Una primera mirada evaluadora a la puesta en práctica de las medidas aprobadas por el Gobierno para estimular la producción agropecuaria en el sector empresarial ha dejado, en las siete provincias visitadas hasta ahora, un denominador común: la necesidad de impregnarle mayor agilidad a su aplicación.
Tal ha sido la percepción del equipo de trabajo, encabezado por el vice primer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca, tras sostener intercambios con directores de empresas y comprobar la existencia de lentitud e insuficiente gestión para resolver los problemas acumulados en ese renglón estratégico de la economía nacional.
El asunto cobra especial connotación en la rama ganadera, considerada la de peores resultados productivos dentro del sistema de la Agricultura y, de igual manera, la que necesita de mayores esfuerzos en su recuperación, en medio de una situación adversa para el país, que no dispone de todos los recursos para ello.
«Cuando más grandes son las dificultades, reflexionó Tapia Fonseca, mayor debe ser también la iniciativa, la capacidad emprendedora, la búsqueda de alternativas locales y la entrega cotidiana de todos los colectivos, en lo cual desempeñan un papel decisivo los cuadros administrativos».
Dedicadas casi por completo en los últimos años a prestar servicios a otras formas productivas, ante las empresas agropecuarias se abre ahora el reto de sumarse a la producción de alimentos, empeño que les exige despojarse de ineficiencias y de otros males que lastran su gestión económica y productiva.
El vice primer ministro aclaró que se trata de una tarea compleja, que no se puede cumplir de un día para otro, pero la oportuna y correcta aplicación de las medidas aprobadas flexibiliza, elimina entuertos, deja atrás viejos prejuicios y desbroza el camino hacia el fortalecimiento de la empresa estatal socialista.
El propósito, aseguró Tapia Fonseca, es poner de una vez por todas a esas entidades y a sus trabajadores en igualdad de condiciones respecto a otros tipos de formas productivas, pero asimismo se les medirán los indicadores de eficiencia, muy distantes aún de los resultados de las cooperativas agropecuarias.
La corrección de errores y distorsiones en tan estratégico sector se extiende, además, a la calidad del proceso de contratación, a partir del potencial productivo real de cada unidad, que, en el caso de la ganadería, debe revertirse en más litros de leche y kilogramos de carne.




















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