ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Juvenal Balán

Por estos días en que un virus nos obliga a un confinamiento necesario, las redes sociales se han convertido en el espacio por excelencia para celebrar el Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores.

Las iniciativas para desfilar desde el aislamiento social, para dar un sí por la vida, por la Revolución, y los llamados a celebrar desde casa convencidos de la victoria, son la respuesta de la clase obrera al llamado que hiciera en días recientes Ulises Guilarte de Nacimiento, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, para conmemorar la jornada más importante del proletariado mundial.

En la cuenta oficial en Twitter de la organización, que agrupa a los trabajadores cubanos, se nos convoca a enarbolar «en los barrios, comunidades y centros de trabajo las banderas de una nación que lucha por los valores en los cuales cree».

Pero la convocatoria a la fiesta de los trabajadores en las actuales circunstancias no debe verse como un mero entusiasmo tecnológico. Es una realidad que el bloqueo económico del gobierno de Estados Unidos contra Cuba no ha disminuido un ápice ni aún en tiempos de pandemia.

No es un secreto que tanto las donaciones como la compra de insumos y equipos médicos para tratar a pacientes contagiados con la COVID-19 se han visto frustradas o retrasadas por la política genocida de la potencia imperial contra la Isla.

También se sabe de las presiones que han sufrido otros gobiernos por solicitar ayuda médica cubana para enfrentar la propagación de la enfermedad en su territorio, y que la administración estadounidense hace oídos sordos a las voces de amigos de Cuba que exigen el fin del bloqueo.

Por eso el próximo Primero de Mayo, esta vez sin los grandes desfiles que llenan las principales plazas y avenidas por esta fecha, no debe faltar la condena a las medidas neoliberales, a la política genocida de Estados Unidos contra Cuba y el cese de las sanciones unilaterales contra gobiernos progresistas. Esta vez la celebración se hace desde casa, pero el reclamo sigue siendo el mismo.

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