ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Las nueve familias que en Florida perdieron sus hogares, ya recibieron las llaves de sus casas nuevas, edificadas con el sistema Sandino. Foto: Rodolfo Blanco Cué

CAMAGüEY.–Bastaron cinco meses, buena parte de ellos bajo la presión adicional de la pandemia de la COVID-19, para que esta provincia diera solución a los daños ocasionados por una tormenta local severa que el 29 de abril pasado, golpeó a los municipios de Florida y Carlos Manuel de Céspedes.

En apenas una hora de aquel atardecer aciago, una combinación nociva de lluvia intensa, granizada y fuertes ráfagas de viento provocó en la primera de las demarcaciones perjuicios de diversa magnitud en 469 viviendas, en edificaciones estatales y en las redes eléctricas y de telecomunicaciones.

Un poco más al noroeste, en el vecino Carlos Manuel de Céspedes, el peligroso fenómeno meteorológico, al parecer algo debilitado ya, dejó su huella destructora en 31 viviendas, en casas de cultivo tapado, en unidades comerciales y en instalaciones de una cooperativa agropecuaria.

Como ya es habitual en medio de cualquier contingencia de ese tipo, las autoridades locales no perdieron un segundo en organizar y comenzar a ejecutar las acciones recuperativas, a partir de la rápida movilización de los recursos materiales y humanos necesarios para enfrentar el nuevo desafío.

Según información de la Dirección Provincial de la Vivienda, con cierre de septiembre, de las 500 afectaciones reportadas desde los dos territorios, solo resta concluir una casa de tipología uno, después de vencer el reto de dar respuesta a todos los inmuebles que perdieron, total o parcialmente, sus cubiertas.

Enrique Fernández Guevara, coordinador del programa municipal de construcción de viviendas en Florida, explicó que las nueve familias que perdieron los hogares ya recibieron las llaves de sus casas nuevas, edificadas con el sistema Sandino, tipología que agiliza las labores y garantiza un mejor acabado.

Lo mismo ocurrió con los seis casos de derrumbes parciales, cuya solución se logró a través del otorgamiento de subsidios para la construcción de células básicas habitacionales mediante la vía del esfuerzo propio, que contó, además, con el decidido respaldo de familiares, amigos y vecinos de la comunidad.

Una de las personas que estrenó vivienda nueva fue Marielis Díaz Somonte: «Cuando pasó la tormenta, de mi casa solo quedaron pedazos. Imagínese lo nerviosa y triste que me puse. Sin embargo, ahora estoy muy feliz, porque los albañiles se esmeraron en construirme una vivienda digna donde cobijar a mi familia».

Otro de los beneficiados, el trabajador del sector de la Cultura Gilberto Millares Loro, comentó emocionado: «¡Cómo no voy a estar contento! La casa que se nos entregó no tiene comparación alguna con las malas condiciones de la que teníamos al momento de producirse la tormenta, de la cual no quedó ni una tabla en pie».

 «Esto ha sido posible gracias a la Revolución, que no deja desamparado a nadie. Lo mismo puedo decir de los constructores, quienes, conscientes de la necesidad que teníamos, no escatimaron horas hasta dejar terminada la obra» expresó, agradecida, la damnificada María del Carmen Moreno.

Todos, desde sus puestos de labor, fueron receptivos al mensaje que les dejara el vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, quien, en recorrido por las zonas más golpeadas, alertó que la premura y el interés por atender a los damnificados no incidiera negativamente en la calidad de las edificaciones.

Bajo ese principio se asume también, desde el 24 de agosto pasado, la solución de los perjuicios de la tormenta tropical Laura en tierra camagüeyana, cuantificados en 187 viviendas con algún tipo de daño, de las cuales, al concluir septiembre, el 86 % había tenido una respuesta favorable en el orden constructivo.

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