Tiene hoy su primera prueba escrita en la Universidad de La Habana donde, finalmente, empezó a estudiar Historia.
De ahí que abra las primeras luces de la mañana hablando de los orígenes de la humanidad.
–El Cromañón y el hombre de la caverna– le interrumpo la parrafada, interesado en lucirme, esa oportunidad que no desperdician ciertos padres para demostrar que algo saben.
–No es un asunto solo de Cromañones –me frena con discreto aire de erudición.
–Los Cromañones no superaron la fase glacial… –insisto en mi jactancia y ella arguye que los tiempos son otros y los «monos» que yo estudié, ya no son los mismos «monos» porque hay nuevas investigaciones y teorías, por lo tanto –no lo dice así, pero lo intuyo– mis conocimientos son del tiempo de las Cavernas y deben renovarse.
Derrotado, aprovecho para explicarle que si bien en estos días el transporte ha estado «malo», la situación puede empeorar, así es que debe prepararse para, a la vuelta de la Universidad, a la hora pico, abordar cualquier nave.
–Ayer no me costó tanto trabajo regresar –me aclara, y mientras baja la vista para repasar sus notas le hablo de la situación circunstancial que atravesamos, y de lo indecible de la administración estadounidense para que el combustible no llegue a nuestros puertos, una historia que comenzó en fecha tan lejana como 1960, cuando le prohibieron a empresas de su país vendernos petróleo. Cuba lo adquirió entonces en Venezuela, pero ee. uu. se negó a alquilar supertanqueros, momento en que la Unión Soviética dijo: «aquí estoy», a lo que Washington replicó con su proverbial arrogancia: «sí, pero no lo refinamos».
Fue inútil que se esgrimiera la Ley de Minerales y Combustibles, vigente desde 1938, y muy clara en cuanto a que las refinerías de las transnacionales
estadounidenses debían procesar el petróleo que Cuba les entregara.
Nada los iba a convencer porque la sentencia de ahogar a la Revolución desde su cuna hacía rato que estaba firmada. De ahí que ante el No monolítico se decidiera nacionalizar sus refinerías. Respondieron con la eliminación de la cuota azucarera, estocada mortal –pensaron– para un país que sustentaba su supervivencia en esa industria. Y Cuba les nacionalizó los centrales.
–Vaya, que siempre fueron unos Cromañones presuntuosos, hija.
–Y dale con los Cromañones –se ríe ella, que ahora mismo debe estar en su examen.
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victor jose dijo:
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18 de septiembre de 2019
02:43:29
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18 de septiembre de 2019
02:44:00
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18 de septiembre de 2019
02:44:37
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