Bayamo, Granma.–Unos 465 grados marca la temperatura al galvanizar los metales y, detrás de las caretas, mangas, petos y polainas…, parece haber guerreros y no hombres. Es una de las rutinas que durante más de tres décadas ha marcado el quehacer en la Empresa Mecánica de Bayamo (EMBA), donde se habla más de soluciones y proyectos que de obsolescencia tecnológica o de las reales carencias de recursos; filosofía de trabajo de un colectivo que al decir de uno de sus más curtidos operarios, Clodomiro Chacón Medina, «no detiene ningún proceso», luego de 30 años de explotación de sus máquinas.
Como resultado de ese rigor productivo, en esta fábrica, adscrita a la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) de la Industria Sideromecánica, se han hecho germinar, por varios calendarios, molinos a viento, casas de cultivo y su producto estrella: las máquinas de riego de pivote central eléctricas (pivot).
Estas últimas –altamente demandadas por elevar la productividad y humanizar las labores en el campo, gracias a una tecnología que beneficia los cultivos en grandes hectáreas, ahorrándose agua y energía– constituyen una apuesta necesaria para el desarrollo sostenible de la agricultura cubana, cuando en el país solo se cuenta con 459 007 hectáreas bajo riego, lo que representa apenas el 7,2 % de la superficie agrícola y el 17 % de las áreas sembradas.
Es por ello que lograr fabricar máquinas de pivote central con la introducción, de forma paulatina, de proyectos para disminuir la dependencia de la importación de sus partes y piezas, ha sido una misión cardinal de la EMBA, única entidad en Cuba que realiza producciones de este tipo.
PONER A FAVOR LA BALANZA PRODUCTIVA
Fundada en 1989, la industria, que inició ensamblando la máquina de riego fragata (fregat), en estos momentos fabrica un modelo cubano resultado de los estudios realizados a escala internacional.
«Nosotros hemos tenido un crecimiento sostenido en el nivel de integración nacional para fabricar las máquinas de riego, logrando que al cierre de 2019 el 53 % de sus componentes fueran ya de producción cubana», apuntó el ingeniero Luis Suárez Reyna, director de la EMBA.
Con el imperativo de continuar inclinando a favor la balanza industrial frente al complejo escenario para importar productos y equipos, los especialistas de la fábrica conciben un crecimiento de hasta un 85 % de integración, mediante el encadenamiento productivo con más de 15 entidades y el aporte científico-técnico que les brindan las universidades de Granma y de Villa Clara.
«Al reforzar la máxima participación cubana en la fabricación de las máquinas de pivote central por encima del 80 %, el ahorro sería de unos 30 000 dólares por cada máquina, de los cuales ya dejamos de gastar más de 8 000 con los 16 elementos que se logran hacer en el país», agregó el directivo.
Tras ese incremento en el uso de materias primas y componentes mecánicos, eléctricos e hidráulicos producidos en Cuba, la EMBA logró terminar en 2020 las 43 máquinas de riego comprometidas para ese año, así como 70 módulos de piezas de repuesto.
Dichas maquinarias, en las que se trabajaba desde 2018, se emplazan en estos momentos en bases productivas del Ministerio de la Agricultura (Minag) y la Unión Agropecuaria Militar (UAM) de las provincias de Camagüey, Holguín, Mayabeque y Pinar del Río.
Según destacó Suárez Reyna, de ellas, tres se destinarán a un proyecto de desarrollo citrícola en las provincias de Granma y Pinar del Río, y en el municipio especial Isla de la Juventud.
«También trabajamos en otras 18 máquinas destinadas al programa de la producción de caña (Azcuba), cuya entrega está prevista para febrero, con las que sumarían 61 de pivote central, que darán cobertura a cerca de 3 000 hectáreas», enfatizó.
Pero, a pesar del empeño para llevar a feliz término estos equipos, que comenzarán a regar soluciones en varios polos productivos del país, la EMBA está aún muy lejos de su capacidad potencial de producción, que es de unas 200 máquinas anuales.
