Menos de una hora pasó para que fuerzas del Ministerio del Interior, con el apoyo decisivo de la población, detuvieran a los autores de un sabotaje con cocteles Molotov en La Habana.
El hecho tuvo lugar en el municipio capitalino de Diez de Octubre, donde dos ciudadanos que se trasladaban en un auto ligero, lanzaron uno de estos artefactos incendiarios contra la puerta metálica de una tienda de barrio de la Cadena Caribe, ubicada en la esquina de las calles Tejar y Porvenir.
Según información dada a conocer ayer en la Televisión Cubana, tras cometer el hecho, los dos individuos –uno de ellos, de 38 años de edad, residente entre Cuba y Estados Unidos; el otro, de 39, vecino de Lawton– emprendieron la huida y, a unos 1 200 metros del lugar, aproximadamente, detuvieron el vehículo, tomaron un tanque de gasolina que llevaban en el maletero, y comenzaron a preparar otras tres bombas incendiarias que utilizarían esa misma noche contra otros sitios de la ciudad.
Sin embargo, mientras confeccionaban los nuevos artefactos con los que pretendían sembrar el caos y el miedo, el recipiente de combustible se viró, y las fuerzas del orden interior, que ya habían iniciado su búsqueda, los capturaron.
El sabotaje contra la tienda en Diez de Octubre confirma los nexos entre sectores extremistas asentados en Estados Unidos, con una serie de acciones para desestabilizar el país, que tienen como denominador común los escasos daños materiales y el repudio masivo de la población.
Sin embargo, la rapidez con que sus autores fueron neutralizados, también evidencia la voluntad de los cubanos de defender su tierra y de no permitir bajo ningún concepto que esa tranquilidad que distingue nuestras calles (y que sin duda constituye una de las grandes conquistas de la Revolución), vaya a ser rota por terroristas y mercenarios.
De ahí que los llamados permanentes desde el exterior, a través de las plataformas digitales, a la violencia y el desorden, no hayan tenido el efecto deseado entre una sociedad que ama la paz. Los recientes sucesos de la tienda de Diez de Octubre lo demuestran.
Lo que supuestamente sería una señal de alarma para la opinión pública, de los cubanos lanzando cocteles incendiarios contra objetivos estatales, se convirtió, en menos de una hora, en su exacta viceversa: dos terroristas que seguían instrucciones desde el exterior resultaron capturados gracias a la colaboración del pueblo.
Las bombas que prepararon les estallaron en las manos.
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Juan B Cabreja dijo:
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13 de agosto de 2022
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