ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El nuevo cementerio del municipio de Guantánamo asume las inhumaciones asociadas a la COVID-19 más recientes. Foto: Gladys Leidys Ramos

Llegas sin esperar ver esa imagen, el pulso se acelera y las preguntas salen, una detrás de otra; las respuestas hacen falta. No hay fosas comunes —los rumores son falsos—, pero el entorno sigue siendo duro y triste, más allá de lo que significa, incluso, la muerte; sobre todo si ya han manipulado el escenario y aprovechado el dolor de los vivos para «vender» noticias falsas.

En el cementerio Santa Juana, del municipio guantanamero Manuel Tames, yacen alrededor de 500 fallecidos, que corresponden al poco más de un mes en el que la pandemia azotó más fuerte a esta provincia.

La cifra podría alarmar, pero aclara Ihosvany Fernández Fernández, director provincial de Servicios Comunales en Guantánamo, los enterramientos relacionados con la COVID-19 no solo incluyen los casos confirmados, sino también los contactos de positivos y los sospechosos, cuestión que forma parte del propio protocolo para evitar el riesgo biológico.

Los fallecidos asociados a la COVID-19 sí se registran, con tomo y folio, así también los familiares pueden encontrar sus sepulturas. Foto: Gladys Leidys Ramos

No se ubican varios fallecidos en una misma fosa, de hecho, las sepulturas son personales y cada uno está registrado como se debe para que los familiares puedan saber dónde están ubicados sus seres queridos, precisa.

La inconformidad de los lugareños reside, por otro lado, en que las inhumaciones se realizaron en el cementerio de otro territorio, que además se encuentra a 17 kilómetros del municipio cabecera.

Sin embargo, la situación real es que la necrópolis principal del territorio de Guantánamo ya no cuenta con espacio, porque su localización en el centro-oeste de la ciudad no permite una ampliación, sobre todo para las exhumaciones y la posterior ubicación de los restos mortales, lo que imposibilita la desocupación de las bóvedas, cuya mayoría, además, es privada, subraya.

Esa es una vieja verdad que no tomó tan desprevenido al territorio, pues, según Fernández Fernández, y se pudo constatar, se invierte en un nuevo cementerio para el municipio, así como en un segundo incinerador.

No obstante, el lugar no estaba en condiciones de asumir el pico de muertes de esas jornadas, por lo que la opción de Santa Juana fue la acertada, y a la que se le destinó un porciento de ese propio presupuesto.

Ahora el nuevo cementerio, que tiene unas 12 hectáreas, está asumiendo las inhumaciones más recientes en una parte de las casi tres hectáreas que ya están en explotación. Allí, de acuerdo con lo que se pudo observar, las condiciones son mejores.

Entre las labores en el cementerio Santa Juana está la construcción de la tapia, para evitar el riesgo biológico. Foto: Gladys Leidys Ramos

Alrededor del camposanto de Manuel Tames, por su parte, ya se construye la tapia, al tiempo que el combinado perteneciente a la Empresa Provincial de Materiales de la Construcción ha producido unos 322 monolitos, e incrementado las entregas de ese artículo, para poder poner el nombre del fallecido donde todavía hay solo un número.

Es que aunque los enterradores de Santa Juana se han agrupado en equipos para laborar por turnos las 24 horas del día, como explica la administradora Marisol Terry Sierra, todavía falta organizar la tierra, hacer jardinería, al tiempo que no se desatienden las inhumaciones de personas fallecidas por otras causas.

En otro orden, a Ihosvany Fernández Fernández le parece importante esclarecer que la utilización de otros medios de transporte para el traslado de los fallecidos hacia el cementerio es cierta, pero responde, precisamente, al alza de las muertes, como aquel 8 de agosto cuando las muertes generales, no solo por la COVID-19, fueron de 77 en el municipio, y 91 en la provincia.

Asimismo, añade, con respecto a la entrega de la información del fallecido a los familiares, aún se realizan, porque en el momento crítico, cuando una veintena de cuerpos necesitaban inhumarse, era bien difícil agilizar el resto de los procesos.

Ciertamente, todavía hay muchas fallas, asuntos dilatados, hileras de números en ladrillos, tierra en pilas rodeando las sepulturas, porque las pruebas a las que la COVID-19 nos ha puesto nadie podía preverlas.

Mas, tanto para los servicios necrológicos —porque funcionar como deben tiene que ser el resultado de fines del día, sin importar las excusas—, como para quienes ponen un interés burdo en manipular, es importante comprender, pues el respeto a los muertos es necesario, por ellos, y porque significan grandes pérdidas para los afectados.

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FASV dijo:

1

10 de septiembre de 2021

20:59:22


POR QUE NO SE DIO ESTA EXPLICACION ANTERIORMENTE?

omar dijo:

2

11 de septiembre de 2021

13:21:25


Ihosvany Fernández, director provincial de Servicios Comunales en Guantánamo expone que el pasado 8 de agosto “… las muertes generales, no solo por la COVID-19, fueron de 77 en el municipio, y 91 en la provincia”. Según el parte oficial del Ministerio de Salud Pública de Cuba, ese día fallecieron solo 8 personas en el municipio de Guantánamo y una en Baracoa a causa de la Covid… ¿Es decir que en un solo día murieron en el municipio cabecera 69 personas por otras causas ajenas a la Covid? Hagamos la concesión de que todos los fallecimientos por Covid no fueron reportados el mismo día, sino al siguiente: el 9 de agosto. Siempre según el parte oficial del Ministerio de Salud Pública de Cuba, ese día fallecieron solo 6 personas en el municipio de Guantánamo, la mitad de los reportados en toda la provincia. Aun sumando los fallecidos en el municipio de Guantánamo entre los días 8 y 9 (14) … ¿es posible que el resto de los 63 hayan muerto por otras enfermedades? ¿Podrían aclarar?