Las vivencias que protagonizamos se guardan en la memoria. Algunas sucumben, y hasta puede que parezca que nunca sucedieron; pero hay otras que se archivan para siempre y no se nos apartan jamás, sobre todo si en ellas nos impactó el misterio, el inicio de una etapa, la cálida bienvenida.
Lo que sucede esta mañana en Cuba, con el regreso a las aulas de sus niños y adolescentes –y también de los jóvenes que estudian sus carreras universitarias– es un espectáculo conmovedor. No hay modo de borrar de los recuerdos el cosquilleo que provoca lo inédito tras el primer día de clases. Indescriptible para las familias, cuando el chiquitín de la casa se suma a la tropa escolar, al ingresar a la escuela por vez primera.
El entusiasmo, la ilusión del reencuentro con los amigos y profesores son realidades que experimentan los retoños de esta tierra que les garantiza, cueste lo que cueste, un espacio seguro frente al personal docente, la pizarra y los libros.
El 2022, un año de inmensos retos para la Isla, que poco a poco retoma rumbos –mientras sostiene heroicamente el emprendimiento de otros que jamás se han detenido– llega a septiembre consciente de que no hay país sin enseñanza; ni habrá seres humanos plenos si el conocimiento es inaccesible.
Aquí está el bendito mes, cálido por partida doble y dado a la hospitalidad, escenario de una fiesta de amor que no por cotidiana debemos desestimarla en su justo sentido.
Los más pequeños tal vez ignoren que otros, tan amados como ellos, con idénticos temores y necesidad de protección, en lugar del lápiz, agarrarán hoy útiles de trabajo, o sencillamente irán a los sitios donde puedan, a cambio de su inocente fuerza infantil, ganar algún dinero para llevarlo a casa.
No dejemos que los nuestros crezcan sin que lo sepan, que lejos de lastimarles el alma, estaremos sembrando en ellos el sentido de la justicia, que prende bien en esas edades limpias de prejuicios. A los mayores, si lo olvidaran, azucémosles el sentimiento y mostrémosles, desde la casa, y en plena luz del aula, cuánto pueden hacer para construir, animosos, nuestro proyecto de país.
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