guardianes.

El borrador y las tizas, el plan de clases y la pizarra, los ha cambiado José Arturo por escoba y trapeador, porque allí, adonde hace más de tres décadas va cada día a formar nuevas generaciones, se necesitan muchas manos para recuperarse de Ian.

Maniely Águila Iglesias, secretaria del Comité del Partido de la vocacional, y profesora de Informática, mueve escombros, limpia los pisos, acomoda las aulas. Desde las primeras horas del 28 de septiembre acompaña a trabajadores de servicio y a docentes que acudieron a la escuela para llevar a cabo labores de saneamiento, y atender a los linieros y demás profesionales que han venido desde otras provincias, para ayudar a Pinar del Río a reponerse del huracán.

En cuanto pasó el susto del ciclón, se incorporó a las tareas de recuperación. «Aquí hay personas desde el lunes que aún no se han ido; la escuela siempre está atendida, también lo están quienes dejaron a sus familias atrás para trabajar entre escombros, sin electricidad.   Entonces, ¿cómo no estar?». 

Ante las adversidades solo existe una solución posible: crecerse. Angélica Évora Domínguez lleva dos días, sin uniforme, en el ipvce. Se siente como en una jornada de trabajo socialmente útil, pero esta vez no fue convocada, sino que «sanar» su escuela, organizarla y devolverla a la normalidad, la hizo ir a ayudar. 

«Tenía que venir, de lo contrario nos vamos a atrasar. Mientras más rápido avancemos en la etapa recuperativa, antes retomaremos las clases. Cuando llegué estaban los árboles en el piso. ¡Tremendo dolor!».

La palma de las tres estrellas, la que, como la vocacional, cumpliría 45 años en enero próximo, ya no está. Ian la arrancó de cuajo. El profe José Arturo la ve en el suelo y piensa, seguramente, cómo encontrar un retoño para plantarlo ahí, antes de que el azul de los uniformes vuelva a las aulas de Maniely.    

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Diego dijo:

1

30 de septiembre de 2022

16:39:35


Fuerza Cuba! Son una luz que brilla en la oscuridad de la modernidad neoliberal. Vencerán y venceremos!