NECESARIA DIVERSIFICACIÓN
Esa capacidad subutilizada de la empresa, por falta de disponibilidad física de recursos importados, se complementa con la diversificación hacia otras áreas en las que se ha afianzado la reparación de implementos agrícolas y la recuperación, desde 2018, de remolques cañeros y arroceros.
La industria, que no ha detenido sus producciones en medio de la situación epidemiológica ocasionada por la COVID-19, también ha puesto sus servicios en función del enfrentamiento a la pandemia, con el apoyo dado a la reparación capital de la fábrica bayamesa «Embotelladora», y a una planta de incubación de huevos, perteneciente al municipio de Jiguaní, así como la confección de cien camas y literas para hospitales y centros de aislamiento.
A la par de estas actividades, la EMBA ha dado uno de sus mayores saltos productivos con la fabricación de torres luminarias a base de acero galvanizado, destinadas a la Zona de Desarrollo Mariel, lo que permite sustituir importaciones y activar la industria nacional.
«Aunque en la fábrica ya había experiencia en la producción de torres luminarias, este proyecto ha tenido otros requisitos de mayor exigencia en los parámetros técnicos; pero a pesar del reto, hemos logrado hacer torres con calidad competitiva ante las importadas», explicó el joven ingeniero mecánico Enmanuel Jerez Rodríguez, con el orgullo de un recién graduado insertado de lleno en el proceso.
«Aquí un ingeniero tiene la posibilidad de crecerse, porque muchas veces me ha tocado ponerme el overol y, llave en mano, trabajar codo a codo con los técnicos y obreros en los talleres, y ha sido ese trabajo en equipo lo que nos ha permitido haber entregado ya las 699 que integran el primer lote acordado», apuntó.
OTRO APORTE INDUSTRIAL AL RIEGO AGRÍCOLA
Empeñados en continuar fortaleciendo el programa de riego y la producción de alimentos con alternativas cada vez más cubanas, mecánicos, ingenieros y operarios han asumido un nuevo proyecto que, fruto también del encadenamiento con otras entidades, revierte parte de la paralización fabril en los campos, al recuperar –en un primer momento– máquinas de enrolladores agrícolas y proponer, próximamente, su fabricación.
El ingeniero José Alfredo Rojas Rodríguez, especialista en Diseño Mecánico y uno de los líderes del proyecto, explicó a este diario que la idea surgió de la necesidad de reparar enrolladores para riego agrícola, inutilizados por roturas en bases productivas de la UAM.
«Es la primera vez que la EMBA se propone un proyecto de este tipo, y aunque ha sido un desafío asumirlo en medio de la pandemia, eso nos obligó a ponerle un extra a nuestro trabajo y a buscar variantes propias, hasta devolver la vida útil a las máquinas».
Con esta premisa se recuperaron los primeros seis enrolladores recibidos en la fábrica, los cuales ya están de nuevo en explotación en las bases productivas, y ahora se trabaja en otros 14, llegados desde diversos territorios.
«Junto a este programa de recuperación, nos propusimos desarrollar un modelo cubano de enrollador de riego producido en nuestra empresa, que sirva tanto para los cultivos varios como para la producción de caña de azúcar», resaltó Raúl Reyes Tamayo, director de la ueb Metal Mecánica, de la EMBA.
«Hasta la fecha tenemos diseñados los chasis de las máquinas y otros elementos que nos permitirán iniciar el proyecto con un 24 % de integración nacional, aunque nuestro objetivo es superar el 90 %, para estandarizar un modelo adecuado con el cual se pueda lograr en Cuba las soluciones técnicas y tener que importar menos piezas e implementos para su fabricación».
«Ahora nos preparamos para ensamblar en 2021 las primeras 50 máquinas enrolladoras destinadas a la UAM, y luego seguir creciendo en tierras de la Agricultura», subrayó Reyes Tamayo.
Lograr poner en marcha este propósito, necesario y urgente, significaría un valioso impulso, junto a las otras líneas productivas de la fábrica, para multiplicar los cultivos cubanos beneficiados con la posibilidad del riego.
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Lic. Michael Vazquez dijo:
1
21 de enero de 2021
04:43:25
Roberto Suri Vega dijo:
2
21 de enero de 2021
20:02:31
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