
Era millonario –el de mayor caudal para su época en toda la región del oriente de Cuba– y sin embargo, la «fortuna» que verdaderamente lo enalteció fue la de su altura moral y su apego indeleble al ideal independentista.
Qué grandeza la de aquel patricio bayamés, cuya riqueza activa, estimada por encima de los dos millones de pesos y más de 4 000 caballerías de tierras, entre ingenios, haciendas, fincas y otras propiedades, sacrificó todos esos bienes en nombre de la libertad. Junto a Céspedes, Perucho y otros patriotas insignes, se convertiría en uno de los padres fundadores de nuestra nación, esa que emergió con la Guerra Grande de 1868 y que luego la «necesaria» continuidad enarbolada por Martí haría resurgir el 24 de febrero de 1895.
Qué bríos tremendos los de aquel patriarca, que llegó a alcanzar en la manigua mambisa los grados de Mayor General, Lugarteniente General de Oriente, Secretario de Guerra y Vicepresidente de la República en Armas, cargo con el que partió de Cuba, en 1871, hacia Nueva York, encargado de eliminar las pugnas de los emigrados y reunir recursos y armas para la lucha.
Era Francisco Vicente Aguilera, nombrado también «el peregrino de la Patria». Hoy, a 144 años de su muerte, cuando algunos esclavos del dinero pretenden hacernos olvidar la historia, una hermosa frase de Aguilera nos llega, en presente, como estandarte para la defensa de nuestra soberanía: «Nada tengo mientras no tenga patria».



















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Luis Orlando Blanco dijo:
1
23 de febrero de 2021
09:53:05
Roberto E Gonzalez dijo:
2
23 de febrero de 2021
10:52:19
Danyer Nuñez Jorge dijo:
3
23 de febrero de 2021
11:24:48
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