GUAMÁ, Santiago de Cuba.–De estos 60 años de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), medio siglo han compartido con los Destacamentos Mirando al Mar (DMM), convertidos, al lado de las Tropas Guardafronteras del Ministerio del Interior (MININT), en un baluarte defensivo de la Revolución, desde su creación el 23 de septiembre de 1970; aunque en el Hoyo de Tabacal una digna familia cubana se había anticipado en tan sagrada misión.
«Fue en enero de 1968 –rememora Eddy del Toro Reyes–, cuando mi padre nos llevó a sus nueve hijos a sembrar boniato en el litoral y mi hermano Hipólito chocó el azadón con algo duro, como una gruesa manta plástica, avisó a papá, y cuando ampliaron el hueco, aparecieron un bote inflable, armas, ropa de camuflaje, una brújula, cordeles, anzuelos y documentos.
«El viejo mandó a avisar al puesto de guardafronteras y esto se llenó de jefes y mucha gente más, se montó un operativo de exploración por varios días y como no apareció nadie, nos dijeron que habíamos frustrado un intento de penetración enemiga, y papá, que había colaborado en la lucha con el Ejército Rebelde dijo que por aquí no entraba ni salía ningún contrarrevolucionario».
La determinación de la humilde familia de pescadores los llevaría, hace 50 años, a convertirse en fundadores del destacamento de Tabacal, un paraje a la vera del kilómetro 70 de la carretera que conduce desde Santiago de Cuba a este municipio que, extendido al sur de la histórica Sierra Maestra cuenta, en sus 175 kilómetros de costa, con 39 DMM integrados por 614 hombres y mujeres.
Por derecho propio, Ediosgracio del Toro asumió de jefe hasta que, un año antes de fallecer, entregara en 1993 el mando a su hija Eddy, quien recuerda que, religiosamente, el padre los levantaba a todos antes de las seis de la mañana y los mandaba a recorrer los dos kilómetros de playa asignados, acción que repetía a las seis de la tarde o de madrugada, si era necesario.
«Cuando fueron naciendo nuestros niños los llevábamos como de paseo por la costa –dice Eddy–, y los muchachos permanecían mirando hacia el mar. Mi hija Arisdelbis tendría cinco añitos el día que entró a la casa corriendo y gritando que las olas le habían traído la muñeca que abuelo le iba a regalar. Todos salimos y vimos, donde ella decía, dos cajas cuadradas.
«Con toda precaución nos acercamos y resultaron ser dos paquetes de droga que habían recalado. Tampoco olvido cuando, en 1978, vimos un objeto raro en la costa y, al avisar a guardafronteras, resultó ser un torpedo sin explotar. Así, el más reciente hecho fue en 2018, cuando estando de guardia en el cercano motel Guamá, Rafael Parra detectó un paquete con cápsulas de cocaína y evitó que llegaran a manos inescrupulosas».
«Por eso siempre le digo a mamá y a mi tía que pueden estar tranquilas –enfatiza el vanguardia del destacamento, Adrián del Toro Verdecia–, porque si, como fundadoras con el abuelo, protegieron dignamente este pedazo de la patria, los continuadores de la familia Del Toro juramos que nuestra Sierra Maestra seguirá siendo toda la vida de Fidel».
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Ruperto dijo:
1
3 de noviembre de 2020
03:51:15
Teresa Martinez Gorina dijo:
2
3 de noviembre de 2020
14:31:34
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