Nunca pasó por mi cabeza la posibilidad inmediata de un aumento salarial, y lo admito con sinceridad. No porque dude de la esencia humanista de esta sociedad, no porque ponga en tela de juicio la preocupación constante de nuestro Gobierno por el pueblo, sino porque me parecía demasiado pedir en un momento tan complejo.
La aprobación del Título III de la Ley Helms-Burton, un encarnizado recrudecimiento del bloqueo, unido al imprescindible ajuste del plan de la economía, me ponían frente a la lógica y comprensible idea de que tendríamos que esperar todavía un poco más.
Sin embargo, en medio de tales circunstancias en las que muchos detractores del socialismo cubano dieron por sentado un retorno al periodo especial, e intentaron generar inseguridades y temores infundados, la Revolución ha demostrado, como tantas otras veces en la historia, que por encima de todas las adversidades la prioridad fue, es y seguirá siendo el pueblo.
Me atrevo a asegurar que en las últimas jornadas echarle mano al lápiz y al papel para repensar las cuentas, ha sido una práctica común en miles de hogares cubanos. Pero, particularmente, creo que resulta imprescindible echarle mano también a la conciencia, para tener la justa medida de lo que acaba de hacer nuestro Gobierno, de lo que, más que incremento salarial, pudiera denominarse admirable esfuerzo por elevar el poder adquisitivo del pueblo trabajador y por ende, su nivel de vida.
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Más de 150 años después de su publicación, El Capital de Karl Marx sigue siendo la base para entender el funcionamiento del sistema que se sustenta en él. A pesar del siglo y medio transcurrido, sigue estando claro que el modo de producción capitalista implica explotación de la fuerza de trabajo, que desposeída de los medios de producción, no tiene otra alternativa que engrosar los bolsillos de alguien más.
No obstante, demonizar al socialismo, hablar de él como sinónimo de pobreza, sangrientas dictaduras y subdesarrollo, ha sido la justificación empleada históricamente por los cerebros imperiales para atacar todo aquello que en el mundo huela a progreso y rompa los esquemas de dominación rigurosamente establecidos.
Esa doble moral hace que, desde sus encumbrados pedestales de poder, jamás reconozcan su responsabilidad en la asfixia económica de las naciones, en la deuda externa, en el control del capital extranjero sobre los recursos naturales. Nunca les ha importado que se vierta la sangre por «las venas abiertas de América de Latina», y es por eso que embisten con dureza al único sistema social capaz de devolverle la dignidad al ser humano.
Al capitalismo, más específicamente a su engendro, el neoliberalismo, poco les importan las penurias de la gente. La historia reciente de nuestro propio continente demuestra que cuando el capital exige, cuando cobra sus deudas sin piedad, son los más humildes los que sufren.
Claramente lo definió el líder histórico de la Revolución: «El neoliberalismo no es una teoría del desarrollo, el neoliberalismo es la doctrina del saqueo total de nuestros pueblos; el neoliberalismo no nos promete nada porque, incluso, en los países desarrollados y superdesarrollados, el neoliberalismo no ha resuelto nada y están cambiando gobiernos porque no han podido resolver, ni siquiera, el problema del desempleo».
Un vistazo rápido a la Argentina de Macri, o al Brasil de Bolsonaro, deja clara la vigencia de esas palabras de Fidel, porque cuando está la soga al cuello, es más fácil vender al país, ponerlo en bandeja para las transnacionales. Pero si eso no funciona, quedan los programas sociales, las pensiones, la salud, la educación. Los recortes a los fondos que dedican a esos renglones son ya una medida estandarizada para los gobiernos neoliberales.
No por gusto el Che afirmaba que «el capitalismo es el genocida más respetado del mundo».
Pero lo que con orgullo y plena seguridad podemos afirmar los cubanos, es que jamás, a partir del 1ro. de enero de 1959, este país ha sacrificado cualquiera de sus programas sociales, de los logros que hacen única a esta obra, para paliar situaciones complejas. Eso, lógicamente, despierta la admiración del mundo, más aún cuando pesa en nuestras espaldas un sexagenario bloqueo.
