ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

En algunas secciones del centro histórico de La Habana se puede hallar fracciones de muros que tal parecen no tener razón de ser. Realmente esos muros, o fragmentos, son parte de lo que una vez fue una muralla de cantería que iría desde La Punta hasta el Arsenal, con baluartes, garitas y puertas con puentes levadizos, al principio dos y finalmente llegó a nueve. 

¿Por qué construir una muralla en La Habana?

La Habana desde sus inicios fue muy codiciada por su ubicación geográfica y las potencialidades que ella atesoraba para el desarrollo económico de la isla, como es el caso del puerto de La Habana, calificado como el más importante del país por ser centro de la actividad portuaria. 

Así, fue azotada por innumerables ataques de corsarios y piratas que ponían en peligro la vida de los peninsulares y las riquezas que la corona almacenaba en la villa, por lo que se hacía imprescindible su fortificación a través de obras de ingeniería militar que permitieran salvaguardar la floreciente urbe. De esta forma son construidas las fortalezas La Fuerza, La Punta, El Morro, La Cabaña y los torreones de Cojimar, La Chorrera y San Lázaro.

Sin embargo, todavía la ciudad era vulnerable por lo que en 1603 existe ya un proyecto de crear una muralla para evitar el acceso de enemigos por la parte de tierra.

La parte de tierra era la costa desnuda, y especialmente el bosque  de lo que posteriormente sería El Vedado, se interponía entre el mar y la ciudad. El análisis del amurallamiento reveló que el costo de la obra tendría un monto de 207 375 ducados, previstos en un inicio para efectuarse en un plazo de tres años.

Iba a extenderse desde el barrio de Campeche hasta La Punta, con cuatro pies de ancho y ocho de altura, mas tres pies adicionales que se obtendrían por medio de grandes ladrillos, pero nada de esto se llevó a cabo al interponerse numerosos trámites burocráticos y la falta de fondos con que se justificaba España.

Por consiguiente se plantean otras propuestas, como la de crear la muralla pero de madera y rodear a la villa con fosos de agua como los castillos medievales. La primera es desechada rápidamente, pues sería fácilmente penetrable con la utilización del fuego y la segunda seria poco práctica pues devendrían problemas con la insalubridad que rodearía la urbe. 

Estos planes no fructifican y quedan prácticamente en el olvido durante varios años, hasta que ocurren varios hechos entre España y algunas de las potencias de la época como Inglaterra y Holanda que demandaban la atención de la Corona con respecto a la protección de sus posesiones de Ultramar, por lo que el rey de España, en 1667, ordenó más fortificación para La Habana. 

La muralla se comenzó a construir durante el gobierno de Francisco Rodríguez de Ledesma el 3 de enero de 1671 y se terminó casi un siglo más tarde; siendo dada por terminada la sección que daba a tierra en 1698 pero no completándose la parte que daba a la bahía hasta 1740, 137 años después de que naciera la idea de construirla, a un costo de tres millones de pesos. 

Diagrama de la Muralla

Su extensión era de unos 4 892 metros, tenía como promedio 1,40 metros de espesor y 10 de altura, y contaban con una dotación de 3 400 hombres y un armamento de 180 piezas de artillería. Estas murallas fueron convertidas en un entorno característico de la villa. 

Al principio contaba con dos puertas: Puerta de La Muralla (después llamada Puerta de Tierra) y Puerta de La Punta. Después se abrieron otras, algunas siendo reemplazadas, como la de Tenaza que fue reemplazada por la del Arsenal.

En general llegó a haber unas nueve puertas activas, entre ellas la de Monserrate, la de Luz, la de San José y la de Jesús María. Todo lo que quedaba dentro del recinto era llamado intramuros, asiento preferido de los peninsulares, mientras el resto, extramuros, era habitado preferentemente por los llamados naturales del país o criollos.

Con el paso de los años esta construcción llevó consigo a la división de la villa y mientras se desarrollaban más actividades y asentamientos en el exterior, se hacía menos necesaria la existencia de la muralla. 

En 1863 comenzó su demolición con el derrumbe del gran muro por las Puertas de Monserrate y no es hasta comienzos del siglo XX que culmina. Actualmente se conservan los restos de la muralla que testifican las características y el trazado de esta importante construcción del sistema defensivo de La Habana, la cual según los especialistas no tuvo una verdadera utilidad pues jamás tuvo que enfrentar un asedio ni contener máquinas de asalto reales, ya que en la única ocasión en que pudo haber sucedido, durante la toma de La Habana por los ingleses, el astuto enemigo evitó el cerco de piedra y penetró en la ciudad por la desprotegida loma de La Cabaña. 

Tradición centenaria asociada a la muralla

Actualmente, como tradición centenaria, suena aun el cañonazo en las noches habaneras, Ahora se realiza a las nueve, como parte de una fantasía que desde la misma fortaleza de la Cabaña recrea los tiempos en que se anunciaba el cierre de las puertas de la muralla.

Posteriores excavaciones llevadas a cabo por la oficina del historiador han venido mostrando otras partes de lo que fue el cinturón de La Habana.

