Las razones en marcha (+ Fotos)

–¿Es esta la razón por la que vino?

Sorprendida con la pregunta, la mujer miró el cartel en su mano y respondió: «Bueno, esta es una. Tengo varias».

–¿Y por qué trae un solo cartel?

–Porque nada más tengo dos manos, y una es para aguantar al niño, que lleva su banderita. Además, las razones no son para escribirlas en carteles, sino para movilizarse y defenderlas. Si vine a desfilar es por muchos motivos: mi trabajo es uno, mi niño es uno, su educación es uno, mi salud es uno, la resistencia al bloqueo estadounidense es otro, la solidaridad con los amigos de Cuba, con Venezuela amenazada, por la libertad de Lula… Todo eso no cabe en un cartel. Por eso vine.

Detrás de la mujer pasó otra más, tal vez con las mismas respuestas; luego un hombre con una bella razón sobre los hombros, trigueñita, de dos trenzas y un nombre verde olivo en la mejilla; un doctor joven y una enfermera mayor, dos militares de uniforme, un liniero de casco y botas, una maestra, un campesino, un pescador…

Si en número de personas hubo millones en las calles cubanas, ¿cómo podrían contarse las razones que marcharon?

Si «a una por cabeza» ya es bastante, ¿qué decir cuando sabemos que por cada obrero de esta Isla, por cada niño, mujer, anciano, hay muchas causas que lo mueven al desfile?

Revolución ha sido la palabra más pintada, más repetida, más vitoreada en las mareas que inundaron las plazas este 1ro. de Mayo; pues sigue siendo el nombre del proyecto noble que lo incluye todo: logros y aspiraciones, resultados y pendientes, principios y resistencias, voluntad para ayudar y compartir el mismo bolsillo flaco, coraje para estrujar en la cara, alto, claro y con palabras recias, las mentiras de los viejos enemigos.

En la dramaturgia natural que siempre lucen las marchas de los pueblos verdaderos, nunca nada queda por decir, ni se reservan modos originales para hacerlo saber, ni hay maneras mejores de demostrar qué somos y qué queremos.

Con una simple mirada en cualquier plaza pudieron verse los porqués de cada consigna nuestra, de los símbolos perdurables, la claridad de los propósitos urgentes, la disposición a trabajar por responder los reclamos de una economía que puja entre la resistencia y el emprendimiento, sostenida en ese pilar fundamental que es el aporte y el ingenio obrero.

No Somos Continuidad porque está escrito en cartón, sino porque sostienen el cartel de un lado el padre maestro y de otro la hija pionera. Y es la expresión más visible de Unidad que no haya un palmo de espacio entre uno y otro. Y es encarnación de Dignidad el paso del médico que salvó a cientos allá y lo sigue haciendo acá con el mismísimo empeño. Y es la rúbrica del Compromiso el campesino que llevó al desfile frutos de sus cosechas. Y es la confirmación de Invulnerable vista en el bloque verde olivo que avanzó como marchando. Y es la declaración de Intransigente del obrero, el estudiante y la enfermera, que a sabiendas de los viejos propietarios reclamantes de las tierras donde hoy colindan la fábrica, la clínica y la escuela, respondieron con el ceño fruncido, «esto es del pueblo, para siempre». 

Esto fue, otra vez, el primer amanecer de mayo en Cuba. Ni el cinturón apretado, ni el aire amenazador que desde el continente nos mueve los cabellos, borró la alegría ni la confirmación. Por sobre las cabezas apretadas, se vio un desfile de razones todavía mayor.