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Puede que el incremento salarial recientemente anunciado haya generado un foco de atención importante. Sobre todo porque el de los ingresos mensuales es un tema muy sensible, que a decir de nuestro Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez viene a colación en muchos de los espacios del debate cotidiano. Sin embargo, no podemos verlo como una medida aislada, sino como una parte de ese todo que habla del fortalecimiento de la economía nacional, de su capacidad de resiliencia y del reconocimiento de sus potencialidades.
Asistimos ahora a una nueva comprobación de que Cuba sigue un discurso coherente, uno que lleva de la mano dos elementos esenciales: sostenibilidad económica y bienestar para el pueblo. Que esta medida acompañe a otras destinadas a enfrentar las tensiones que aún nos golpean, implica que la búsqueda de alternativas para elevar el poder adquisitivo de cubanos y cubanas nunca ha dejado de constituir prioridad.
Lo esencial de este momento es no perder la perspectiva. Si somos capaces de reconocer el esfuerzo del país para dar este impulso al sector presupuestado, debemos ser capaces de equiparar ese esfuerzo a la calidad en la prestación de servicios, a la eficiencia, a la disciplina, a la creatividad y a la ruptura de la inercia a la que se nos ha llamado.
Los últimos meses han sido especialmente complejos, enfrentando obstáculos, pero no hemos pecado de inmovilidad. Aprobamos un plan de desarrollo al que no hemos renunciado ni lo haremos, porque tenemos plena seguridad de que nada de lo escrito en esas páginas tiene carácter utópico.
El trabajo intenso ha caracterizado a todos los eslabones sociales, hemos aprendido juntos lo que significa que cada quien haga lo que le corresponde desde el lugar que ocupa y hemos llevado el análisis de nuestros problemas a un nuevo escalón, pero creo que no me equivoco si digo que el esfuerzo realizado hasta hoy deberá duplicarse para los retos por venir.
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En mayor o menor medida, no hay un cubano bien informado y atemperado al momento que vivimos que no haya escuchado terminologías como sustitución de importaciones, incremento de productos exportables, encadenamientos productivos, inversión extranjera o potencialidades de la industria nacional.
Probablemente, desde el punto de vista conceptual, muchos no comprendan lo que eso significa en toda su magnitud. Pero lo que sí entendemos es que cada uno de esos aspectos depende del cumplimiento de los planes, del empeño por hacer las cosas bien, de apelar a la ciencia y a la investigación, de elevar el sentido de pertenencia desde cada uno de los cuadros hasta el último de los trabajadores. Ese es un lenguaje común que hablamos todos, y que no necesita de especializaciones en temas económicos.
Cuando el próximo mes de agosto más de dos millones 750 000 cubanos perciban una mayor liquidez en sus ingresos, es vital que perciban junto a ella la voluntad inquebrantable de su Gobierno de no desampararlos, la certeza de que sin prisa, pero sin pausa, nuestro país avanza, se crece y garantiza la sostenibilidad de este sistema social. Nadie pudo describirlo mejor que el Che en su histórico discurso en la ONU en 1964.
«Nosotros queremos construir el socialismo; nos hemos declarado partidarios de los que luchan por la paz; nos hemos declarado dentro del grupo de países no alineados, a pesar de ser marxistas leninistas, porque los no alineados, como nosotros, luchan contra el imperialismo. Queremos paz, queremos construir una vida mejor para nuestro pueblo y, por eso, eludimos al máximo caer en las provocaciones maquinadas por los yanquis, pero conocemos la mentalidad de sus gobernantes; quieren hacernos pagar muy caro el precio de esa paz. Nosotros contestamos que ese precio no puede llegar más allá de las fronteras de la dignidad».
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milaidys Martínez Romero dijo:
1
2 de julio de 2019
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Raiza Kozulina de Rusia dijo:
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Gertrudis Molina Peña dijo:
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Magdalena dijo:
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Raúl Rábago Machín dijo:
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mariannis favier sánchez dijo:
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José Enrique Paz Antúnez dijo:
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22 de julio de 2019
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