Pinar del Río.–Jorge Luis Suárez nunca pensó que sus diseños llegarían al otro lado del mundo. Carpintero de vasta experiencia, confiesa que siempre le ha gustado innovar con los recortes de madera que quedan después de hacer una ventana o una puerta.
Cuenta que así, tratando de encontrar nuevos modelos más funcionales, fue que surgieron el juego de sillas y mesa plegables para picnic, o las banquetas que la Empresa de Industrias Locales Varias (Ilova) de Pinar del Río ha estado exportando.
La idea nació a partir de las negociaciones con un cliente europeo que, de inmediato, se mostró interesado en sumar los diseños a una serie de pedidos que ya había encargado a la entidad pinareña, destinados al sector extrahotelero.
Ello confirma a Ilova como una de las empresas de Vueltabajo que mejor ha sabido aprovechar las posibilidades abiertas en los últimos tiempos, con el propósito de dinamizar la economía del país.
Con algunos contenedores enviados a Europa, ese colectivo no solo ha retomado el camino de la exportación, sino que ha incorporado nuevos renglones a base de madera y fibras naturales.
Apelando a una alianza estratégica con la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca, y a los encadenamientos productivos con trabajadores por cuenta propia y cooperativas no agropecuarias, para aumentar capacidades productivas, la entidad maneja, además, una amplia cartera de más de 40 perfiles de proyectos de desarrollo local, y aspira a insertarse en el mercado en moneda libremente convertible, en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, y en el comercio electrónico.
LA RESURRECCIÓN
Juan Irán González, su director, recuerda que hasta hace apenas tres años la situación de la empresa no podía ser más complicada.
Graves problemas financieros impedían la adquisición de materias primas y ello provocaba mucha inestabilidad en la fuerza de trabajo.
«Había grandes deudas con los principales proveedores y con la onat», rememora.
Ante esa realidad, cuenta que decidieron acudir a la universidad pinareña, a fin de identificar potencialidades, y también estudiaron lo que hacían otras empresas de su tipo en el país, con un desempeño favorable.
Ello llevaría a un cambio completo de estructura y a volver a apostar por algo en lo que la entidad ya había acumulado cierta experiencia en el pasado: la exportación.
En agosto de 2019, Ilova se convirtió en la primera empresa de subordinación local del país que tuvo aprobado un esquema cerrado de financiamiento para la exportación.
Poco después, un contenedor de muestras partió rumbo a Europa cargado con sets playeros de maderas (compuestos por cuatro butacas y una mesa), jardineras, paneles de madera para divisiones interiores, mesas para picnic, papeleras y minivallas, entre otros renglones.
A finales de año se realizaría el primer envío comercial, y en el primer trimestre de 2020, el segundo. Aunque la covid-19 ha impedido avanzar con mayor agilidad, el directivo asegura que en total suman 27 los productos derivados de la madera y las fibras naturales, que se han obtenido en sus talleres con destino al mercado europeo.
SIN DEJAR DE SOÑAR
En asociación con una empresa española han desarrollado pinturas acrílicas para interior y exteriores, que abarcan una amplia gama de 32 colores, que se destinarían a las tiendas en moneda libremente convertible. «Esto nos permitiría obtener la divisa necesaria para sostener la importación de algunos componentes que se requieren, y para introducir otros productos como los impermeabilizantes». Incluso, negocian con un socio extranjero para llevar las pinturas a Centroamérica.
Para satisfacer una demanda creciente de sus diferentes surtidos, Jesús Martínez, subdirector de Operaciones, señala que la entidad ha aprovechado las alianzas con otros actores de la economía. Han logrado encadenamientos con varios grupos de creadores del Fondo Cubano de Bienes Culturales, 12 talleres de trabajadores por cuenta propia y dos cooperativas no agropecuarias.
Con tales asociaciones, asumieron la fabricación del mobiliario, ventanas y puertas de las cabañas del hotel Rancho San Vicente, en Viñales, y la carpintería del campismo Boca de Galafre.
Con el propósito de explotar las posibilidades de sus 61 talleres, tienen en proyecto la exportación de confecciones textiles a Centroamérica.
Según el director general, la búsqueda constante de oportunidades para asumir nuevas producciones y generar ingresos, ha propiciado la recuperación financiera de la entidad y ha reducido la fluctuación de la fuerza laboral.


                        
                        
                        
                    





    
    










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