ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
«Todo ese “mar verde” que usted ve ahí es mi vida», asegura, con el agua hasta los tobillos, Adisleydis Fuentes Sánchez, única mujer en Granma con grandes extensiones dedicadas al cultivo de arroz. Foto: de la autora

Puente Guillén, Granma.–Si alguien conoce al dedillo los «secretos» de la semilla de arroz en el poblado riocautense de Vado del Yeso, esa es Celia Bazán González, quien, a pesar de las urgencias epidemiológicas que mantienen en casa a la mayoría de sus conocidos, no renuncia a madrugar para estar temprano en el secadero y contribuir, desde su laboratorio, a que no falle la siembra de ese grano indispensable en el plato de la familia cubana.

Especialista de la unidad empresarial de base (UEB) Secadero y Planta de Semilla Puente Guillén, perteneciente a la Empresa Agroindustrial de Granos «José Manuel Capote Sosa», situada en el municipio de Río Cauto, esta mujer con más de 40 años de labor, recorre a diario unos 20 kilómetros para garantizar la calidad de las semillas que se sembrarán en la actual campaña de primavera.

«Cuando el transporte que tenemos falla, yo lo mismo me monto en una carreta, en un tractor cargado de leña, que en una bicicleta, y muchas veces camino un tramo, porque hasta acá atrás no entran carros con frecuencia; pero lo que no puedo es dejar de venir a contar y muestrear mis granitos de arroz», asegura con humildad la «viejita del secadero», como ella misma se ha bautizado.

«Ahora estamos trabajando con una planta de mejoramiento de la semilla bastante obsoleta, que hace solo 20 toneladas por día y apenas clasifica el grano, pero ya tenemos aquí, lista para su puesta en marcha, una planta moderna de tecnología china con una capacidad de 80 toneladas diarias, que va a recibir la materia prima directo del secadero, nos va a ahorrar los insumos y podremos, además, venderle a los productores una semilla de mejor calidad».

Orgullosa de su labor en el control, muestreo y clasificación de las semillas, Celia habla, también, de la importancia de no parar la industria.

«Hace unos días una vecina me preguntó: ¿por qué tú vas a trabajar si todos nos estamos quedando en la casa?, y yo le dije: es que mi trabajo, así tan sencillito como tú lo ves, define la calidad de la semilla de arroz que necesitan los productores para la siembra de ese grano que no puede faltar en Cuba a la hora de comer.

«Lo que sí hay es que cuidarse, porque el nuevo coronavirus mata. Yo  vivo “arriba” de los muchachos del secadero para que no dejen de ponerse el nasobuco y se laven las manos con hipoclorito, y, además, les digo: hay que producir, pero hay que protegerse.

«También en los raticos que tengo libre en la casa me he puesto a coserles nasobucos para que todos tengan», concluye Celia, y retorna a sus ajetreos en el laboratorio, allí donde se sabe necesaria.

***

No muy lejos del secadero, en la ueb arrocera Puente Guillén, perteneciente también a la empresa Capote Sosa, otra mujer le roba horas al sueño, en el mismo afán de «echar pa’ lante» la producción de arroz.

«Todo ese “mar verde” que usted ve ahí es mi vida», asegura, con el agua hasta los tobillos, Adisleydis Fuentes Sánchez, única mujer con grandes extensiones dedicadas al cultivo de arroz en Granma.

«Con esta situación tan compleja que está viviendo el país con el nuevo coronavirus, ahora es que los productores de arroz tenemos que redoblar esfuerzos para disminuir las importaciones; por eso aquí no hay descanso alguno. Yo sigo llegando antes de que el sol salga y hago lo que sea necesario: moteo en el fango, preparo suelo y cosecho con mis trabajadores hasta la noche», añade la responsable del lote cuatro, parcela de unas 20 hectáreas donde se produce semilla básica para más de 700 campesinos.

«Además, estamos preparando de forma experimental un terreno orgánico que vamos a comenzar a trasplantar en breve con la colaboración del proyecto Cuba-Vietnam, el cual tiene entre sus beneficios, menos empleo de fungicidas y hormonales, así como la reducción de semillas, pues con solo tres quintales (un quintal castellano equivale a aproximadamente 46 kilogramos) de estas, debemos obtener cerca de 800 quintales», destaca Adisleydis, quien es, además, productora líder en la modalidad de trasplante.

Oriunda de la comunidad tunera de Dormitorio, pero granmense de corazón y labor desde 2008, «la negra», como es conocida cariñosamente entre sus 96 ayudantes contratados, habla de responsabilidad no solo con la siembra, sino también con la vida ante la COVID-19.

«La producción no se puede detener porque el país lo necesita, pero yo he adoptado todas las medidas. Aquí están trabajando los indispensables, y no dejo que nadie se salude tocándose, ni que coman sin antes lavarse las manos, y mucho menos permito que entren sin echarse hipoclorito, porque así cuido a mis obreros, me cuido yo, y cuido este cultivo que irá a la mesa de los cubanos».

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Angel Ceferino dijo:

1

16 de mayo de 2020

08:42:01


Las palabras...no alcanzan...para decir lo que siento al leer esta nota... Maravillosas...mujeres...????

VICTOR KOZASKI dijo:

2

28 de mayo de 2020

05:15:25


MUJERES COMO ELLA SE NECESITA PARA CONSTRUIR UNA NACION , AHORA HAY QUE EDUCAR PARA SEGUIR CULTIVANDO Y CONTRUYENDO EL PAIS GRACIAS