ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Un fuerte terremoto de magnitud 7.4 en la escala de Richter estremeció a Haití a las 8:29 AM de este 14 de agosto e irradió su fuerza hasta Guantánamo, y en otras provincias del oriente de Cuba.

Según la red de Estaciones del Servicio Sismológico Cubano el sismo fue perceptible por su intensidad máxima de V a VI en la escala MSK, algo de lo que dan fe los guantanameros desde la punta de Maisí, donde se sintió todo con mayor fuerza.

Este es el sismo perceptible número 9 del año 2021 y ocurrió en la misma zona de fallas del terremoto de Haití del 12 de enero del 2010, y aunque es muy poco probable que genere tsunami, entre los pobladores del Alto Oriente el movimiento telúrico causó suficiente conmoción, sobre todo porque fue antecedido por otro acontecido ayer 13 de agosto en el horario de la noche y que apenas se hizo notar.

HASTA LAS PALMAS LO DECÍAN: SISMO

Foto: Dairon Martínez Tejeda

Katiuska Borges, guantanamera residente al oeste de la ciudad del Gauso, estaba en la cocina de la casa cuando sintió que los platos, cubiertos, y vasos tomaban vida propia. ¡¿Qué pasa, papá mira esto?! Enseguida exclamó en busca de ayuda, y el padre que estaba en el patio le gritó ¡corre que esto es un terremoto, hasta las palmas lo dicen!

Katiuska soltó las cosas en el fregadero y corrió, sin mirar atrás, mientras sentía que la casa también la engullía, pero ella no iba caer tan fácil, salió, respiró… todo duró unos segundos, ¿o fue mucho más?

«Lo importante es que nada mala pasó. La casa sigue igual que antes, el desorden que dejé en la cocina, y mi padre, que ni se inmutó por un segundo y sigue ahí recostado de una palma, la misma que le avisó lo que estaba sucediendo».

CREÍ QUE ALGUIEN POR MALDAD ME MOVÍA LA CAMA

Foto: Dairon Martínez Tejeda

A Sulma La O Malverse hoy al fin le tocaba descansar. Desde que comenzó la pandemia, su trabajo como enfermera en El Salvador apenas la da chance a recuperarse, con un buen sueño reparador.

Pero este sábado,  no era el día.

«A las 8 y algo, sentí que la cama se movía. Creí que era cosa de mi hijo que a veces me hace maldades porque está muy aburrido por la pandemia. Lo llamé y resulta que estaba viendo plácidamente la TV. Ahí lo supe, era un temblor, pero estaba muy cansada para levantarme».

«No habían pasado unos minutos y ya los vecinos estaban afuera conversando y gritando, ¡qué va aquí no hay quien duerma hoy!», pensó.

«Me levanté y ellos, antes que los medios de comunicación, me ampliaron la noticia. Recordamos como hace años atrás vivimos algo similar, pero más fuerte. Ahí yo sí salí corriendo con el niño en brazos, pues aún era pequeño, y afuera vimos como las casas, los árboles, la tierra se movían como cosa del otro mundo».

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