 

 

Aunque tuvo una vida útil de 123 años, hoy sólo quedan restos dispersos en la parte vieja de la capital, el más grande es La Puerta de la Tenaza y se halla en Egidoy Desamparados, donde se destaca un lienzo de la mole. Foto: Jose M. Correa
En 1863 comenzó su demolición con el derrumbe del gran muro por las Puertas de Monserrate y no es hasta comienzos del siglo XX que culmina dicha tarea. Foto: Jose M. Correa
Estas baterías estaban ubicadas a la derecha del canal y en posición más baja que el resto de las otras piezas de artillería. Foto: Jose M. Correa
Gruesos cañones de diferentes calibres formaban parte del sistema defensivo de la Habana, unos dirigidos hacia el mar y otros hacia la entrada de la bahía y el fondo del puerto. Foto: Jose M. Correa
Castillo de San Salvador de La Punta, conocido popularmente como La Punta o Castillo de la Punta. Se alza a la entrada del Puerto de La Habana, forma parte del primer sistema defensivo con que contó La Habana, desde aquí se iniciaba el perímetro por tierra de la gran pared de piedra Foto: Jose M. Correa
Puerta de la Tenaza que fue reemplazada por la del Arsenal uno de los tramos más grandes que aún perdura, testigo mudo de lo que fue la obra más costosa e inútil que realizó el gobierno colonial en Cuba. Foto: Jose M. Correa
Una sección de lo que fue el cuerpo de guardia de la puerta Nueva, frente a la estación central de ferrocarriles, en la calle Egido. Foto: Jose M. Correa
Para entrar y salir de la ciudad amurallada se crearon nueve puertas, algunas de ellas con puentes levadizos, que abrían a las cuatro y treinta de la madrugada y cerraban a las ocho de la noche, con cañonazos que eran disparados desde la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña. Foto: Jose M. Correa
El Torreón de San Lázaro o Torreón de la Caleta. Fue construido con el propósito de mantener una posta de vigilancia donde por la geografía del terreno no alcanzaba la vista desde las fortalezas de La Habana. Foto: Jose M. Correa
Frente al Museo de la Revolución, en la Avenida de Las misiones y Refugio, es posible observar lo que siglos atrás fue el Baluarte del Ángel. Foto: Jose M. Correa
Diagrama de la Muralla. Su extensión era de unos 4 892 metros, tenía como promedio 1,40 metros de espesor y 10 de altura. Foto: Jose M. Correa
Se creó como parte del sistema de fortificaciones de la ciudad, con el objetivo de impedir el asedio de corsarios y piratas que rondaban las aguas del Caribe tras los tesoros que acumulaba allí la metrópoli española. Foto: Jose M. Correa
Otros restos de la muralla son las garitas de la Maestranza, próximas a la Avenida del Puerto y al Seminario San Carlos y San Ambrosio. Se pueden apreciar los restos de la cerca perimetral que rodeada la garita, un amplio foso y rastros de uno de sus baluartes defensivos. Foto: Jose M. Correa
Diseminados aún en varios sitios de la urbe antigua, como testigos de la historia, sorprenden aún los restos de aquella imponente barrera de rocas. Foto: Jose M. Correa
Hoy la Muralla es de interés para visitantes y locales, principalmente en el tramo comprendido entre la Avenida del Puerto y la calle Cuba que ha sido muy bien restaurado por la Oficina del Historiador. Foto: Jose M. Correa
Pequeñas torres que servían como punto de observación al vigía de guardia. Foto: Jose M. Correa
Torreón de la Chorrera: Fortaleza militar española inaugurada en 1646, que formó parte del sistema defensivo de La Habana. Foto: Jose M. Correa
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zonel dijo:

1

27 de noviembre de 2019

09:17:13


Muy interesante este recoorido por la historia de la capital de todos los cubanos, felicidades y no pierdan la maña de adentrarnos en la historia de nuestra capital.

peter j. melian dijo:

2

27 de noviembre de 2019

12:46:09


Esas piedras vetustas cuentan una historia de nuestro pasado en muchos aspectos : su aspecto militar, su arquitectura, su ubicación y, subjetivamente, el impacto socio-económico que estas creaban. Un pedacito de nuestro pasado colonial que, en sí, es un tesoro incalculable. En mi lejana juventud, graduándome para bachiller, me producía un inmenso placer verlas y hallándose una de ellas muy cerca del instituto donde cursaba mis estudios, de vez en cuando, me placía enormemente deslizar mis manos sobre ellas y soñar, reflexionar y dejar que mi imaginación tomara vuelos ...

yuniel Respondió:


28 de noviembre de 2019

08:55:26

es amor a la Patria mediante su historia,su honor , me hiciste recordar que de niño forme mis batallas imaginarias en el morro de caja, con cañones de pasadores de vantana y unos botes y soldados plastico plástico defendiendo la ciudad del ataque enemigo

Francisco Heras Arroyo dijo:

3

29 de noviembre de 2019

13:02:52


Que poco han sabido los cubanos después de la separación de España los vestigios de su pasado,