El Siboney abre las operaciones de zafra

Camagüey.–A la hora de decidir cuál de los centrales iniciaría en esta provincia las operaciones de zafra, pocos dudaron en mencionar al pequeño Siboney, de Sibanicú, dada su probada estabilidad industrial y la calificación de sus operarios para extraer el máximo de azúcar a la caña que entra en los molinos.

«Aunque las lluvias han demorado los cortes en las diferentes colonias cañeras comprometidas con entregarnos la materia prima, ya, por fin, logramos echar a andar la industria, después de un buen proceso de alistamiento de todas sus áreas», explica el director del ingenio, Jorge Ramón Valdivia Velázquez.

Casi cuatro décadas entre los «hierros» del central, le aportan al directivo las mañas necesarias para determinar cuándo las cosas andan bien o mal: «Toda mi vida laboral ha transcurrido aquí, lo mismo en el área de calderas que en la de mantenimiento. Dicen que uno nunca se las sabe todas, pero algo de experiencia queda».

Esa sapiencia le permite afirmar, no sin cierta amargura, que «en la pasada campaña, como se dice, morimos casi en la orilla, pues quedamos a 930 toneladas de azúcar del plan, una cifra que este ingenio alcanza en cinco o seis días, pero la zafra se extendió hasta finales de mayo y ello complicó las operaciones».

Para evitar tales contratiempos, Valdivia Velázquez sostiene que hay que tratar por todos los medios de que no se prolongue tanto la molienda, porque se consume mucha caña, bajan de manera ostensible los rendimientos industriales y se pierde tiempo para otra tarea impostergable: la atención de los cañaverales.

CONCEBIR UNA ESTRATEGIA CORRECTA, Y CUMPLIRLA

Ubicado en una zona con macizos cañeros que apenas rebasan las 30 toneladas por hectárea, el Siboney tiene que «hilar fino» para, una vez dado el pitazo de arrancada, moler alto y estable, primero en la llamada zafra chica (hasta el 31 de diciembre), y luego durante los meses de «pico» azucarero.

«Puedo garantizar, refiere el director del ingenio, que hoy estamos igual o mejor que el año pasado, desde el punto de vista industrial. Lo que urge es arrimarle más caña al basculador, pues la falta de materia prima es un problema que todavía nos amenaza y puede enredar las operaciones fabriles».

Envuelto ya en la nueva zafra azucarera, esa es la principal preocupación del colectivo obrero, el cual, en las dos últimas campañas, vio romper una racha de 16 zafras consecutivas como cumplidor de sus compromisos productivos, desempeño que lo ubicó entre los centrales más integrales del país.

Amén de los volúmenes de la gramínea que deberán tributar las seis cooperativas cañeras de Sibanicú, esta vez se ha planificado traer más de 60 000 toneladas desde otros municipios, una maniobra harto complicada por las largas distancias a recorrer y las demoras en el traslado.

«Ese nivel de vinculación con otros territorios, comenta Valdivia Velázquez, puede crecer según se comporte la zafra, por lo que exigirá de un correcto ajuste de horarios y de una estricta sincronización operacional, para que afecte lo menos posible la frescura de la caña, que es en definitiva la que produce el azúcar».

SIBONEY ADENTRO, NADA COMPROMETE LA ZAFRA

Según el directivo, a estas alturas no existe trabajo pendiente ni recurso que comprometa el buen desarrollo de la zafra en el Siboney. Todas las labores, desde las más complejas hasta las que requirieron de menor esfuerzo y especialización, fueron enfrentadas por los propios trabajadores del ingenio.

Así lo ratifica también José Ángel Vázquez Llanes, jefe del área de molinos y basculador, donde las acciones principales, ya resueltas, se concentraron en corregir la desalineación en el engrane, que provocó la rotura de uno de los molinos, y en sustituir la viga de carga en la plataforma del virador del ferrocarril.

«Este es un colectivo, reconoce el ingeniero mecánico, que quiere mucho a su fábrica y no pone peros para enfrentar cualquier tarea, por difícil que parezca. Ello permitió tener, con tiempo suficiente, el área lista, como parte de la línea central del ingenio, que interviene durante todo el proceso fabril».

Hace 20 años, el soldador Norberto Valenciano González asume allí una tarea de especial relevancia: «Prácticamente me dedico a la recuperación de las mazas de los molinos, un trabajo que exige mucho rigor, porque se trata de restablecer los dientes partidos y rellenar con soldadura las partes deterioradas».

«De la calidad con que lo haga, agrega, depende todo, pues, de hacerlo mal, el molino patina, no agarra bien la caña y no le saca todo el jugo que se necesita. Es decir, yo también me siento una gente importante, porque con mi correcto desempeño evito paradas imprevistas de la industria y acumulación de tiempo perdido».

POR LA CALDERA, EL SIBONEY TAMPOCO FALLARÁ

Paileros, mecánicos, ayudantes… todos los operarios del área de generación de vapor aunaron esfuerzos en la solución de pequeños detalles para que la caldera del Siboney continúe sin problemas durante las jornadas de zafra, como los tiene acostumbrados, por su fiabilidad y eficiencia.

«A falta de recursos buscamos alternativas, pero no nos detenemos», proclama el jefe del área, Ramón Corrales Fumero.

«La vida de nosotros, afirma, es el ingenio. Si no muele no tendremos futuro, y, si todo marcha bien, ayudamos al país y nos beneficiamos económicamente. Por tanto, siempre estamos prestos para lo que haga falta. De presentarse algún problema, no nos vamos de aquí hasta que se resuelva».

Ese es el ambiente que se respira hoy en todo el ingenio. Quien recorre sus instalaciones, no ve a nadie merodeando ni perdiendo el tiempo. Una sola razón los motiva: retornar al pelotón de los centrales cumplidores en el país, y no defraudar, así, la confianza ganada a base de eficiencia y buen desempeño.