ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Perfecto Romero

Las tensiones de los últimos combates y la fatiga acumulada en largas jornadas de insomnio prácticamente se esfumaron ante el júbilo desbordante de un pueblo que acogió como hermanos a los rebeldes barbudos al paso triunfante de la Caravana de la Libertad.   

Tras dos días de marcha, al amanecer del 4 de enero de 1959 irrumpía en las llanuras camagüeyanas el pintoresco convoy, conformado por tanquetas, camiones, jeeps y cuanto medio sirviera para trasladar a la fuerza victoriosa con Fidel al frente.

Guáimaro, Martí, Cascorro, Sibanicú... en cada poblado, el caluroso recibimiento de gente humilde agradecida serviría de magnífico preámbulo a la apoteosis hecha pueblo, cuando a media mañana recorría las principales arterias de la capital provincial.

Lo mismo desde lo alto de un tanque Sherman o en plena calle, el Comandante de la Sierra saludó y conversó con la multitud enardecida, que casi impedía el avance de la caravana enarbolando banderas cubanas y los símbolos del Movimiento 26 de Julio.

Horas después, Fidel declaraba emocionado: «Considero que el reconocimiento y el cariño que nos ha demostrado el pueblo, es superior a cuantos méritos podamos tener nosotros (…). Nosotros simplemente hemos cumplido con nuestro deber».

Durante las horas de estancia en Camagüey apenas pudo descansar: recibió a las autoridades locales, sostuvo intercambios con dirigentes del Movimiento 26 de Julio, tomó decisiones sobre la conformación del nuevo Gobierno Revolucionario.

Con la vehemencia del incansable luchador, expresó entonces: «La guerra se acabó ayer y ya estamos trabajando, trabajando más que cuando no había paz; la paz para nosotros es trabajo triplicado, es lucha triplicada».

Esa noche, y hasta entrada la madrugada, dialogó con los miles de camagüeyanos que se congregaron en la Plaza de la Caridad para escuchar por primera vez, «en vivo y en directo», al joven de verde olivo que concibió y dirigió la Revolución triunfante.

Una voz, limpia de toda demagogia, que con la calidez del líder de pueblo supo alertar en fecha tan temprana los retos venideros: «La libertad no es todo. La libertad es la primera parte, es la libertad para empezar a tener el derecho a luchar».

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