Los odiadores no suelen modificar mucho su discurso. Cuando no tienen argumentos para refutar lo que uno afirma, enseguida pasan a la ofensa. En el caso de aquellos que estamos vinculados a proyectos como Con filo, a ese vituperio usual se le suma la airada exigencia de que el programa sirva como tribuna vindicatoria de posturas que nada tienen que ver con su perfil.
De nada importa decir, en cada emisión, que el programa nació y se debe al objetivo de desmontar campañas mediáticas, desmentir fake news y denunciar ese ataque simbólico y cultural al que somos sometidos. Siempre habrá personas que pidan otra cosa, a veces de forma sincera y otras como excusa para denigrar el programa.
Desde Miami, buscando locaciones para grabar @ConFilo_Cuba. A los medios interesados en cubrir nuestra visita, nos vemos a las siete en el Café Versalles pic.twitter.com/ySuvjrKbIS
— Michel E. Torres Corona (@metorres93) March 14, 2022
Pero en aras de contentar a nuestro público más fiel, podemos dejar bien clara nuestra postura con respecto a cosas que se han vivido en nuestro país,
¿La vida en Cuba es perfecta? No. Como diría el poeta trovador, no vivimos en una sociedad perfecta. La vida en Cuba es compleja, impone sacrificios, uno debe estar constantemente dispuesto a dar la pelea. ¿Se pasa trabajo? Sí. Moverse es un problema, comprar alimentos es un problema, trabajar y ganar lo suficiente es un problema… Pero también tenemos cosas muy valiosas, que quizá hemos dado por sentado y que pudiéramos perder.
¿Nos gusta hacer colas y perder el tiempo en una parada? No, claro que no. Nos duele el desabastecimiento, caminar por las calles y ver a decenas de personas huyendo del sol mientras esperan un incierto turno para comprar algo. Nos duele más cuando estamos metidos nosotros en una de esas colas. Tiempo valioso de vida que se nos escurre entre los dedos, como cuando miramos hacia el horizonte, buscando alguna señal de un ómnibus… y nada.
¿Hemos cometido errores e injusticias? Sí. Algunos los hemos resarcido, otros los hemos superado y hasta olvidado. Las injusticias las hemos tratado de incinerar con el fuego de la Revolución, tratando de identificar al revolucionario con «toda la justicia social». Mas no podemos lanzar la primera piedra, no estamos libres de pecado.
¿Nos gustan las tiendas en MLC? No, no nos gusta depender de una moneda extranjera para poder pagar por un producto. Ojalá desaparecieran mañana mismo, pero tampoco tenemos una alternativa mejor para paliar la profunda crisis que sufrimos.
¿Creemos que son estas tiendas un mal necesario? Sí. Y quizá nos equivoquemos, pero asumimos que no hay otra vía, al menos hasta el momento, para la recaudación de divisas.
¿Estamos convencidos de lo que decimos, de cómo defendemos a la Revolución? Absolutamente.
Y si algunos no quieren creernos, si algunos siquiera nos ofrecen el beneficio de la duda, si no asumen como posible que somos personas comprometidas con el proyecto revolucionario, pues, allá ellos. Nosotros seguiremos alzando nuestra voz por las causas en las que creemos, seguiremos criticando lo mal hecho en el lugar y el momento que entendamos pertinente, y estaremos prestos a enfrentar toda campaña o articulación contra nuestro modelo socialista y constitucional.
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Miguel Ángel LOPEZ Álvarez dijo:
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19 de marzo de 2022
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Juank dijo:
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Pedro Prieto dijo:
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